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Opinión

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Giorgia Meloni vs. Marine Le Pen

La extrema derecha europea, hoy tan en boga, tiene a dos mujeres como principales dirigentes: Giorgia Meloni es, desde hace año y medio, primera ministra de Italia y Marine Le Pen tiene buenas perspectivas de triunfo hacia las elecciones presidenciales francesas de 2027. Pero ellas no han tenido una buena relación entre sí. De hecho, el año pasado, cuando un ministro francés comparó a Meloni con la francesa, aquella se indignó e incluso se quejó por teléfono con el presidente Macron, quien se sintió obligado a enviar un emisario a Roma para apaciguarla. El mensaje de Meloni fue claro: no era una versión italiana de Marine Le Pen. Este incidente ilustra la profundidad de las divisiones dentro de la derecha nacionalista europea, las cuales pueden obstaculizar los esfuerzos de este sector político por ejercer una influencia determinante en el devenir europeo.

Del seis al nueve de junio se celebrarán elecciones en para el Parlamento Europeo y todas las encuestas presagian un muy buen resultado para las extremas derechas. Meloni lidera de facto al grupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), conformado por los Fratelli d’Italia, el partido Ley y Justicia de Polonia, el español Vox, Los Demócratas de Suecia, los Auténticos Finlandesas y el francés Reconquista. Le Pen es la principal fuerza impulsora del grupo Identidad y Democracia (ID), al cual pertenecen el francés Reagrupamiento Nacional (RN), Vlaams Belang (independentistas flamencos), La Liga de Matteo Salvini, el nerelandés Partido de la Libertad y hasta hace muy poco Alternativa para Alemania (AfD). Existen entre estos dos grupos diferencias programáticas, sensibilidades antagónicas y, sobre todo, choque de personalidades. Mantienen posturas alejadas en asuntos clave como la guerra en Ucrania, el nivel de alineamiento con la OTAN, el libre comercio e incluso en temas como la diversidad sexual. Además, no observan disciplina de voto en el parlamento y suelen privilegiar un enfoque nacional sobre los problemas continentales. Aunque tienen coincidencias en su contumaz actitud antiinmigración y su rechazo al ecologismo.

Con todo, los vientos favorables invitan a la unidad de la extrema derecha para rentabilizar el momento. El lunes Le Pen se mordió la lengua e invitó a Meloni a formar un solo grupo “con todos los conservadores y patriotas de Europa”. Pero se ve difícil el éxito de esta convocatoria. De hecho, muchos ven más probable la creación de un tercer grupo ultraderechista con la eventual participación del partido húngaro Fidesz (el de Viktor Orbán), recientemente excluido del centroderechista Partido Popular Europeo (PPE), y de Alternativa para Alemania, expulsada muy recientemente por Le Pen de ID por ser “demasiado tóxica”. En realidad, Meloni está más interesada en establecer una alianza con el PPE. La líder italiana ha asentado su liderazgo combinando una agenda ultraconservadora a nivel interno con una calculada dosis de pragmatismo en su política exterior. Ahora quiere maximizar su influencia en Europa. Su papel en el proceso postelectoral dejaría de ser clave si se realineara con Le Pen, quien está decidida a demostrar como “la Europa de Macron y Von der Leyen le está fallando a la gente común”. Además, muchos miembros de ECR no tolerarían la cooperación con partidos favorables a Moscú.

En el PPE están encantados con Meloni y calculan poder formar con ella mayorías alternativas en la Cámara de Estrasburgo. Esta posibilidad ha sido asumida por Ursula von der Leyen, la candidata centroderechista para reelegirse como presidenta de la Comisión Europea. Esta situación llevará a una legislatura menos predecible en una época donde la Unión Europea deberá reformular su proyecto para adaptarse a ingentes desafíos como la rivalidad de China, el desacoplamiento de Estados Unidos y la amenaza rusa.

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