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Louisa M. Alcott, por droga, dinero y sexo
Vi el documental The Woman Behind Little Women. Qué interesante fue doña Louisa May. ¿Cómo pudo escribir algo tan aburrido como Mujercitas?
A Louisa May Alcott, autora de Mujercitas, le gustaban las drogas y el dinero. Corrijo: amaba las drogas y el dinero.
Considerémoslo: la escritora de una novela amada por generaciones de niñas, una prédica de la decencia y la rectitud, fue adicta al opio casi toda su vida y públicamente reconoció que sólo había escrito su obra máxima ( esa papilla moral para niños ) para ganar dinero. Mucho dinero.
¿Lo consiguió? Sí, por supuesto. También reconocimiento. En los Estados Unidos de finales del siglo XIX, Louisa May Alcott fue una autora tan leída como Mark Twain. Doña Louisa May tuvo una vibrante vida pública: fue abolicionista, apoyó la educación activa e igualitaria, sufragista hasta el tuétano, hasta militante en la Liga de la Temperancia (que predicara la sobriedad y la temperancia al mismo tiempo que le daba al hachís demuestra que era una excelente dama complicada). Siempre fue incluida en la lista de los escritores más importantes de su tiempo. Una personalidad formidable.
La espina en el costado de Louisa May: no alcanzó el éxito con las historias que de verdad llevaba dentro. Cuentos de prostitutas y asesinos, de rateros y de traficantes de opio, de los muelles y los burdeles; Louisa May los escribió de jovencita y bajo seudónimo: nunca se vendieron bien. Como el dinero era una urgencia, Louisa May las olvidó. Perdimos a la Quentin Tarantino del siglo XIX (Louisa May era bien pulp fiction), obtuvimos a la predecesora de J.K. Rowling, con la salvedad de que a Jo Rowling sí le gustan los niños. (En su carrera pos-Harry Potter a Rowling le está gustando lo policiaco. ¿Louisa May, la venganza?).
Nunca se casó, la formidable señora Alcott. Prefería ser una alegre solterona y remar su propia canoa a tener que soportar que nadie, un hombre o quien fuera, le dijera qué hacer con su dinero.
¿Cuarto propio, Virginia Woolf? Money in the bank to my name, baby! El dinero puede ser la raíz de todo mal -decía-, pero es una raíz tan importante como las papas. Nadie puede vivir sin papas .
Opio, dinero, fama. Al parecer a Louisa May sólo le faltó el sexo para ser la ultimate rockstar before the rockstars. ¿Será? Harriet Reisen, autora del documental The Woman Behind Little Women, cuenta que Louisa May tuvo un romance apasionado con un muchacho polaco. Aunque, la verdad, a la Alcott los ojos se le iban detrás de las jovencitas. Con varias sostuvo amoríos y nadie la regañó por ello (Mucho antes que tú, Simone de Beauvoir).
De chica nunca leí Mujercitas. Vi la versión caricatura japonesa: me parecía horrible. No había acción (bueno, había guerra, pero las mujercitas March sólo se enteraban por cartas) y no había heroínas (sólo Jo March, que se convertía en una escritora sentimental, si no recuerdo mal).
Las March eran cuatro niñas aburridas: soñaban con el amor, doblaban sábanas, acumulaban polvo, la vida doméstica de una oruga. Horror. ¿Cómo pudiste vender eso, Louisa May, fumadora de opio y amante ambidiestra?
La adolescente que fui hubiera sido fan de aquellos cuentos tempranos a los que Louisa May tuvo que renunciar. El género noir era lo mío: Ellroy, Leonard, Chandler, El complot mongol, de Rafael Bernal. No era un mundo de mujeres o un mundo donde las mujeres salieran triunfales y si lo hacían era como comparsas del (anti)héroe.
Me sentía un bicho raro leyendo novelas tan poco femeninas. Tardé mucho en encontrar escritoras criminales (y no me vengan con Agatha Christie, por los dioses. Eso no es noir, es ¿Adivina quién?). No son tantas, pero las hallé: maestras del género como Highsmith, Dorothy B. Hughes, Megan Abbott y otras, como Joyce Carol Oates y Donna Tartt, han tomado elementos del noir para hacer obras sin par.
Si Louisa May se hubiera ido por el camino de la maldad literaria, ¿habría más autoras de noir? Puede ser.
O no. Quizá la habrían recluido en un sanatorio para mujeres histéricas, si tales había en Estados Unidos antes o después de la Guerra de Secesión. Habría sido la burla de los escritores que tanto la respetaban. Sus compañeras del sufragismo la habrían desconocido.
Quizá no habría pasado nada con Louisa May. No habría publicado nada ni habría tenido el money in the bank del que tan orgullosa estaba. Jamás habría sido la feliz solterona con sus propias luchas políticas, sus amores con hombres y mujeres y ese opio que, bien que mal, se compraba de su bolsillo.
Nunca leí Mujercitas ni pienso hacerlo. Pero, azucarado como suena, creo que está bien que Louisa May haya traicionado al noir si a cambio, como dice una mujer coreana en el documental The Woman Behind Little Women, millones de niñas y mujeres aprendieron que después de conocer a Jo March es imposible caminar dos pasos detrás de un hombre .