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Es piscis, romántico, comandante y dictador

Un acercamiento al hombre que dirige el futbol internacional, que pasó de dirigir la Asociación de Ligueros al deporte más popular del mundo.

Botón Mundial Brasil 2014

No es un cuarto de guerra pero como si lo fuera. En Zúrich, en Strasse número 20, hay una enorme habitación casi herméticamente cerrada; allí todo es gris y negro, las sillas son de piel, hay una enorme mesa donde 28 personas deliberan y cada lugar tiene una pantalla, micrófono y muchas cámaras lo vigilan todo. El piso es del mármol más fino y ni siquiera los tres arreglos florales al centro del lugar son capaces de quitarle el aire de búnker que hay en aquel sitio.

Cada vez que la puerta se abre, 204 naciones están pendientes de lo que ha ocurrido. De alguna manera su destino depende de lo que allí se diga –estén o no de acuerdo-. Les presento la sala del consejo de FIFA, el máximo organismo del futbol mundial, que es presidido por un piscis de 1.71 metros, que casi siempre se mira más pequeño que todos. Aquel hombre que hace cinco meses vistió de smoking negro, con zapatos relucientes y mancuernillas de oro y presentó una película en el festival de cine más importante del mundo, Cannes, es también uno de los más poderosos del planeta. Se llama Joseph Blatter.

Es licenciando en economía por la Universidad de Lausana y alguna vez -en su época de juventud- tomó el cargo de la Asociación Internacional de Amigos de los Ligueros. Su primera lucha fue defender que las damas se miraran sexys. Después de tres matrimonios con mujeres hasta 25 años menores que él, ha dejado su vida amorosa a segundo plano. Aunque dicen que los piscis si algo tienen es que son románticos, cariñosos y amables, no nos debería sorprender que en algún tiempo una dama le tome del brazo o de la mano.

Blatter ingresó a la FIFA en 1975 después de dedicar su vida algunos años a ser jefe de relaciones públicas en una oficina de turismo en Valais y secretario general de la Federación de Hockey de Suiza. Joseph empezó a cobrar relevancia en la televisión internacional por sus simpáticos shows cada vez que el máximo organismo de futbol hacía sorteos para la copa del mundo. En su juventud fue un delantero amateur que se tiraba clavados cuando lo tocaban dentro del área y metía 20 goles por temporada. Desde 1998 todas las decisiones de este deporte dependen de su sí o no .

La prensa internacional le apoda el Napoleón del futbol. Y no desentona. Lo es en realidad. Tiene en su habitación al menos 10 condecoraciones militares. Los gobiernos de los países no han encontrado otra forma de honrarle que otorgándole sus más altas distinciones. Para la República Centroafricana, Blatter es el Comandante; en Marruecos le han entregado el Gran Cordón Wissam –una orden militar creada en la época de la colonia para premiar el heroísmo-; en Djibouti es Comandante de la Orden Nacional; en Túnez tiene la Orden del Trono.

Hace algunos meses hizo burla de Cristiano Ronaldo imitando a un soldado; aunque se disculpó, fue criticado. Para ser sinceros, él sí que pertenece a esa clase y de los más dictatoriales.

Aquel que ose ponerse en su contra es desafiliado. Ningún gobierno puede interferir en el futbol porque son expulsados y quien se atreva a demandarles también debe buscarse sitio en otra parte.

Después de una serie de actos de corrupción, como reventa ilegal de boletos desde el Mundial del 2006 y el debate por la compra de votos para otorgar la sede del Mundial 2022 a Qatar, la FIFA ha creado un organismo de transparencia, que lo único que no puede tocar es el salario de Joseph (nadie lo conoce o al menos no es público). Se especula que es de 1 millón de dólares, mucho más que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama.

Este mismo año apenas llevamos siete meses y Blatter ya ha viajado a 14 países. Es capaz de reunirse un día con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, y al siguiente con el presidente de Palestina y nadie le pregunta ni le pide tomar bando. Hace un año lo recibió el papa Francisco y meses después viajó a Argelia, donde los musulmanes predominan.

La Canciller de Hierro, Angela Merkel, de Alemania, caracterizada por la rudeza de sus discursos y políticas, siempre le trata de manera cordial y amable. Dilma Rousseff le permitió tener en su casa un torneo que probablemente le cueste la reelección presidencia, después de destinar más 14,000 millones de dólares para el torneo que Blatter llama copa del mundo.

Para aquella tarde en el festival de Cannes, con el smoking, los zapatos brillantes y dando una conferencia de prensa de una película que él mismo mandó hacer y le costó 27 millones de dólares, Joseph se miraba pequeño, tan terrenal comparado con los galanes y modelos que desfilaban vestidas con trajes largos, cortos. Pues ese señor de 1.71 metros, sépanlo... gobierna el mundo.

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