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El Chapo contó con pedazos de tortilla cada día que pasó en prisión
Sus vecinos de pasillo eran La Barbie, el Z-40 y Mario Cárdenas Guillén, todos narcotraficantes de alta peligrosidad que al paso de los reporteros gritaron: ¡Chapo, Chapo!

Un panfleto en el penal del Altiplano invita a los reos más peligrosos del país a que sólo la ley sea su salida de nuevo a las calles: Haz que la ley sea tu libertad . La invitación también iba dirigida al reo 3,578: Joaquín El Chapo Guzmán, quien, no obstante, cambió la ley por un túnel para recuperar su libertad.
Un grupo de periodistas nacionales e internacionales ingresó al penal del Altiplano, en específico a la celda 20 que ocupada Guzmán Loera, para constatar las condiciones en las que estaba recluido y, sobre todo, observar el boquete en su celda por el que escapó. El acto fue bautizado como el Chapotour.
Al pasar por el primer filtro del Altiplano, hay que despojarse de carteras, llaves, monedas, cinturones... De aretes, pasadores y peinetas en el caso de las mujeres; incluso no se permite el ingreso de billetes. Aquí los reos no necesitan dinero, porque no hay nada que puedan comprar: No hay tiendas , nos dicen los custodios.
Luego hay que llegar al lugar conocido como el polígono, donde inician otros 17 filtros y siete aduanas para llegar hasta el área de tratamientos especiales; es decir, las celdas de los reos más peligrosos recluidos en este penal. Conforme se avanza en los pasillos de laberinto, la ubicación se va perdiendo. Un oficial, dentro de una burbuja de vidrio blindado, controla eléctricamente el paso en cada filtro de seguridad.
En las aduanas se tiene que poner frente a las cámaras de monitoreo y mostrar la identificación a nivel de la barbilla, un protocolo que siguió en su momento la diputada panista Lucero Guadalupe Sánchez, quien visitó a Guzmán Loera unos días antes de que éste se fugara.
Son las 6 de la tarde; los 1,035 reos más peligrosos de este penal comen el menú del día: atún, arroz, melón, café y pan. Ninguno tiene platillos especiales, todos comen el mismo menú, comenta una señora que reparte los alimentos en el pasillo 2, donde a los presos no se les permite convivir con el resto de la población ni acceder a los espacios públicos, sólo tienen 15 minutos a la semana para tomar el sol.
Al llegar a la zona de tratamientos especiales, sube el nivel de tensión. Al paso de los periodistas, los presos todos a rape, a diferencia de Guzmán que lucía cabello largo el sábado pasado se arremolinan tras los barrotes, vociferan y gritan ¡Chapo, Chapo!, y otros con ya varios años de encierro piden fotos, que se acerquen los periodistas.
Del dormitorio 20, del pasillo 2 de tratamientos especiales del Altiplano donde se encuentran los convictos más peligros, fueron retirados los objetos personales de Guzmán. Sólo se observan los 506 pedacitos de tortilla que El Chapo colocó en un frasco cada día que pasó recluido. Un espejo de vanidad frente al lavabo de cemento, y la etiqueta del Pepto Bismol que utilizaba el capo para controlar sus problemas digestivos. También se ven cascaras de cacahuates, sus preferidos. Ya no están las sandalias que cambió por tenis cuando se fugó. Tampoco la chamarra de recluso que colgaba del perchero de cemento.
Lo que sí está es el pequeño boquete en la zona de regadera que le dio el pase clandestino a la libertad. Adentro de observan aún materiales utilizados: pinzas, barretas, un objeto hidráulico... El cuadro de piso recortado para que Guzmán ingresara al túnel también se encuentra ahí, y las autoridades no han detallado cuándo y cómo clausurarán el pasadizo que lleva a la bodega de la colonia Santa Juanita de Almoloya.
Édgar Valdés Villarreal, La Barbie, está recostado en su celda, la número 16, con un libro en la mano. No se inmuta ante el paso constante de personas en el Chapotour, pero 30 minutos después, ante el paso de otro grupo, lanza: ¡Esto ya parece un circo! . Aunque luego, se reincorpora en su cama de piedra con colchoneta y continúa viendo el partido de futbol entre las selecciones de México y Trinidad y Tobago.
El uso de pequeñas televisiones son autorizadas por el juez que lleva la causa del procesado. Guzmán Loera tenía una TV portátil, en la que el 11 de julio pasado, previo a su fuga, observaba el programa Sabadazo del Canal 2.
Mientras sigue el Chapotour, de una de las celdas del pasillo 2, sale custodiado Sigifredo Nájera Talamantes, El Canicón, sicario de los Zetas acusado de la ejecución de 15 militares y federales en Monterrey, y de las explosiones en el consulado de Estados Unidos en Tamaulipas, quien pide por favor a los custodios que le proporcionen un rastrillo.
También, sentado leyendo un libro, está Mario Cárdenas Guillén, quien justo en la celda 19 era vecino del Chapo, pero asegura que él no escuchó nada la noche del sábado pasado.
Los objetos personales del capo ya fueron recogidos por el personal de custodia, en contraste con el boquete en la zona de la regadera, por donde escapó Guzmán, que sigue abierto, como las esperanzas del gobierno federal de que en breve el Cártel de Sinaloa sea recapturado...