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Opinión

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El uso de Internet: cuando la realidad supera la ficción

En la infancia me maravillaba Misión imposible, aquella serie de acción y sorprendentes gadgets, dispositivos tecnológicos principalmente utilizados para el espionaje. Un filme, de varias décadas atrás, en el que asombraban automóviles de conducción autónoma, computadoras que se encendían con la huella digital y se autodestruían después de revelar contenido ultrasecreto, virus que podían devastar al mundo, videollamadas telefónicas a través de un reloj.

Actualmente, muchos de los futurismos de aquellas películas los tenemos a la distancia de la mano, en el celular, en su mayoría por obra y gracia del Internet, tema central de estas líneas.

Si bien se ha avanzado mucho en la penetración de Internet en nuestro país, aún hay una gran distancia en la proporción respecto a otras naciones del mundo. En Corea del Sur, Reino Unido, Alemania y Suecia, nueve de cada 10 personas son usuarias de Internet, mientras que en México la proporción son siete de cada 10 (ENDUTIH, 2019).

Si en este país a donde voltees hay una persona con un celular en la mano, imagínese en otros más “conectados”. Esa magnífica herramienta, dicen algunos, que acerca a quienes están lejos y aleja a quienes están cerca.

El Inegi también estima que, durante el 2019, en nuestro país hubo 80.6 millones de usuarios de Internet, los cuales representan 70% de la población de seis años o más. Si revisamos el uso del Internet por edades, quienes más lo utilizan son el grupo que está entre 18 y 24 años, y el segundo lugar lo ocupa el grupo de 12 a 17 años.

Como es posible suponer —y considerando que las personas se pueden conectar a Internet desde distintos dispositivos—, de cada 100, 95 se conectan a través del smartphone, 33 por medio de una computadora portátil, 29 a través de una computadora de escritorio, 23 gracias a un televisor con acceso a Internet, y de ahí en adelante, con proporciones más bajas, el resto de las conexiones.

El uso de teléfonos inteligentes ha crecido exponencialmente y, junto con ellos, la multiplicación de las apps. Entre los usuarios de un smartphone, poco más de 48 millones instalaron aplicaciones en sus teléfonos. La mayoría instaló aplicaciones de mensajería instantánea. En segundo lugar, instaló redes sociales, y en tercero, aplicaciones para acceder a contenidos de audio y video. ¿No se identifica usted con esta estadística, incluso en el orden de instalación de las apps?

El Internet revolucionó, con una rapidez nunca antes vista, al mundo entero. Como si estuviéramos en una película de ciencia ficción, la incidencia del Internet, y de las tecnologías que lo utilizan, facilita pensar que —tal vez, en un futuro cercano— sea habitual convivir con robots que realicen la mayoría de nuestras tareas cotidianas; contactos a larga distancia a través de hologramas; viajes a otros planetas; aumentos radicales de la esperanza de vida y muchas más ahora ficciones, que ojalá nos toque ver. Al respecto, el desafío no es sólo técnico: hay muchas áreas del conocimiento, desde el derecho y la medicina hasta la ética que tienen el enorme reto de seguirle el paso al vertiginoso desarrollo tecnológico.

@VicenteAmador

Consultor de Comunicación, Asuntos Públicos y Estrategia Política.

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