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China y México: cultura al margen
El sector cultural tuvo escasa presencia en la agenda de los presidentes Enrique Peña Nieto y Xi Jinping. Tampoco hubo un despliegue de eventos culturales; la reflexión intelectual, ausente.
A la memoria de Gabi Caccia, hermana de mi hermano Eduardo Caccia.
Tiempo atrás me quejé de que la OFUNAM programara un director de orquesta chino y no interpretara música china. El sábado 1 de junio, a unas horas del arribo del presidente Jinping, en su carácter de director huésped, Zhang Guoyong trazó de forma impecable la Suite China del compositor Bao Yuan-Kai (1944). Esta magnífica revelación ocurrió como parte de una temporada cuyo diseño fue tiempo atrás. La coincidencia, lamentablemente, se desperdició sin la promoción adecuada, con una sala que estuvo lejos de agotar sus localidades y sin el ejercicio diplomático que imponía (ninguna autoridad de la UNAM ni de la Embajada en la Sala Nezahualcóyotl).
¿Tenía sentido esforzarse por negociar que la reunión bilateral contemplara al menos un panel donde se discutieran las relaciones culturales, los asuntos de comercio que, más amargos que dulces, comparten las naciones en el sector cultural? Si acaso pasó por la mente de los equipos de trabajo que se encargaron de la visita, de seguro que el argumento que privó fue falta de tiempo.
En mi solitario caso, afirmo que ambas autoridades no le dieron importancia (será porque no hay mucho que negociar) y además no quisieron meterse en problemas propiciando un espacio crítico. Más por la parte oficial mexicana; las chinas por sistema rehúyen, Winnie Pooh y Tigger son testigos de ello. Pero también es cierto que al sector cultural aún le pasa de noche la importancia del conglomerado asiático (¿dónde se ocultaron los miles de defensores de la autonomía del Tíbet?). Y que quienes sufren las embestidas de la forma de mercar de los chinos, como lo son las empresas gráfica, del textil, del vestido, la bisutería, la artesanal y del juguete, se les habrá prometido las salvaguardas que, sabemos, no se les cumplirán, a cambio de no mostrar en esos días su inconformidad.
Sin embargo, no todo fueron pérdidas para la cultura y el sector cultural. Lucerito se vistió de ranchera y cantó con mariachi en la cena de gala, velada en la que el Ballet Folklórico de Amalia Hernández ejecutó cinco cuadros a tono. Las primeras damas, Peng Liyuan y Angélica Rivera, visitaron Televisa, cuyos melodramas son gran negocio y por ello han moldeado la marca país de los mexicanos en China. Y mientras Barack Obama casi declama las bondades de nuestra patria ante docenas de estudiantes en el Museo de Antropología, a Xi Jinping lo sumergieron en la sabiduría maya bajo en influjo de Chichen Itzá.
Se establecieron algunos acuerdos en materia de cooperación turística, cultural, científica y educativa. Por ejemplo, tendremos en algún momento un Centro Cultural de China en México, mientras que la UNAM abrirá un Centro de Estudios Mexicanos en Beijing, se ampliará el programa de becas sobre todo para mexicanos, la Secretaría de Economía pondrá una oficina especial (no bastan la Embajada, ProMéxico y Bancomext), se traerán más turistas chinos y los productores de tequila no tendrán restricciones para vender (esperamos que la cadena productiva que supone aumentar la presencia de la bebida no se tope con la muralla).
Mire usted este medio de contraste. El periódico Reforma (miércoles 12), en nota de Óscar Cid, dio a conocer un invento: Ollin, un juguete armable que se venderá en kits con diferentes tipos de animales, cuyo nombre en náhuatl significa movimiento perpetuo. Fue creado por el diseñador Gilberto González, de 27 años, que trabaja para el despacho Trecho Innovación. La producción industrial está a cargo del corporativo chino Gashaball. Se hará de esa manera porque ante los chinos no se puede competir , sentencia sin ambages y agrega: Se podría hacer aquí, pero el costo sería muy elevado en comparación a China (el precio de salida sería del triple a su manufactura en el país asiático). No es fácil ponerse uno a uno con los chinos. Son el taller de Santa del mundo .
Para el director del despacho, Luis Bermúdez, estamos cerrando el círculo: nosotros generamos el conocimiento, mientras China la producción y empresas estadounidenses la comercialización. Se trata de generar alianzas . Gilberto y su Ollin, como muchos otros productores culturales, asumirán el pragmatismo necesario para hacer negocios con China.
eduardo.cruz@eleconomista.mx