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El 2025 en el transporte aéreo
Rosario Avilés | Despegues y Aterrizajes
A lo largo de 2025, el sector del transporte aéreo confirmó que la salida definitiva de la crisis post pandemia no significó, ni en México ni en el mundo, el regreso a un entorno de estabilidad. Por el contrario, el año estuvo marcado por una combinación de crecimiento de la demanda, tensiones operativas, presiones regulatorias y un entorno geopolítico que sigue condicionando a la aviación como industria estratégica.
En el contexto global, la demanda de pasajeros terminó de consolidarse por encima de los niveles de 2019, particularmente en los mercados de Norteamérica, Europa y Medio Oriente. La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) insistió durante todo el año en que la aviación volvió a ser un motor clave de la conectividad y el comercio internacional, pero también que la rentabilidad del sector sigue siendo frágil. Los costos del combustible, la volatilidad monetaria, el congelamiento del cielo ruso y las aeronaves occidentales; las disrupciones en las cadenas de suministro y sus consecuencias en la producción y certificación en fabricantes como Boeing y Airbus, limitan la capacidad de muchas aerolíneas para crecer al ritmo de la demanda.
A este escenario se sumó un endurecimiento regulatorio en materia de seguridad, sostenibilidad y control de calidad, impulsado tanto por autoridades nacionales como por organismos multilaterales como la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). La presión para acelerar el uso de combustibles sostenibles de aviación (SAF), reducir emisiones y cumplir con CORSIA avanzó más rápido en el discurso que en la realidad, lo que muestra la brecha entre los compromisos climáticos y la disponibilidad real de insumos, infraestructura y financiamiento.
En México, 2025 fue un año de contrastes. Por un lado, el tráfico aéreo doméstico y el internacional continuaron creciendo, impulsados por el turismo, el aún presente nearshoring y la expectativa de más integración con Estados Unidos. Las aerolíneas mexicanas mantuvieron estrategias de expansión selectiva, fortaleciendo rutas rentables y apostando por una flota más eficiente. Sin embargo, este crecimiento volvió a chocar con cuellos de botella estructurales y coyunturales, en el caso de los motores P&W.
El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) es el símbolo más visible de estas tensiones. Las restricciones de slots, la falta de recursos para hacerle una cirugía mayor y la prisa por el mundial, mantuvieron un clima de incertidumbre para aerolíneas, inversionistas y pasajeros. Al mismo tiempo, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) aún no logra consolidarse, lo que evidencia que la infraestructura por sí sola no resuelve problemas de conectividad, sin una estrategia integral de mercado, incentivos y planeación de largo plazo.
En el plano institucional no está clara la gobernanza ni se han comprendido los estándares que se piden a la seguridad operacional y la alineación con estándares internacionales. El bilateral con EU es una asignatura pendiente y un recordatorio de que la aviación es un sector con errores regulatorios de costos económicos y reputacionales inmediatos.
Así, 2025 cerró como un año de oportunidades contenidas. El transporte aéreo demostró, una vez más, su capacidad de recuperación y su papel clave en la economía global y nacional. Pero también dejó claro que el crecimiento sin planeación, la infraestructura sin estrategia y la regulación sin visión sistémica pueden convertirse en frenos severos.