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Opinión

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Los minotauros globales

Estados Unidos, China y Rusia son superpotencias por su poder, influencia global y regional, y por su capacidad destructiva.

En los ambientes académicos y de relaciones internacionales se les llama superpotencias. En un contexto metafórico, son grandes minotauros, por su poder, influencia global y regional, y por su capacidad destructiva.

Estados Unidos aporta 23% del Producto Interno Bruto mundial, lo que significa influencia en todo el mundo, que se evidencia en su sistema democrático y en sus empresas trasnacionales. Tiene enclaves en zonas regionales y países. Europa es su gran aliada, sobre todo por su deuda al rescatarla de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Tambien por coincidencias políticas y económicas. Japón es su gran aliado en Asia. Con China les une el hecho de que es su principal inversionista de bonos gubernamentales que financian su déficit comercial. Con América Latina su influencia es notable, es el mayor comprador y vendedor.

EU tiene con Israel una alianza económica, política y militar para crear una zona de influencia en todo el Medio Oriente. Es una base como lo fue Cuba en la época de la ex Unión Soviética. Por ello es el único país que puede disuadir a Israel para resolver la desestabilización actual y superar su condición de ser enemigo de varios de los países árabes.

China es otro gran minotauro. Ha vivido la revolución industrial más rápida y a mayor escala de la historia. Es una dictadura del partido comunista que ejerce una especie de capitalismo leninista. Un Estado descentralizado que ofrece grandes ventajas para crecer económicamente.

Al igual que en Estados Unidos, el vínculo entre dinero y política constituye el éxito de las élites del poder.

China invierte en todo el mundo. Recientemente en África y en América Latina. Es el primer socio comercial de Chile y Brasil, el segundo de Argentina y Perú. Recientemente, firmó más de 100 contratos de inversión y crédito con Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba.

Otro minotauro es Rusia. El gobierno de Putin ha basado su protagonismo reciente en el nacionalismo, con el apoyo de funcionarios del antiguo régimen y los nuevos ricos. Con el golpe anexando Crimea, emergió un poder que se suponía enterrado y que por sus alianzas euroasiáticas tendrá consecuencias en todos los arreglos estratégicos globales. Su beligerancia, que no cuadra con su peso económico, apenas 2.5% del PIB mundial, se explica por su potencial y por la dependencia de Europa de los energéticos rusos.

Con América Latina se mueve, entre otros caminos, con sus inversiones en Cuba y venta de armas y equipo a Venezuela.

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