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Opinión

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Seguridad como prioridad

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Rosario Avilés | Despegues y Aterrizajes

Rosario Avilés

Desde fines de 2020, cuando la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) inició la auditoría de seguridad en México, se sabía que el país tenía enormes rezagos. Para 2021 nuestro país caía en Categoría 2, lo que desnudó las carencias que acusaba la autoridad aeronáutica (ya para entonces en la Agencia Federal de Aviación Civil -AFAC- que sustituyó a la antigua Dirección General de Aeronáutica Civil-DGAC-) y que son de larga data. De hecho, los resultados de la auditoría que se hizo en el 2010 y que llevaron a México a estar en Categoría 2, aunque por poco tiempo, fueron muy similares a los hallazgos del 2021.

Remontar la Categoría 2 le costó al país poco más de dos años y mucho dinero, tanto en estudios, cambios y contratación de asesores y supervisores, como en divisas perdidas por la limitación de vuelos desde México hacia Estados Unidos. ¿Qué tanto implica este costo? Es difícil saberlo porque no se hizo ningún cálculo ni se manejó oficialmente ninguna cifra.

Pese a que se celebró por todo lo alto el regreso a Categoría 1 en los parámetros de la FAA, meses después la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) realizó su propia auditoría de seguridad, ahora sobre 16 de los 19 anexos del Convenio de Chicago, y los resultados no fueron mejores.

La buena noticia es que la OACI no suele categorizar a los países según sus resultados de auditoría. La mala es que los resultados son absolutamente públicos y transparentes, y así pudimos enterarnos de las falencias que aún acusa nuestro sistema de supervisión de la seguridad y cómo México está abajo del promedio mundial (no del nivel deseable, sino del promedio) en seis de los ocho grupos de competencias medidas.

Los recortes presupuestales y otros problemas que se detectaron en AFAC después de las auditorías hacen prever que la situación haya empeorado, ya que hay quejas constantes de la falta de presupuesto para cumplir los compromisos, para realizar exámenes e incluso para solventar los plásticos con que se elaboran las licencias para los pilotos, no se diga para contratar y pagarle a supervisores. Un asunto que debería merecer la atención de quienes hacen el presupuesto anual puesto que la seguridad es prioridad.

Cuando los pilotos mexicanos han ido a volar a otros países se les hacen exámenes muy rigurosos. Se ve difícil que aquí ocurra lo mismo por lo ya dicho, y esto sí resulta preocupante cuando se reciben tripulaciones de países con los cuales no hay convenios que aseguren la homologación.

Lo oí en 123.45: Hace una semana comentamos aquí algunos puntos sobre la incompatibilidad de la legislación mexicana con las autorizaciones que se dieron a empresas de Malta y Lituania para los arrendamientos húmedos a aerolíneas del país. También algunas reflexiones sobre las atribuciones de autoridad civil equiparada que tienen los comandantes en vuelo sobre territorio nacional. De 400 mensajes, 25 de ellos -todos muy parecidos entre sí, por cierto, en lo que se suele llamar “nado sincronizado”- se lanzaron en contra de lo aquí vertido. Siempre habrá espacio para la discusión seria y para el debate, pero ante los insultos no se puede hacer gran cosa. Cuando sobran los adjetivos es que faltan los argumentos.

Rosario Avilés

Periodista especializada en aviación y aeropuertos, con más de 30 años de experiencia en el sector. Es fundadora, editora, columnista y colaboradora en diversos medios de comunicación, incluyendo A21, El Economista, Reforma, y la columna "Despegues y Aterrizajes" que publica en La Crónica de Hoy.

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