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Negro como la nieve
El noir nórdico extendió su éxito de los libros a la televisión, a través de distintas series.
El thriller nórdico surgió en Escandinavia. Historias donde el lenguaje es simple y directo, el estilo sin metáforas y un ambiente que contrapone la fría naturaleza con la corrupción moral detrás de las cortinas del pináculo de la sociedad del bienestar.
El estilo del policial nórdico, cuyo mayor ejemplo son las novelas de Henning Mankell y su detective Kurt Wallander, pero también la trilogía Millennium, de Stieg Larsson, cobró tal popularidad en la última década que empezaron a surgir nuevas voces en los países vecinos. En Noruega (Karin Fossum, Jø Nesbo y Anne Holt), en Dinamarca (Jussi Adler-Olsen, Sissel-Jo Gazan, Peter Høeg), en Suecia (Leif G.W. Persson, Johan Theorin, Camilla Läckberg) y también en Islandia (Yrsa Sigurðardóttir y Arnaldur Indriðason).
El noir nórdico ha extendido su éxito a la televisión con series como The Killing y El puente, que han merecido recreaciones estadounidenses y británicas. Lo interesante de estas últimas es que no surgen de adaptaciones literarias, sino de narrativas concebidas para el formato televisivo y el largo aliento que éste permite para desarrollar un misterio y a sus protagonistas.
El país con más bajo perfil en esta nueva tradición criminal es Islandia, quizá por su propia naturaleza geográficamente aislada. El policiaco islandés ha recibido más de alguna burla socarrona, cuando se argumenta que es uno de los pocos países donde muere más gente en la ficción que en la realidad.
Hace dos años, Baltasar Kormákur, el más logrado de los directores y productores cinematográficos de Islandia (101 Reikiavik, Jar City, Everest), sacó adelante un proyecto televisivo inscrito directamente en la tradición noir nórdica.
Se trata de Atrapados, una serie de 10 episodios que se estrenó con aclamación en el 2015 en el Festival Internacional de Cine de Toronto, y pronto fue adquirida y distribuida por la BBC y docenas de televisoras en todo el mundo (en nuestro país acaba de aparecer en Netflix).
La serie transcurre en un pequeño puerto del este islandés, siete años después de la crisis económica que sacudió el mundo en el 2008, y fue particularmente dura en Islandia (para mayor referencia, léase la primera parte de Boomerang de Michael Lewis).
Kormákur quiso hacer una mezcla de noir nórdico y Agatha Christie, pero esa descripción se queda corta. Sería más correcto decir que esta fascinante historia de gélido misterio tiene raíces en el western fronterizo y vasos comunicantes con Fargo (no tanto la película de los Cohen, sino la versión televisiva de Noah Hawley).
Atrapados inicia con un incendio. Una joven pareja que pasaba la noche en una fábrica abandonada se ve rodeada por las llamas. Siete años después de la tragedia, en medio de una terrible tormenta invernal, un cadáver mutilado es encontrado por unos pescadores. El descubrimiento coincide con la llegada de un ferry danés y con un sospechoso trato de bienes raíces que propone la creación de un puerto comercial con capital chino en el lugar.
Nunca en un policiaco cobró tanta relevancia el paisaje. Y ésa es quizá la mayor aportación de Islandia al género. Porque en la Islandia contemporánea, que apenas se recupera de la crisis, no hay el contraste de la sociedad de bienestar con la corrupción moral, tampoco hay una preocupación xenófoba o política en su sociedad.
El misterio, más bien, transcurre en un poblado que pareciera estar al borde del mundo civilizado. En uno de esos sitios donde el ser humano y sus aspiraciones son puestas en debida perspectiva por la naturaleza.
No hay un departamento policiaco urbano y eficaz como el que combinan suecos y daneses en El puente. Tampoco maquiavélicos supercriminales salidos de la mente febril de guionistas tratando de perturbar al espectador. Todo es aparentemente más simple. La investigación del crimen cae en manos de tres policías: el jefe Andri (Ólafur Darri Ólafsson, extraordinario) y sus dos alguaciles (para continuar con el argot del western). Uno de ellos, la inteligente y determinada Hinrika (Ilmur Kristjánsdóttir), se vuelve una de nuestras favoritas.
Como buen thriller nórdico, la serie de Kormákur (que dirigió el primer y último episodio) deja que cada historia y arco narrativo encuentre su propio ritmo. En un pueblito donde no pasa nunca nada, nos topamos de pronto con una doble tormenta, la natural y la criminal: un fraude, corrupción, un asesino, la mafia lituana, un círculo de tráfico humano, maltrato doméstico, turistas demandantes, voyeristas y una buena dosis de melodrama familiar.
Lo mejor que hizo Kormákur fue reunir talento detrás y frente a la cámara. Destacan la cinematografía deslumbrante del veterano Bergsteinn Björgúlfsson que consigue contrastar la belleza y brutalidad de la naturaleza con la atmósfera claustrofóbica del pueblo y la banda sonora de Jóhann Jóhannsson (nominado dos veces al Oscar), que flota en nuestra mente, añadiendo dimensión a las imágenes.
Atrapados es el mayor descubrimiento televisivo de la temporada. Una segunda temporada se filma con vías a estrenarse en el 2018.