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Banda ancha, internet, innovación... ¡Cuánta aburrición!
Pasé todo el fin de semana filosofando sobre el tema: ¿por qué México no despega en banda ancha, en Internet, en innovación, en ciencia? Al igual que los políticos y especialistas mexicanos, revisé cifras, busqué datos, me enojé conmigo misma, me encontenté (también yo misma) y al final, no llegué a nada. Creo saber por qué.
Primero: ¡qué desconcertante es revisar y revisar lo mismo y encontrar que con el paso de los años, no sólo estamos peor, si no que seguramente seguiremos empeorando!
Recuerdo las palabras de Ernesto Piedras, economista y director general de The Competitive Intelligence Unit, inaugurando la semana pasada un foro de debate sobre la banda ancha: ¡Estoy harto! , dijo. Tengo dejavú. Llevo la vida entera en foros y ponencias explicando por qué el país necesita todo esto y nadamás no pasa nada. Ya me da flojera . Provocó una risotada general en el público. Quizás fue lo más sabio que se dijo durante todo el encuentro.
Sí. Durante tres días, en el B3Forum, un evento que prometió que revelaría el hilo negro y que ayudaría a todos los asistentes a hacer negocios con la banda ancha, sólo fui testigo de lo mismo: cifras, gráficas, ejemplos de otros países y rankings, en donde, cabe la pena decirlo, México siempre sale al final de la lista.
Un asistente me confesó que había viajado desde Sonora, pagado de su bolsillo el evento (algo así como 5,000 pesos) y cancelado sus compromisos durante toda una semana, para estar en el Foro, y todo para irse igual que como llegó. Me la pasé escuchando teoría sobre el tema, muy interesante, muy sabio, pero nadie, ni uno sólo, me supo decir cómo puedo, como distribuidor de redes, entrarle al negocio , me dijo.
Estoy a punto de decir que todo fue puro bla, bla, bla y nadamás. Pero en realidad no creo que ésa sea la raíz del problema.
He llegado a la conclusión que México no avanza en materia de banda ancha, innovación, tecnología y ciencia no por falta de interés. Infinidad de Foros y Encuentros han demostrado que todas las partes quieren entrarle: gobierno, industria, asociaciones y hasta academia.
Tampoco creo que sea por falta de recursos: la industria de Tecnología y Comunicación mexicana ya comprobó que vale más depender de fondos privados (sean nacionales o extranjeros), que de fondos públicos.
Todo se debe a una única y absoluta razón: ¡somos demasiado aburridos!
No tengo la cuenta exacta del número de encuentros, foros y debates que he presenciado. Pero no encuentro excepción.
Todos son tan formales, tan diplomáticos (hasta media hora nomás presentando a los asistentes, sus cargos y logros honorables ) tan llenos de solemnidad, que terminan arrullando a todos.
Sí, las comparaciones pueden ser malas, pero ayudan. Recuerdo en contraste, foros y mesas de debate en otros países. Nunca duran más de una hora --¿nadie ha escuchado en México que el cerebro humano, no importa la edad, deja de prestar atención después de 45 minutos?--. Tampoco hay protocolos. Los ponentes se comportan como mortales : hacen bromas, cuentan anécdotas, pasan videos y spots multimedia. Quizás tampoco se llega a nada, pero todo mundo sale optimista.
En México, quizás, todo es muy elevado y muy sabio, pero todos salen a punto de llorar de lo catastrófico del escenario.
¿Podremos intentar un cambio de actitud antes de echar al vuelo más cifras, gráficas y datos dramáticos? Quizás, y sólo quizás, pueda ser la gran diferencia.
Seguir tomando los temas con tanto rigor y seriedad, ha provocado que todo se quede únicamente en documentos. Pero pasar al debate auténtico, como sucede ya en muchas aulas académicas en donde el asistente opine en los foros, se reía, externe su enojo y claro, en donde el exponente deje de ser el típico regañón, que asegura saber lo que nadie sabe, quizás ayude a inyectar un poco de optimismo y ánimo, que buena falta que nos hace.
Sí, sí, antes que los grandes sabios rezonguen, sé que el riesgo es caer en el show y no llegar ni siquiera a la reflexión, pero como bien me dijera hace muchos años un profesor universitario: lo que no divierte, no sirve de gran cosa .