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Opinión

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Paradojas del voto nulo

No alces la voz y

merecerás respeto .

Chou Lao

Paradoja, lo que envuelve una contradicción aunque simulada, oculta. Paradojas del voto nulo: situaciones en las que se dan efectos distintos a los buscados. Si la democracia es como la vida en la que se gana y se pierde, el voto va cargando con las preguntas que no tienen respuesta. ¿Qué partido me garantiza la seguridad de la vida? ¿Qué candidato no pondrá obstáculos a lo que yo quiero testimoniar en silencio o a gritos? No se sabe. El voto apuesta a muchas cosas, entre ellas a un buen gobierno o que no sea malo en exceso. El voto nulo, con mayor fuerza simbólica conflictiva que el voto en blanco , no sólo se realiza como gesto que indica no saber cuál de los partidos representa un mal menor, sino que dice en silencio que ninguno de los que existen le gustan ni tampoco los candidatos que han postulado.

Hasta aquí todo parece ir bien. El derecho a votar implica el del voto en blanco y el voto nulo.

Pero, en la tarde de este 5 de julio, al cerrarse las casillas y computar los sufragios comienzan las contradicciones. Primera, los votos nulos aunque cuenten no forman mayoría, son para nadie, no eligen, son vacíos. Aun si pueden producir consecuencias colaterales con relación al universo de votantes, como en la asignación de plurinominales o en 2% que los partidos han de alcanzar como mínimo para mantener su registro, directamente no producen ninguna consecuencia positiva. Para que esto suceda, los anuladores tendrían que formar otro partido o impulsar una reforma que abra las puertas a las llamadas candidaturas ciudadanas , que por su imposibilidad misma son de por sí engañosas. Se cierra el círculo, pues en la siguiente elección surgirán nuevos anuladores.

La segunda paradoja se deriva de la primera. El voto nulo disminuye la intensidad de la competencia electoral. Entonces ganan fuerza el voto duro y el voto clientelar. Queriendo hacer mejor la democracia se la empeora. La tercera consiste en que el voto nulo debilita la legitimidad de las elecciones sin nada a cambio. Habría otras más, aunque todas encuentran sus premisas en las aquí registradas. Hay que aceptarlo, la democracia implica paciencia e impaciencia. Y la dosis exacta de esa mezcla no se conoce, nadie se la puede dar a los electores.

mail@eleconomista.com.mx

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