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Opinión

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Focos rojos con la inseguridad en América Latina

En América Latina se percibe que el mayor crecimiento económico, cuando se tiene, no se traduce en un mejor desarrollo humano.

Acaban de publicarse valiosos estudios de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, al igual que del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre las paradojas del crecimiento económico reciente de América Latina y la inseguridad alarmante.

El crecimiento económico se derivó de la elevación de los precios mundiales de las materias primas causadas por aumentos en la demanda y la inseguridad fue el huevo que se convirtió en serpiente.

Los homicidios bajan en otras partes del mundo, menos en América Latina, donde se registraron en la década 2000-2010 más de ?1 millón de asesinatos. En más de 11 de 18 países, las tasas de homicidios superan la clasificación de nivel grave , con más de 10 homicidios por cada 100,000 habitantes. Sólo México aportó 80,000 muertos en seis años.

Esta inseguridad latinoamericana la hace muy vulnerable. Todos los países de la zona, excepto Uruguay, Argentina y Chile, son considerados de una vulnerabilidad media; Colombia y Haití, de una vulnerabilidad alta. Un Estado vulnerable es aquel en el que el gobierno no ejerce el control efectivo y total del territorio, no es percibido como legítimo por la mayor parte de la población, carece de capacidad para dar servicios básicos a los ciudadanos y no tiene el monopolio en el uso de la fuerza.

En América Latina se percibe que el mayor crecimiento económico, cuando se tiene, no se traduce en un mejor desarrollo humano.

También los estudios mencionados destacan el hecho de que el crecimiento económico ha sido de baja calidad, basado en el consumo y con una insuficiente movilidad social.

La inseguridad también obedece al proceso rápido y desordenado de la urbanización, fallas en el sistema escolar, abundancia de armas y narcotráfico.

El PNUD realizó encuestas en las cárceles de Argentina, Brasil, Chile, México y Perú, que evidenciaron profundos problemas sociales.

Algunos resultados son los siguientes: uno de cada tres internos abandonó su hogar antes de los 15 años; en todos los países más de 80% de los internos no completó 12 años de escolaridad; de los internos que habían cometido delitos sexuales, 82% declaró conocer a sus víctimas antes del delito y 30% eran familiares.

Heraldo Muñoz, director del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, hace señalamientos importantes sobre esta mezcla perversa de criminalidad y subdesarrollo. Dice: La creciente percepción de inseguridad y el adelgazamiento del Estado han estimulado la contratación de vigilantes privados, que ha crecido en América Latina a una tasa estimada del 10% anual .

La región tiene hoy casi mas vigilantes privados (3’811,302 ) que agentes de policía (2’616,753 ), siendo los agentes de seguridad privada de la región los más armados del mundo, con una tasa de posesión de armas por empleado 10 veces mayor que la de Europa occidental.

Esta privatización de la seguridad agudiza la desigualdad que experimentan los latinoamericanos .

¿Qué hacer? Es la pregunta. Tarea de titanes es la respuesta. O más terrenalmente hablando, políticas de Estado, muchas, para la seguridad ciudadana con medidas de corto y largo plazos.

emota_41@hotmail.com

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