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Opinión

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El poder internacional de la reina Isabel II

La figura de la monarquía británica tiene tres rasgos políticos muy relevantes en el siglo XXI: representa la jefatura del Estado, es equidistante al entramado de partidos políticos y es la figura máxima del soft power (poder blando).

No hay contradicción al decir que la monarquía británica no se mete en asuntos políticos y que, al mismo tiempo, sí tiene un determinado poder.

El poder blando es un término usado en relaciones internacionales para describir la capacidad de un país para incidir en las acciones o intereses de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológicos, con el complemento de medios diplomáticos.

El concepto de poder blando fue introducido por el profesor de Harvard, Joseph Nye.

La reina Isabel no tenía injerencia en los debates de la Cámara de los Comunes, pero sí lo tuvo de manera indirecta al haber realizado múltiples viajes al exterior como figura máxima del estado británico.

La reina Isabel cabildeaba los intereses de su país de manera no oficial y marcaba pauta. Se reunía con presidentes y jefes de estado. Estos sabían que, si querían sostener una buena relación con el gobierno británico, en gran parte dependía del Palacio de Buckingham.

Los poderes intangible y de relaciones públicas de la reina también tuvieron su impronta en el Derecho Internacional. Todos los acuerdos que los gobiernos británicos firmaron con el exterior, tenían un importante componente vinculado con la reina Isabel II.

De manera simbólica, que es la propia naturaleza actual de la monarquía, a la reina Isabel II podría considerársele arquitecta del derecho internacional por los múltiples acuerdos que conectó a su país con el mundo.  

En el terreno doméstico, los primeros ministros llegaban a Downing Street 10, sede del Gobierno británico, pero en cuatro, ocho o 12 años se mudaban. La reina se quedó por siete décadas en el palacio de Buckingham.

Tras la muerte de la reina queda el Reino Unido muy dividido y con riesgos de procesos de secesión.

Es claro que los nacionalistas escoceses desean ir a un nuevo referéndum debido a la nueva geografía política y comercial que ha representado el Brexit para el país británico. Por si fuera poco, en Irlanda del Norte, el partido republicano del Sinn Féin fue el más votado en las pasadas elecciones. Desde el siglo pasado la demografía de Irlanda del Norte muestra una tendencia clara hacia la reunificación con la República de Irlanda.

La desconexión de Reino Unido con el mundo, debido al Brexit, obligará al rey Carlos III a viajar mucho; a tener una buena cantidad de interacciones con el mundo.

Es secreto a voces que la reina Isabel estuvo en contra del Brexit; sabía que la unidad de los británicos se pondría en riesgo.

Carlos III, ¿será el arquitecto de la reconexión de Reino Unido con el mundo?

Lo veremos.

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