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Opinión

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Nuevos nubarrones

La situación es complicada y las soluciones parecen estar muy limitadas.

Las economías europeas mantienen la debilidad de su crecimiento, mientras que Japón y China han reducido su dinamismo, con lo que el precio de las materias primas continúa a la baja. Por si fuera poco, ahora la OPEP al parecer se ha enfrascado en una lucha por mantener el precio del petróleo con una tendencia a la baja. Según los expertos, ese intento por inundar el mercado de petróleo es para desincentivar a los productores norteamericanos de gas y petróleo shale, cuyos proyectos estaban siendo muy rentables con los elevados precios que se estaban registrando apenas unos meses atrás. La baja generalizada en los precios de materias primas está siendo reforzada por la debilidad mundial de la demanda y los bajos volúmenes de comercio que se están registrando. Esto parece apuntar hacia severos efectos sobre las denominadas economías emergentes, cuya actividad económica, generación de divisas y comercio dependen de la exportación de estos productos.

Muy posiblemente los organismos como el FMI y la OCDE reduzcan aun más su pronóstico de crecimiento para el cierre de año e inicios de año entrante, porque visto de cerca no existe por el momento algún indicio de que esta situación mejore. Por el contrario, la perspectiva del alza de tasas debida a la normalización de la política monetaria de la Reserva Federal podría terminar de afectar a las economías emergentes, por lo pronto causando depreciación de sus monedas y hasta una posible salida masiva de capitales.

En México la perspectiva es bastante incierta, ya que la producción de petróleo se ha reducido, y aunque no es la principal fuente de divisas pareciera que deberíamos empezar a ocuparnos más en el asunto. Por lo pronto ya se renovó la línea de crédito flexible con el FMI y aunque el peso sigue perdiendo valor, esto no se ha visto como una situación permanente. Los informes de finanzas públicas revelan que se mantiene el crecimiento de los ingresos tributarios, aunque sin mayor crecimiento es muy probable que dicha tasa se reduzca en el primer trimestre del año.

Varios economistas han sugerido que si la economía no ha reaccionado con la política monetaria que mantienen muy bajas las tasas de interés, se debería abrir la oportunidad de aplicar política fiscal, aunque como bien sabemos, esto puede resultar muy riesgoso, ya que sin expectativas de mayores ingresos fiscales, mantener un elevado déficit no es posible durante mucho tiempo, so pena de afectar otras variables, como las tasas de interés y posiblemente la inflación.

Sin una expectativa de crecimiento más elevado no es posible incentivar mayor inversión, que es una de las razones por las cuales las economías europeas no reaccionan. Incluso manteniendo muy reducidas las tasas de interés, sin opciones de proyectos productivos no hay demanda por crédito y el crédito al consumo también tiene una perspectiva limitada, como para incentivarlo tratando de que esto estimule a la demanda agregada. En este sentido posiblemente un aumento salarial más elevado que la expectativa de inflación para el año entrante, que es como tradicionalmente se revisan los salarios, podría generar cierto estímulo, aunque existe el enorme riesgo de que las empresas eleven sus precios más que los salarios, con lo que se eliminaría dicho estímulo. La situación es complicada y las soluciones parecen estar muy limitadas, a menos que, como hemos dicho en el pasado, la apertura del sector energía atraiga un gran flujo de inversión.

mrodarte@eleconomista.com.mx

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