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14 de noviembre, Día Mundial de la Diabetes: por qué es urgente prevenir y detectar a tiempo
La diabetes se ha convertido en una epidemia silenciosa: crece entre jóvenes, provoca complicaciones graves como insuficiencia renal o amputaciones, y aún así muchos pacientes no tienen acceso a tratamiento. En México, más de 34,000 personas han sido hospitalizadas por esta causa en 2025.

Foto: Archivo
Cada 14 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Diabetes, una fecha instaurada para visibilizar el impacto de esta enfermedad en la salud pública y para insistir en la urgencia de fortalecer su prevención, diagnóstico oportuno y tratamiento.
Este año, el lema es “Diabetes en las diferentes etapas de la vida”, con el objetivo de recordar que afecta desde la infancia hasta la vejez y que en cada momento requiere atención y cuidados específicos.
La diabetes no solo es un reto médico, sino social y económico. De acuerdo con organismos internacionales, más de 828 millones de adultos viven con diabetes en el mundo, una cifra que se ha cuadruplicado desde 1990.
En la Región de las Américas, 112 millones de personas tienen la enfermedad, pero alrededor del 40% no lo sabe, lo que incrementa el riesgo de complicaciones graves.
México: alto riesgo, bajo control
En México, la diabetes se mantiene entre las primeras causas de muerte y discapacidad. Los datos del Sistema de Vigilancia Epidemiológica Hospitalaria muestran que hasta el tercer trimestre de 2025 se registraron 34,466 hospitalizaciones por diabetes tipo 2, principalmente en Tabasco, Jalisco y Puebla. Más de la mitad de los pacientes son mujeres y el grupo de mayor afectación se ubica entre los 55 y 64 años.
El panorama se agrava con las condiciones asociadas: 58% de los pacientes también presenta hipertensión, 14% vive con obesidad y otro 14% con enfermedad renal crónica. Además, un 33% reportó algún tipo de discapacidad derivada de la diabetes, principalmente visual.
A pesar de ser una enfermedad prevenible o controlable en muchos casos, solo 15% de los pacientes hospitalizados declaró realizar actividad física diaria y más de 5,000 hospitalizados reconocieron consumo de alcohol, factores que dificultan el control.
Una enfermedad con complicaciones severas
La diabetes no controlada puede causar daño en órganos vitales. Es una de las principales causas de ceguera, insuficiencia renal, infartos, amputaciones y accidentes cerebrovasculares.
En México, los principales motivos de ingreso hospitalario relacionados con esta enfermedad son infecciones y pie diabético, mientras que las defunciones ocurren con mayor frecuencia por infecciones, cetoacidosis o complicaciones cardiovasculares.
Prevención: el reto pendiente
Aunque la diabetes tipo 1 no puede prevenirse, la tipo 2 sí puede evitarse en muchos casos con hábitos saludables: alimentación equilibrada, actividad física, mantener un peso adecuado y evitar el consumo de tabaco. Dejar de fumar, por ejemplo, reduce entre 30% y 40% el riesgo de desarrollarla.
Sin embargo, una de las principales barreras sigue siendo el acceso a atención médica y medicamentos. En América solo 58 de cada 100 personas con diabetes reciben tratamiento, y aproximadamente la mitad de quienes necesitan insulina no la obtienen, ya sea por falta de disponibilidad o por su costo elevado.
Acción temprana y acceso equitativo
Organismos como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) llaman a fortalecer los sistemas de salud, garantizar el acceso a diagnóstico, insulina, medicamentos y educación para el autocuidado. Subrayan que la acción temprana salva vidas y evita complicaciones costosas para las familias y los sistemas de salud.
El reto es mayor entre niños, adolescentes y jóvenes adultos, sectores donde el sobrepeso, el sedentarismo y la mala alimentación van en aumento.
En la región, casi uno de cada cinco niños tiene obesidad, mientras que 81% de los adolescentes no realiza suficiente actividad física, lo que los coloca en riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 a edades más tempranas.
El Día Mundial de la Diabetes es más que una efeméride: es un llamado a reconocer que esta enfermedad se puede prevenir, tratar y controlar, pero requiere esfuerzo conjunto de gobiernos, personal médico, comunidad y familias. Detectarla a tiempo, mantener hábitos saludables y acceder a una atención digna puede marcar la diferencia entre una vida con complicaciones o una vida plena.



