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Cuando el sexo me enseñó ?a ser mujer
El sexo es más que velitas de canela y gruñidos: es risa y aventura. Lo aprendí gracias a un blog.
Para mi amiga la Otra Maja
La semana pasada se celebró el Día Internacional de la Mujer. El día me causa sentimientos encontrados. Hasta hace no mucho lo consideraba una forma más de victimizarnos como mujeres, como decir somos indefensas, volteen a vernos en este día . Después maduré.
Es cierto: millones de mujeres en el mundo están indefensas ante el abuso de una megaestructura social machista: lapidar a una adúltera, ok; levantarle la falda a una chava, ok; golpear a la esposa: usted se lo buscó, sea mejor en su papel de tapete. Soy afortunada. Crecí en una casa donde mamá y papá eran iguales, y nunca hicieron gran diferencia entre mis hermanos y yo. Todos teníamos la misma hora de llegada y a los tres nos daban nuestros cocos.
En mi joven vida sólo he vivido microagresiones machistas. Las microagresiones son esos gestos que parecen juegos o bromas, pero en realidad son perpetuaciones del ataque por la condición femenina. La primera microagresión que recuerdo es cuando niña no me dejaban entrarle a la cascarita de futbol de la cuadra porque la niñas no juegan fut . Qué envidia y qué felicidad me causan las niñas de hoy que juegan futbol en el equipo de sus escuelas o en la cancha local con la naturalidad del aire que mece los árboles. Ya en la universidad conocí a muchachas unos años más jóvenes que yo que le pegaban al balón con un cañón que Marcelino Bernal habría admirado.
Otra microagresión (casi macroagresión) que recuerdo fue la vez que un tipo con el que practicaba boxeo nos pegaba más duro en la careta a las mujeres que íbamos a la misma clase a hacer ejercicio y divertirnos; definitivamente yo no iba a hacer una declaración política feminista. Cuando el coach le llamó la atención, el hombre ese se encogió de hombros y dijo por lo bajo algo así como Si van a estar de entronas, que se aguanten .
Que se aguanten . En esa frase se resume la condición agraviada de muchas mujeres. En silencio, sin atreverse a decir Yo soy, yo opino, yo tengo derecho a gritar . Todos los días, camino a mi casa, paso por un gran cartel espectacular en el que ofrecen una recompensa por información por una jovencita desaparecida cuando iba camino a la prepa. Detrás de ese mensaje hay una familia desesperada y también una realidad pavorosa: en el Estado de México desaparecen cada vez más mujeres jóvenes. Su destino es incierto, pero debe ser el peor: la explotación sexual.
Pensaba en el sexo, tan terrible en ese caso, y tan maravilloso en el mío. De nuevo: soy afortunada. El sexo me enseñó a ser mujer plena y con derecho a ser tratada con respeto. No me voy a poner impúdica, la verdad es que a mí el sexo me da risa como si tuviera 12 años.
Pero vamos, les contaré: fue un blog de literatura erótica el que me hizo sentir que en el sexo se valía reír y la aventura. Que de hecho, sin risa y sin aventura, el sexo es nada más velitas prendidas con olor a canela y el trámite carnal que dura unos minutitos de gruñidos. Es el blog que firma un extraño personaje que solo es conocido como la Otra Maja. Su bitácora se llama Desde el hoyo y puede leerse acá: laotramaja.blogspot.mx.
Hace unos años que la Otra Maja no escribe en su blog, pero revísenlo, no tiene pierde.
Por último, quiero hacer referencia a la foto que corona este Garage. Es una place del Archivo Gustavo Casasola. Son un grupo de madres de familia que se manifiestan en contra de la educación sexual. Qué risa. Me imagino a mi amiga la Otra Maja pintándoles dedo y besando a su amante en turno.