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Arte e Ideas

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Cinemark, Conaculta ?y Cinemex

En el ámbito cinematográfico, la trama de la distribución y exhibición encierra intereses intocables.

Irreversible, la venta de Cinemark trae torta bajo el brazo. El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) tendrá que replantearle a Cinemex las condiciones en las que opera el complejo del Centro Nacional de las Artes (CNA). El terreno, las salas y el estacionamiento son en buena medida bienes públicos. Hacia 1994, todo se le facilitó a la empresa estadounidense a cambio de innovar el negocio y de programar cine mexicano. Tuvieron un tiempo privilegiado. ¿Qué les pasó en estos 19 años? ¿Fallaron por ineptos? ¿Los tomó desprevenidos Cinépolis? ¿Les cambiaron las reglas y el gobierno mexicano los contuvo en virtud de la dominancia del producto de Hollywood? ¿Por qué las administraciones de Bermúdez, Vela y Sáizar no advirtieron la debacle de Cinemark?

Quizá estemos ante la crónica de un duopolio anunciado. Según el ranking de las 500 empresas más importantes de México que anualmente publica la revista Expansión, al menos desde el 2007 la firma estadounidense ya estaba en la cola.

El reporte del 2008 consignaba cifras que se tornaron reveladoras año con año, considérese que aparece en junio y el análisis es sobre el año anterior. Cinépolis sumó entonces ventas netas por 6,600 millones de pesos y dio empleo a 11,000 personas. Dejemos de una vez en claro que las ventas netas son aquellas que ya descuentan, entre otros componentes, los impuestos y consideran no sólo los ingresos en taquilla, sino el conjunto de servicios que ofrece la empresa. Así las cosas, Cinemex generó 2,021 millones de pesos; MM Cinemas, 1,460 millones de pesos, y Cinemark, 811 millones. Las tres marcas emplearon poco más de 5,000 personas.

En el ranking del 2009, aún no se refleja cabalmente el crecimiento de Cinemex, quien reportó ventas netas por 1,820 millones de pesos con 2,552 trabajadores, en tanto que Cinépolis subió a 6,800 millones de pesos con 12,541 empleados y Cinemark incrementa su cifra a 873 millones con 951 jóvenes a su servicio (política laboral invariable en las distintas cadenas). ¿Qué significa la refriega de los números? ¡Vaya contraste de productividad! ¿Quién mintió a quién? Sigamos.

En el 2010 el negocio se pone bueno y el tenor de las ventas netas y los empleos registrados van así: Cinépolis 8,770/14,240; Cinemex 1,956/2,600; Cinemark 1,012/1,215.

En el 2011: Cinépolis 10,010/15,649 y Cinemark 989/1,110, es decir, Cinemex dejó de dar cuentas como lo hizo en el 2012, año en el que Cinemark tampoco las brindó. Cinépolis consigna 10,900 millones con 17,479 empleados.

El año bicentenario nos permite una tentativa de visión integral del subsector: ventas netas por 11,738 millones y 18,055 empleos. Los números arrojados tras el anuncio de la compra que espera el beneplácito de la Comisión Federal de Competencia, indican que en el 2012 los ingresos en taquilla fueron de 10,594 millones, considerando las tres grandes y las cinco pequeñas empresas. Cinépolis lleva la mayor partida con alrededor de 6,750 millones. El panorama incluye una asistencia de 226.7 millones de personas, 5,343 pantallas y 592 complejos, de los cuales 30 son de Cinemark y uno en asociación con el gobierno federal a través del Conaculta. El mercado quedará en 58.39% para Cinépolis, 39.45% para Cinemex y 2.16% para los demás. Un pastel de 17,000 o 18,000 millones de pesos y de más de 20,000 empleos directos: más que el Conaculta en ambos renglones.

Se alegará que en el país se replica lo que autoridades chinas, estadounidenses y de otras naciones hacen: fortalecer los monopolios nacionales.

Se percibe un acuerdo inspirado en populares juegos de mesa: ustedes exhiben sin que les estorbemos, nosotros les damos las películas, es decir, al modelo que trajo a Cinemark le tomó casi cuatro lustros degradarse, no sólo por no mostrarse en el complejo del Cenart los resultados de 19 años en pantalla de nuestro cine, sino también por la irresponsable autorización que se les dio en Pericoapa para vender varias de sus salas para abrir restaurantes ¡de franquicia! como IHOP.

A Rafael Tovar le regresa el destino al punto de origen. Con una nueva Cineteca Nacional, quizá sea mejor cortar con Cinemex. Tomar el negocio con una cadena pequeña para un nodo complementario, o bien, transformar de nuevo la infraestructura para otros usos. Sobran modelos de economía cultural. El tablero está sobre la mesa.

eduardo.cruz@eleconomista.mx

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