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Opinión

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El líder populista

Un trabajo reciente de Funke, Schularick,y Trebesch (FST), tres economistas del Instituto para la Economía Mundial de Kiel, titulado “Populist leaders and the Economy”, próximo a publicarse en el American Economic Review, examina con rigor las características y consecuencias económicas del populismo. Utilizan una gran base de datos de 51 líderes populistas entre 1900 y 2020. En lo que sigue, reproduzco interesantes aspectos de este trabajo. Viene al caso porque es una descripción fiel de “libro de texto” del perfil de López Obrador.

La retórica antisistema de los políticos populistas ha tenido un éxito excepcional en la última década: más del 25% de las naciones actualmente están gobernadas por populistas. El trabajo pionero sobre el populismo macroeconómico latinoamericano se atribuye a Dornbusch y Edwards en 1991. Pero FST profundizan mucho más allá.

Los autores definen al populismo como un estilo político centrado en una lucha del “pueblo contra el establishment”. Los populistas colocan la narrativa de “pueblo contra élites” en el centro de su agenda política y luego afirman ser el único representante del “pueblo”. Dicen representar a la “verdadera gente común” contra las “élites” deshonestas, separando así a la sociedad en dos grupos antagónicos. Los populistas suelen describir al “pueblo” como una mayoría sufriente, inherentemente buena, virtuosa, auténtica, ordinaria y común, cuya voluntad colectiva se encarna en el líder populista. Por el contrario, “la élite” es una minoría innatamente corrupta, egoísta y acaparadora de poder, que supuestamente saquea al país a expensas del pueblo. Es una “oligarquía” definida como todos aquellos que no son “el pueblo”.

Otras características del líder populista: (I) carismático/personalista/paternalista; (II) la pretensión de liderar un “movimiento político” no tradicional; (III) simplificación de problemas complejos; (IV) uso de lenguaje sencillo, agresivo, polarizador y provocativo; (V) autoritarismo; (VI) visiones del mundo nacionalistas y nostálgicas; (VII) demandas de democracia directa vía referendos; (VIII) la simpatía por las teorías de la conspiración; (IX) ejercer el presupuesto para fines clientelares.

Para implementar la “voluntad del pueblo”, los populistas a menudo debilitan las instituciones establecidas y los derechos de las minorías. Tienden a cambiar las reglas constitucionales y electorales a su favor y reprimir la oposición política.

El análisis señala importantes costos económicos del populismo a mediano y largo plazo. Prácticamente todos los países gobernados por populistas experimentan resultados económicos deficientes, evidenciados principalmente por una disminución sustancial del PIB real. Los controles y equilibrios democráticos se erosionan, al igual que las libertades judiciales, electorales y de prensa. El populismo corroe las ventajas económicas de las instituciones democráticas.

Algunas características que FST no señalan y que AMLO las posee con creces son: del populismo al autoritarismo solo hay un pasito, la corrupción es un instrumento que compra voluntades y la atracción exacerbada a la militarización de la vida pública.

Twitter: @frubli

Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.

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