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La Casa de la Inteligencia Artificial: el modelo francés que prepara a la sociedad para la revolución de los datos
“Aquí, la innovación avanza de la mano con la pedagogía y la inclusión: la IA no es una abstracción, se vive, se discute y se construye con el territorio”, dice Alexandre Genette, científico de datos.

Mia
¿Cómo se prepara a una sociedad entera, desde estudiantes hasta CEOs y adultos mayores, para comprender y utilizar de manera ética la Inteligencia Artificial (IA)? La respuesta de la Costa Azul francesa es la Maison de l'Intelligence Artificielle (MIA).
Este centro, ubicado en el tecnopolo Sophia Antipolis, opera bajo un modelo innovador de servicio público gratuito y neutral, y no de venta de productos. En entrevista exclusiva para El Economista, el equipo directivo y operativo de la MIA detalla las claves institucionales, pedagógicas y éticas que han permitido aculturar a más de 115 mil personas en cinco años, y explica cómo este modelo podría transferirse y adaptarse a países como México y toda Latinoamérica.
El estudio ODOXA realizado en 2025 confirma esta dinámica: Hoy los habitantes de los Alpes Marítimos utilizan más la IA que la media francesa, se sienten mejor informados (47 % frente al 39 % nacional) y consideran estar por delante en estos temas (54 %). Esta percepción está directamente vinculada al esfuerzo del departamento y al ecosistema local.
El modelo institucional: Una “anticipación lúcida”
“La MIA no nació de una lucha, sino de una convicción”. José Ammendola, director general de servicios de la MIA, relata que todo se originó en un viaje a Montreal, Canadá, donde se reunieron con líderes de la investigación como Yoshua Bengio (Premio Alan Turing).
“Aquel desplazamiento marcó un punto de inflexión… Todos compartieron la misma convicción: si queríamos preparar al territorio ante las transformaciones profundas de la IA, era indispensable comenzar por aculturar, transmitir y explicar”, afirma el especialista.
El organismo se conformó bajo un modelo mixto, integrando al gobierno del Departamento de los Alpes Marítimos, la Universidad Côte d'Azur, la Cámara de Comercio y el ecosistema empresarial de Sophia Antipolis.

El organismo se conformó bajo un modelo mixto.
Alexandre Genette, ingeniero de Machine Learning y parte del equipo, destaca que la pieza institucional más crítica es su naturaleza de servicio público. “Este estatus implica el respeto absoluto del principio de neutralidad. La MIA no está diseñada para promover los intereses de una empresa privada... sino para acompañar al conjunto de la población”, explica.
Esta misión también se inscribe plenamente en el SMART Deal, el gran plan de transformación digital del territorio, y en la ambición de aculturar al conjunto de la población. La MIA fue inaugurada en marzo de 2020, más de dos años antes del estallido global de ChatGPT, una visión que Ammendola califica de "anticipación lúcida".
Sobre su financiación, esta se cubre íntegramente por sus miembros fundadores, garantizando la gratuidad del acceso. “Nuestro papel consiste en demostrar, a lo largo del tiempo, el valor de nuestra acción para el conjunto del tejido económico local. El hecho de trabajar con responsables ya convencidos de la importancia de este esfuerzo facilita la continuidad presupuestaria”, agrega Genette.
Desmitificar con el "tercero pedagógico"
De acuerdo con los creadores de este espacio, el principal desafío de la MIA es socializar la IA, eliminando los mitos y la ansiedad tecnológica, especialmente entre los adultos mayores.
Alicia Schuppen, encargada de proyectos en educación, detalla la estrategia de mediación. Ella explica que hay talleres de manipulación directa, es decir, sesiones cortas que permiten a los usuarios generar una imagen o entrenar un algoritmo. Esto "desmitifica" la inteligencia artificial al devolverla a su condición de herramienta accesible, ideal para el público senior.
También se presenta a la IA como un tercero pedagógico, pues en la educación el enfoque es usar la IA no como un sustituto, sino como una herramienta de análisis, confrontación y puesta en perspectiva. Se enseña a los profesores una pedagogía de la deconstrucción, invitando a los estudiantes a interrogar los sesgos, alucinaciones y límites de los modelos.
Por su parte, Nicolás Camerati, PH D y encargado de proyectos en IA, explica que la MIA opera un Observatorio de Madurez de la IA para influir en las políticas públicas. La estrategia es "bifocal": por un lado, analizar la dinámica de innovación económica (PyMEs) y, por otro, comprender las necesidades concretas de los municipios, evaluando su madurez en cuatro niveles (descubrimiento, experimentación, despliegue y estrategia integrada). “Lo que distingue a Sophia Antipolis no es solo la concentración de experticia, sino su interconexión”.
El acompañamiento a empresas y la urgencia ética
La MIA también ofrece servicios concretos para ayudar a gobiernos locales y pequeñas empresas a tomar decisiones conscientes y evitar el 80% de fracasos en proyectos de IA. Camerati indica que actúan como un tercero neutral que ofrece talleres de ideación y ayuda a formular las preguntas adecuadas. "El objetivo es ayudar a los actores locales a identificar lo que realmente podría mejorar su trabajo y lo que responde más bien a un efecto de moda," asegura.
En cuanto a la ética y la soberanía del dato, Alexandre Genette señala que proponen talleres dedicados al "arte del prompt" para enseñar a las empresas a formular solicitudes sin exponer datos sensibles, reforzando la adherencia al Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) europeo y a la próxima AI Act (Ley de Inteligencia Artificial Europea), la cual establecerá las normas basadas en el riesgo para los desarrolladores e implementadores de IA en relación con usos específicos de la IA.
La hoja de ruta para América Latina
La transferencia del modelo a América Latina y, en particular, a México, es un aspecto de interés; Camerati establece que para replicar este modelo en la región son indispensables tres elementos: Voluntad política clara y gobernanza comprometida; una alianza sólida entre instituciones públicas y universidades; y un ecosistema innovador (startups, centros de investigación) capaz de hacer trabajar juntos a actores que, con frecuencia, evolucionan por separado.
José Ammendola ve a México como un "socio natural" para forjar alianzas globales, dada su capacidad de estructurar cooperaciones regionales. Hoy la MIA busca instituciones que compartan la convicción de conectar el ecosistema de startups, la investigación científica y la acción pública. “La MIA puede aportar su modelo de alfabetización pública —gratuito, neutral y orientado al servicio de los ciudadanos—, mientras que México puede ofrecer una plataforma de difusión hacia toda América Latina,” puntualiza Ammendola.
Para materializar estos acuerdos bilaterales, la MIA sugiere la posibilidad de movilizar instrumentos internacionales de financiación, como los programas de la OEA o los fondos del BID, consolidando una "diplomacia de la innovación" al servicio de una IA accesible, ética y profundamente humana.

