Buscar
Arte e Ideas

Lectura 7:00 min

Soy un escritor con un papel ciudadano: Sergio Ramírez 

El escritor nicaragüense, Premio Cervantes de Literatura 2017, habló con El Economista sobre migración, xenofobia y los estados fallidos.

main image

El laureado escritor Sergio Ramírez (Nicaragua, 1942) estuvo presente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) y accedió a platicar con este medio sobre su visión de la política internacional actual y el papel de la literatura en la misma. 

¿Cuál es tu visión sobre los movimientos migratorios en Centroamérica y México? Tú mismo fuiste un exiliado, saliste de tu país por una cuestión política, ¿cómo percibes la situación actual? 

Las corrientes migratorias masivas hacia el norte de Centroamérica son el resultado de estados fallidos. De estados contaminados por el narcotráfico, sociedades que han fracasado en la distribución de la riqueza de manera justa, estados que no pueden proveer a sus ciudadanos de sus mínimas necesidades de alimentación, trabajo, salud, educación, que crean esta desesperanza. 

Migrar además frente a una fantasía de una vitrina iluminada que está detrás de la frontera de México, en Estados Unidos, donde van a encontrar la felicidad. Una vez leí sobre un niño al que le preguntan qué es lo que va a hacer cuando llegue a Estados Unidos y dice “comerme una hamburguesa McDonalds”. Esa es su idea del mundo feliz.

Pero eso es una falacia...

Es un drama. La migración es un drama masivo. Cuando uno ve esas fotografías tomadas con los drones de miles de cabezas que van caminando, se pueden ver como una cifra. Pero cuando uno se acerca a las vidas humanas y ve por qué se pusieron en movimiento (...) entiende que es un drama. Venir de Honduras hasta Tijuana es algo épico. 

¿Cuál es impulso? No es que les guste ir de paseo miles de kilometros en las noches estrelladas. Los impulsa la necesidad de encontrar las satisfacciones mínimas en su vida que su país no les está dando. Esa es la terrible desgracia. 

Migrantes hay en todos los estratos sociales y economicos. ¿Por qué se demoniza entonces a los más vulnerables? 

Esto es algo que se llama aporofobia, la fobia a los pobres. No es la fobia al inmigrante. La gente que viaja en avión y lleva dinero para gastar y para pagar hoteles e ir a los centros de compras no sufre ningún rechazo. Los pobres que van a pie son los que sufren rechazo y contaminan ese rechazo a otros pobres que es lo más dramático, como ha ocurrido en Tijuana.

Ha habido una fuerte presencia de posturas nacionalistas. Se ve en Estados Unidos, en Europa... ¿es una tendencia?

La demagogia apela no a la razón, sino a los sentimientos más obscuros del alma humana. Entre los cuales está el rechazo, pero también está la solidaridad. Depende de lo que estés buscando. 

Esas mujeres que cuando pasa La Bestia, el tren que va hacia el norte de México, han preparado paquetes de comida y ropa y buscan la manera de lanzarlos a los que van en el techo, nos muestran la solidaridad en estado puro, el sentimiento más noble del ser humano.  

¿A qué se puede atribuir este crecimiento de movimientos de ultraderecha?

A los fracasos del sistema democrático. Una cosa es votar, y otra es tener eficacia en resolver los grandes problemas sociales que a veces significan un abismo de desigualdad, y eso en América Latina no se ha conseguido. Somos el continente más injusto en el mundo. Otro gran  fracaso es la demagogia que explota estos sentimientos puros en la gente, para convencerlos de que la solución está en promesas que vienen a ser irrealizables. 

Desde tu postura como escritor, ¿qué papel crees juega la literatura como puente de discusión para estos temas?

Hay que distinguir entre la literatura de ficción y el ensayo. La ficción, si tu escribes sobre temas contemporáneos, la sientas sobre un escenario critico. Pero una novela no es para convencer a otros de que hay que cambiar el mundo, eso es una consecuencia de la lectura que tu hagas de un libro.

El libro de ensayo es otra cosa. Tú pones tu propuesta de cambio social, desmenuzas la situación política, social, haces la crítica y luego en las conclusiones propones cómo deberían ser las cosas. 

Yo soy del tipo de escritor que piensa que además tiene un papel ciudadano. Que como ciudadano estoy obligado a enfrentar los problemas que me rodean y a ser crítico más allá de lo que pueda expresar en mis propias novelas. Yo podría callarme frente a lo que pasa en el mundo, eso es perfectamente legítimo, pero yo siento que tengo un deber de salirme por la ventana a ver lo que está pasando. 

Sobre su trabajo como escritor

Últimamente te han nombrado mucho en la FIL. Apenas ayer anunciaron que estarás como presidente del jurado para el Premio Mario Vargas Llosa de Novela. ¿Cómo te sientes al respecto de esta responsabilidad? 

Fue una petición que me hizo Mario Vargas Llosa, y yo la he aceptado con mucho gusto. Me parece que la promoción de los autores a través de una bienal como esta y el concurso que lleva implícito es una manera de ir poniéndole señales a la literatura latinoamericana, las señales de excelencia. 

Esto se hacía en Lima y hoy lo traemos a Guadalajara, que ya es capital cultural. La feria (FIL) es cada vez más abundante y yo me doy cuenta de la inmensidad de libros, de gente hablando de libros, de su lectura y de la promoción y comercialización de los libros. 

¿Qué opinas sobre el fenómeno del libro electrónico?    

Un tiempo se dijo que el libro impreso va a desaparecer. Y hoy en día si eso hubiera sido así, tendríamos una feria de artilugios electrónicos y en un cuartito los libros de papel. Aquí es al revés, los libros de papel dominan todo el espacio. Esto me parece que es un triunfo de la civilización, no porque yo sea adverso al lenguaje electrónico, ni a las redes sociales, sino que para mi el libro tiene que ser siempre un objeto duradero, lo tengo en un estante y sé que siempre me está acompañando ahí. 

Yo creo que va a haber formas en el futuro de conservar los elementos tradicionales de la cultura con las novedades, que siempre significan el cambio de civilización y será también el triunfo del libro. 

Siguiendo con el tema de los galardones, ¿cómo fue tu experiencia llevando el Premio Cervantes durante todo un año, hasta el reciente anuncio de Ida Vitale en fechas pasadas? 

Fue una experiencia muy feliz. Como decía mi abuela, a veces uno se queja del gusto, ¿no? (Risas). No voy a decir que fue un calvario este premio, al contrario. Es una circunstancia muy feliz en la vida de un escritor tener un premio de esta categoría, todo lo que trae consigo. 

En lo personal, el gran fruto de un premio como este es la multiplicación de los lectores. Uno siempre aspira a tener más lectores, sin hacer concesiones comerciales, eso es lo importante para mi.  Mi editorial ha publicado ahora todos mis libros en versión de bolsillo, se han hecho reediciones de mis obras que estaban fuera de circulación, tanto en España como en México y Argentina. 

El fruto mas indeseable es que un premio como este te entregue a la pereza, que digas “bueno, ya llegué aquí, para qué voy a seguir escribiendo”. Pero para mi al contrario, es un aguijón que te empuja a seguir adelante y yo siento que cuando uno concede la vida a la escritura, lo que tiene que hacer es escribir.

mariana.ampudia@eleconomista.mx

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí
tracking reference image

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete