Un riesgo creado

La relación que guarda el riesgo de una inversión y el rendimiento requerido de la misma tiende en ocasiones a ir más allá de lo estrictamente racional, pese a que uno de los principios en torno de esta paridad es precisamente la racionalidad de los inversionistas.

Las microfinancieras pueden ser perfectamente analizadas desde la perspectiva de tal relación; sin embargo, concebir tasas de interés o rendimientos, dependiendo del punto de vista, resulta más que irracionales para un sector por demás afectado: los microempresarios.

Y es que el riesgo para este grupo parece más bien creado por las condiciones de los créditos mismos, esperar un retorno sobre el crédito cercano a 70% justificado en el alto riesgo es producto de entregar fondos precisamente a proyectos que no garantizan retribución alguna.

En efecto, el círculo vicioso sobre el que se encuentran los negocios en la base de la pirámide, en lo que a créditos se refiere, resulta interminable.

El préstamo es caro por la alta probabilidad de default, la posibilidad de incumplimiento se basa en una supuesta deficiencia del proyecto, y el proyecto puede no resultar exitoso por la falta del apoyo o por las condiciones del fondeo; entonces, ¿para cuándo hablaremos de desarrollo?

Los microcréditos colocados en un sector tan poco regulado y sin competencia alguna más bien están mermando la riqueza de los propios empresarios.

Un crédito de esta naturaleza deberá ir acompañado siempre de un análisis de factibilidad pero sobre todo de una asesoría en torno de la factibilidad misma.

Y con esto no se pretende hacer un proyecto rentable cuando éste no lo sea, simplemente es colocar correctamente los puntos sobre las i .

El principio básico de diversificación pretende mitigar los riesgos individuales, entonces ante la presencia de un vasto grupo de oportunidades de inversión a través de la colocación de créditos de baja cuantía, por qué le trasferimos el riesgo de la empresa al costo del préstamo.

Si lo que hace falta es mercado para disminuir los costos del riesgo, entonces el esquema de venta de fondos y su estructura es la falla, no así las condiciones de las empresas.

Hace falta innovar mucho más en los servicios financieros, ya que éstos se quedan cortos ante los grandes sueños de los microempresarios.

Si apalancar las ideas se traducirá en desarrollo, pues comencemos por darle forma y sobre todo fondo a los propios créditos.

*El MF Ricardo Gutiérrez es director de la Carrera de Contaduría Pública y Finanzas del Tecnológico de Monterrey Campus Toluca.

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