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Glass, un rotundo pacifista
Gracias a la transmisión en vivo desde del MET de Nueva York de la ópera Satyagraha ( fuerza de la verdad ), de Philip Glass; música, acción dramática, canto y escenografía, integraron un todo armónico, magnífico, tan rotundo en su mensaje.

Pocas veces se asiste a un espectáculo operístico tan balanceado, hecho con tanto esmero y creatividad como el que presenciamos este sábado en el Auditorio Nacional, gracias a la transmisión en vivo desde del MET de Nueva York de la ópera Satyagraha ( fuerza de la verdad ), de Philip Glass; música, acción dramática, canto y escenografía, integraron un todo armónico, magnífico, tan rotundo en su mensaje.
Satyagraha es la segunda ópera de Glass; aunque su estreno mundial fue en 1980, se presentó en el MET hasta el 2008. Es una pieza dedicada a un pasaje de la vida de Mahatma Gandhi, que transcurre en Sudáfrica a principios del siglo XX. Es un Gandhi retomado obviamente desde la perspectiva de un Philip Glass, que cargaba a cuestas el antecedente del amor y paz, Vietnam, la rebelión juvenil del 68, el apoyo a Tíbet y el amor a India. Por ese tiempo, estudiantes y académicos habrían marchado a India para encontrar otra forma de pensar el mundo, más allá de la barbarie y la violencia. Habrá que decir que Glass residió allá unos meses y de regreso a Estados Unidos vivió de reparar artefactos eléctricos y de taxista.
La tarde del 19 de noviembre vimos aparecer en el escenario del MET, para recibir por varios minutos los aplausos del público, a un Glass triunfador, sencillo, ajeno a las vanidades del mundillo del espectáculo; más parecido a un profesor universitario que a una estrella de la ópera.
Esta presentación del MET tiene como propósito no sólo revivir esta gran creación -escrita como parte de la trilogía que el autor se propuso acerca de personajes que influyeron decisivamente en la historia-, sino también rendir homenaje al maestro Glass quien cumplirá 75 años de vida, el próximo enero del 2012.
Tolstoi, Tagore y Luther King
Ciertamente, la obra no es fácil de entender, pues está construida sobre la base de tres formas de pensamiento que aparecen como supuestos en esta ópera: León Tolstoi, Rabindranath Tagore y Martin Luther King. De ahí cierta incertidumbre entre el público: allá en Nueva York había gente puesta
de pie para aplaudir, pero otro grupo no acertaba si hacer lo mismo o dejar la sala. Y en el Auditorio Nacional de México, al final, solamente unos tímidos aplausos y salidas discretas antes de que fueran encendidas las luces.
Despojada de todo su misticismo, símbolos religiosos y conceptos filosóficos, la trama se puede exponer así: después de graduarse como abogado en la India, Gandhi emprende un viaje por Sudáfrica para visitar a sus paisanos inmigrantes. Ahí recibe la revelación de que debe luchar en contra de la discriminación. Funda la Granja Colectiva Tolstoi, comienza la publicación del semanario Indian Opinion para ayudar en la lucha contra el Acta Negra (registro que deben cumplir los indios). En protesta por la promulgación de esta ley, los Satyagraha queman sus certificados de registro. El gobierno retrocede: cancela dos leyes que provocaban discriminación. Como no se cumplen las leyes, Gandhi dirige la marcha de los mineros de New Castle. La tensión llega al límite, se espera represión, pero el Ejército deja en paz a los marchistas. Triunfa el movimiento.
Satyagraha es una obra escrita en sánscrito que retoma el libro Bhagavad Gita adaptado por Constance DeJong. Por instrucción de Glass, los textos no son traducidos al inglés ni al castellano. Eso sí, se incluyó la traducción de algunos pasajes que forman parte de la filosofía que él mismo abrevó en India, los puso como epigramas a la manera de Tagore.
La ópera, de cuatro horas de duración, se divide en tres actos; cada uno, presidido por un espíritu que le da sentido a cada parte. Estos espíritus tutelares sólo participan en la acción dramática cuando aparecen en nichos puestos en lo alto del escenario, sin interactuar con el elenco.
En el primer acto el espíritu es Tolstoi, sobre todo por su libro El reino de Dios está en vosotros que causó fuerte impresión en Gandhi (lo mismo que en Luther King). En el segundo acto, el espíritu guía es Rabindranath Tagore. El tercer acto está presidido por el reverendo Martin Luther King quien, situado de espaldas al público, parece más al presidente Obama que al reverendo Martin. No pudo haber sido un error del director de escena Phelim McDermott ni de Philip Glass, sino un guiño evidente al actual Presidente, tan vapuleado por los demonios financieros.
Música adictiva
La música es sobria, repetitiva, plena de ritmos adictivos, minimalista (a Glass no le gusta que le digan así); una música que martilla la conciencia una, cien, mil veces, pero que no cansa; al contrario: es agradable. La ópera abre con la notas graves del chelo, luego se va alternando con otros instrumentos de cuerdas y maderas en los alientos, nada de metal. La música de Glass no es sólo para gente seria, es para todos.
Las voces mantienen un magnífico nivel interpretativo. El peso de la representación cae sobre todo en Richard Croft, quien encarna a Gandhi, por cierto un Gandhi robusto y blanquito, un poco distinto al original. Kim Josephson hace el papel de Mr. Kallenbach. Rachelle Durkin es Miss Schlesen y Alfred Walker es Parsi Rustomji.
La escenografía es estupenda (minimalista también); saca partido de pocos recursos pero éstos son empleados de manera creativa hasta el asombro. Por ejemplo, en una escena los actores cruzan el escenario con bandas de cinta transparente (diurex) y con el juego de luces el resultado es asombroso. La escena con el Señor Krishna -quien baja a la Tierra pintado con su azul característico- es inolvidable.
Aparecen también por el escenario títeres gigantescos (diseño de Julian Crouch). El simbolismo es evidente: su enorme tamaño contrasta con la dimensión de los hombres; sin embargo, son mucho más frágiles que el más pequeño de los humanos; son puppets de papel, varillas y alma de aire.
Finalmente, el mensaje que Glass desea posicionar está en lo expresado por Gandhi al terminar la obra: El Señor (Krishna) dijo: He pasado por numerosos nacimientos al igual que tú. Los conozco todos, pero tú no. Porque siempre que la ley de la justicia se marchita y aparece la ilegalidad me regenero en la Tierra haciendo retroceder al mal y poniendo a la virtud de nuevo en su trono . Así que seguiremos esperando a la virtud.