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Política

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Meade, el virtual candidato

La coyuntura es otra y quedan algunas cosas interesantes por saber del precandidato simpatizante del PRI, especialmente de sus orígenes familiares, que como muchos mexicanos, es resultado de diferentes migraciones que llegaron al país en distintas épocas.

No sorprendió la renuncia de José Antonio Meade Kuribreña, ni su nominación como precandidato presidencial del PRI, sin ser militante. Lo que sí sorprendió fue la conducta de Luis Videgaray, quien de manera hasta cierto punto privada —pues fue en un acto con el cuerpo diplomático acreditado en México— elogiara desmesuradamente a Meade en una suerte de predestape. Más asombró la rápida respuesta presidencial, ocurrida el sábado previo a la renuncia de Meade a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.

Todos los despistados andaban en la ruta correcta, según se sabe hoy, aunque seguro no todo fue tan lineal como se quisiera pensar.

Me parece que las palabras de Videgaray traslucieron un cierto nerviosismo (¿dudas?) frente a la decisión exclusiva y unilateral de Enrique Peña Nieto. Quizá hasta el viernes por la mañana nada era definitivamente claro por los dos últimos interesados. Pero eso ya pasó, la coyuntura es otra y quedan algunas cosas interesantes por saber del precandidato simpatizante del PRI, especialmente de sus orígenes familiares, pues como muchos mexicanos, es resultado de diferentes migraciones que llegaron al país en distintas épocas.

De orígen irlandés

Por la parte paterna, José Antonio Meade es de origen irlandés. Tres hermanos, Richard, Harold y Denis Meade Roche, llegaron a México procedentes de Dublín en 1833, hace casi dos siglos. Esto implica que los Meade están más que aclimatados. Dionisio Alfredo Meade García de León Avellaneda, padre del actual precandidato, es hijo de Luis Maximiliano Meade Gómez (CDMX, 1907) y éste es hijo a su vez de Luis Maximiliano Meade Lewis (Monterrey, N.L., 1864) hijo de Denis Meade Roche (Dublín, 1804). Los descendientes de Denis, Dionisio y sus hermanos se establecieron en Tamaulipas, Nuevo León, Jalisco, San Luis Potosí, Querétaro y posteriormente en la capital. Tal vez fueron de los primeros inmigrantes no españoles, ni portugueses ni franceses que llegaron al México independiente; lógicamente, eran católicos, porque así lo exigían las leyes del país. En el siglo XXI, la familia Meade en México es enorme.

Nacido en 1944, Dionisio Meade García de León es economista y abogado por la UNAM. Inició en el sector público en el Departamento de Asuntos Internacionales del Instituto Mexicano de Comercio Exterior en 1973 y posteriormente fue jefe del Departamento de Negociaciones Comerciales de la Secretaría de Hacienda en el sexenio de Luis Echeverría; subgerente de Política Financiera y Comercio Internacional en el Banco de México; director de Asuntos Internacionales de la SHCP, y coordinador general del Infonavit entre 1977 y 1982. Durante los sexenios de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, tuvo cargos relevantes en el Banco Obrero, Somex y la Secretaría de Hacienda, justo cuando su hijo José Antonio se incorporaba al sector público, primero en la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar) y luego en el IPAB, donde también trabajó Lorenzo, otro de sus hijos. Dionisio Meade fue diputado federal por el PRI entre 1997 y el 2000 y subsecretario de Enlace Legislativo de la Secretaría de Gobernación con Carlos Abascal en el sexenio foxista. Hoy, a sus 73 años, es presidente ejecutivo de la Fundación UNAM.

Como puede verse, Dionisio Meade ha dejado su vida en el sector público; priísta, confiable y tan institucional, que también sirvió en el primer gobierno panista. Pero hay otra parte explicativa: la relación familiar con uno de los fundadores del PAN y primer presidente del patronato de la Universidad Iberoamericana (Fomento de Investigación y Cultura Superior AC, FICSAC), el abogado Daniel Kuri Breña. La esposa de Dionisio Meade y madre de sus hijos, Lucía Kuri Breña Orvanos, es hija del abogado y escultor José Kuri Breña y sobrina carnal del filántropo y panista zacatecano de raíces libanesas. Daniel Kuri Breña emparentó con la familia Romero de Terreros, así que también hay un lado bastante aristócrata de la parentela. Por otra parte, en San Luis Potosí, una de las frases de la élite local es: “¡¿Y qué van a decir los Meade?!”, cuando se trata de cumplir con los requerimientos sociales comme il faut para evitar el “qué dirán”.

Así, José Antonio Meade es fruto de diversas raíces étnicas que confluyeron en México y le dieron la imagen de un país plural en muchos más sentidos de los que se piensa. Las familias Meade y Kuribreña coinciden en su identidad católica, su inclinación hacia la abogacía, a la derecha y al estímulo de la cultura.

Dionisio Meade se ha esmerado en establecer puentes y relaciones con la clase política. Conoce bien el sector hacendario, financiero y de comercio internacional. También, a diferencia de su hijo, tiene experiencia legislativa y partidista. Pero quizá lo que resulte ahora más importante para José Antonio Meade son las relaciones que gracias a su padre puede tener con el priismo, aunque también él mismo las ha cultivado lo mismo que las panistas, y, por la parte materna, su relación con la comunidad libanesa, que le puede ser de muchísima utilidad. Se calcula que en México hay más de 1 millón de personas de origen libanés, entre las que se encuentran empresarios relevantes, como Carlos Slim, Alfredo Harp y familias como los Maccise, los Checa, los Kuri, los Ahued, los Chedraoui que se encuentran en diferentes ámbitos de la vida nacional, incluido, el político.

A casi un siglo y medio de la llegada de los primeros “turcos otomanos”, uno de sus descendientes se enfila a ser candidato de un partido que en sus orígenes privilegiaba la identidad nacional de sus militantes y rechazaba a los mexicanos de primera generación. Ello fue una de las razones del surgimiento del panismo: la necesidad de un canal de expresión política para los mexicanos que, por su identidad católica o por ser hijos de extranjeros, no eran considerados aptos para militar en el Partido Nacional Revolucionario, hoy PRI. Hoy, José Antonio Meade Kuribreña puede presumir de conjugar una herencia panista-priista con una identidad comunitaria, que pueden devenir en un apoyo extrapartidario de nodal importancia.

Está el vínculo con la Iglesia católica. Además de que el hoy precandidato priista nunca ha ocultado su filiación religiosa, sin que se le pueda señalar como un católico intransigente, un primo hermano de la señora Kuribreña de Meade es sacerdote misionero del Espíritu Santo.  Por ello, resulta extraño que Videgaray, amigo de Meade, lo haya comparado con Plutarco Elías Calles, aunque ambos hayan sido secretarios de Estado en distintas ocasiones. Nada que ver uno con otro ni en los orígenes —los Elías eran de Soria, España y llegaron a Sonora en el siglo XVII, el mote de “turco” era absolutamente inmerecido— ni en la estructura familiar: Plutarco Elías venía de una familia absolutamente disfuncional, mientras José Antonio Meade proviene de un entorno familiar sólido y la familia que ha formado sigue las mismas pautas. Si Videgaray pretendió enviar un mensaje para congraciar a Meade con los priistas comparándolo con Calles, demostró que su interpretación de la historia es singular. La sola mención reveló que el canciller Videgaray admira a uno de los personajes más controvertidos del siglo XX mexicano. ¿Será que pretende seguir su ejemplo desde una posición de consejero áulico? ¿Sería un mensaje del inconsciente freudiano?

erp

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