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Dr. Strangelove nos enseñó a no preocuparnos y amar el fin del mundo

Stanley Kubrick creó una cinta apocalíptica que mantiene su vigencia. Dr. Strangelove fue claramente concebida como una cinta precautoria, que pretendía despertarnos a los peligros de la bomba atómica , en palabras de Pauline Kael.

Publicado: 23.07.2016 - 23:06

Al pensar en el apocalipsis, mi mente siempre se desplaza a lo absurdo. Y no hay una consideración más absurda del fin de Estados Unidos que el clásico cinematográfico de Stanley Kubrick, Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb.

Dr. Strangelove fue parte de una serie de películas de suspenso que se representó la extinción de la vida en la Tierra como resultado de una guerra nuclear. Fail Safe, de Sidney Lumet, el mismo año que Dr. Strangelove, tomó la misma presunción básica de la película de Kubrick en el que una parte del comando estratégico aéreo ataca sus objetivos en Rusia sin la autorización correspondiente y lo interpretó de manera muy seria, sin lugar para las risas. On The Beach (1959) de Stanley Kramer, por su parte, fue una película muy seria sobre el fin del mundo en relación a un círculo de personas que aceptan el limitado tiempo que les queda en el planeta.

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¿Por qué Dr. Strangelove ha persistido en la imaginación del público más recientemente, con una reedición de la mano de The Criterion Collection en Blu-ray mientras que las otras se han desvanecido? No es únicamente porque Kubrick es un autor respetado; Lumet y Kramer son también muy reconocidos.

Permítanme sugerir que se mantiene viva en gran parte debido a su absurdismo. El tratamiento de la destrucción mutua asegurada y la locura era la única manera lógica para manejar una situación tan existencialmente horrible.

CRÓNICA: Stanley Kubrick: Memorias de un control freak
http://eleconomista.com.mx/entretenimiento/2015/03/08/stanley-kubrick-memorias-control-freak

Los críticos de la época se dividieron aún más sobre la voluntad de Kubrick para empujar la diversión del mundo en el extremo literal. Claro, hubo también elogios. Brendan Gill, en la edición del 1 de febrero de 1964 de la revista New Yorker, lo calificó como la mejor película americana que he visto en años , un sentimiento que tuvo eco en la misma semana por Stanley Kauffmann en The New Republic, quien lo llamó la mejor película estadounidense que puedo recordar . A pesar de los elogios para la película en la revista Variety ( un vehículo ideal para la explotación, que le debería de ir muy bien en la taquilla ), Columbia Pictures estaba nerviosa; el guionista Terry Southern recordó en un artículo de 1994 incluido en una edición de Criterion que incluso cuando Strangelove recibió la infrecuente buena opinión, (el estudio) desestimó la crítica como a un rojillo chiflado .

El estudio quizás tenía sus razones para estar preocupados, como muchos críticos que expresaron su preocupación por la visión del mundo de la película. El crítico de The New York Times Bosley Crowther escribió el 31 de enero de 1964, que su reacción hacia ella estaba bastante dividida , alabando las actuaciones y el humor, pero ridiculizando su fracaso en enviar un mensaje adecuado: Cuando prácticamente todo el mundo se convierte en un estúpido, loco o, lo que es peor, un psicópata Quiero saber lo que esa imagen demuestra (...) De alguna manera, para mí, no es divertido, es maléfico y enfermizo .

Uno podría esperar una reacción de este tipo de Crowther; sin embargo, su bête noire, Pauline Kael, reaccionó de forma similar. Dr. Strangelove fue claramente concebida como una cinta precautoria, que pretendía despertarnos a los peligros de la bomba atómica al mostrarnos la locura del curso que estábamos persiguiendo , escribió Kael en 1967.

Pero las advertencias de los artistas sobre la guerra y los peligros de la aniquilación total nunca nos dirán cómo se supone que debemos recuperar el control, y Dr. Strangelove sofoca la risa sobre la locura, no indica ninguna de las posibilidades para la cordura. (...) No es la guerra que ha sido despedazada hasta la risa, sino la posibilidad de una acción sensata .

El némesis de Kael, Andrew Sarris, escribió despectivamente sobre la obra de Kubrick en American Cinema (1968) que la película había optado por explotar el vértigo de las audiencias de clase media al nivel de la satírica revista Mad .

Algunos críticos amistosos quedaron desconcertados por el tono de la película, en parte porque el tono podía no transmitir la seriedad que las grandes películas se supone que tienen que transmitir.

En The Nation en 1964, Robert Hatch, concluyó su pieza sugiriendo que (Kubrick) y Terry Southern obtienen un placer en despellejar a sus contemporáneos que puede ser más efectivo como un humor sádico que como educación adulta . E incluso Kauffmann se lamentaba que la película no nos dice lo que tenemos que hacer para salvarnos .

Permítanme sugerir que este tipo de tono y esta falta de respuestas son las que han permitido a Dr. Strangelove perdurar. El fin de la vida en la Tierra es una propuesta fundamentalmente absurda, la muerte de un hombre es una tragedia y una película trágica puede adaptarse mejor a su historia; pero la muerte de millones es una broma cósmica, cuyo remate no necesita ninguna explicación.

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No puedo evitar pensar que la longevidad de lo absurdo es una de las razones por las que Idiocracy de Mike Judge no sólo ha perdurado, sino también ha prosperado desde su fracaso en la taquilla hace 10 años. Expresar hacia dónde se dirige la cultura estadounidense en términos de humor, ya que tanto Kubrick como Judge lo hacen a su manera, hace algo más que cortar a través del desorden psíquico de insistir en la enseñanza de una lección o mostrarnos cómo solucionar el problema. El absurdo resuena a través del tiempo. ¿Un plan de seis puntos para arreglar la burocracia? No tanto.

Sonny Bunch escribe sobre cine para The Washington Post.

rarl

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