Lectura 4:00 min
Los negritos en el arroz
Varios tipos de vándalos han hecho del país un paraíso del crimen, en donde el empresario promedio y el ciudadano común llevan todas las de perder.
De nueva cuenta fue revisado el pronóstico de crecimiento del PIB para el presente año, tanto por los expertos que consulta el Banco de México como por los especialistas de la SHCP, a menos de una semana de haberse dado a conocer la cifra para el tercer trimestre y a poco más de un mes de cerrar el presente ejercicio. Se menciona en algunos de los medios que la reforma fiscal y la caída en el consumo interno como las principales razones para la revisión, aunque a estos factores hay que agregar otros que están siendo igual, o más problemáticos.
Sin que necesariamente estemos siguiendo un orden cronológico, o de importancia de estos factores, podemos empezar por mencionar el problema de la sobrerreglamentación de la actividad económica, así como la falta de competencia, que impiden la formación de empresas medianas y pequeñas exitosas, que mediante una clara estrategia puedan convertirse en el mediano plazo en proveedoras de las grandes empresas exportadoras. Es muy difícil abrir un negocio y una vez abierto es muy costoso operarlo, lo que orilla cada vez a más empresas por optar por la informalidad. Si sumamos el incentivo perverso de los programas gubernamentales calificados dentro del rango de los programas sociales, para las empresas sigue siendo una mejor opción esperar a que le llegue su ayuda y luego cerrar a ir a intentar en otro giro y otra localización.
Podemos seguir, dentro de los problemas añejos que detienen el crecimiento, lo caro que es operar el sistema fiscal, independientemente de las tarifas que son elevadas, incluyendo aquí a todo el sistema de impuestos, seguridad y previsión social. Luego pasaríamos a lo caro de los servicios como energía y servicios especializados de administración, almacenamiento de datos, logística y servicios de cómputo, que realmente sacan del mercado a muchas empresas que operan con márgenes muy reducidos.
Luego pasamos a los factores relativamente nuevos, aunque algunos de ellos han estado presentes muchos años, sólo que nadie hablaba de ellos y mucho menos se quejaba de ellos. La corrupción, según dice una gran mayoría de empresas proveedoras del gobierno y contratistas, está peor que nunca; a esto le sumamos el problema de la ausencia del Estado de Derecho, en donde cualquier negocio puede ser víctima de un acto de vandalismo, a menos que pacte previamente con ciertos líderes para comprar su escudo protector, y ni qué decir de las autoridades encargadas de procurar justicia. La gran mayoría de víctimas las califica como desconfiables y una total pérdida de tiempo y dinero. Poco se habla del tema, pero al parecer está siendo cada vez más frecuente el delito de fraude cuando se adquiere alguna propiedad; el registro de la propiedad expide un certificado de libertad de gravamen y un notario da fe de la operación, aunque no tarda mucho en encontrar el nuevo propietario que la operación estuvo viciada.
Por último, aunque no de menor importancia, está el tema de la inseguridad, que entre extorsionadores, criminales, secuestradores, pandilleros y encapuchados han hecho de México un paraíso del crimen, en donde el empresario promedio y el ciudadano común llevan todas las de perder. Ante esto, el precio del petróleo, la baja actividad en China y Europa, la caída de los flujos de comercio y la falta de crédito palidecen. No es sorpresa que se haya revisado de nueva cuenta a la baja el crecimiento; ya nos habíamos tardado.