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Opinión

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La competencia en el mercado móvil, un desafío complicado

Gerardo Flores Ramírez

El anuncio de la semana pasada de AT&T México, de devolver frecuencias del espectro radioeléctrico y no participar en licitaciones de este bien del dominio público -que lleva a cabo el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT)-, “hasta que no cambien las políticas recaudatorias del Estado”, según lo reportó la revista Expansión, es un acontecimiento delicado que nos exhibe con nitidez que no ha habido voluntad en nuestro país para entrar a una discusión seria sobre la conveniencia de modificar la forma en que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, junto con el Congreso de la Unión, han venido fijando lo que el Estado cobra a los operadores de servicios móviles por el uso, aprovechamiento o explotación de frecuencias del espectro radioeléctrico.

El elevado precio por las diversas frecuencias del espectro radioeléctrico que año con año la SHCP propone al Congreso como parte del Paquete Económico, y que se vota sin mayor reflexión en ambas cámaras, en combinación con la estructura de esos precios, que privilegia cuotas similares sobre bandas con características diferentes, o que refleja un mismo diferencial de precios entre las diversas regiones del país, aún cuando también sean bandas de frecuencias diferentes, con características diferentes y cuya demanda por parte de los operadores no necesariamente es idéntica entre esas bandas, junto con la falta de efectividad de medidas regulatorias instrumentadas por el IFT, se ha convertido en un factor que, con el paso de los años ha deteriorado la prospectiva de competencia en el mercado móvil de nuestro país.

Ahí está el caso de Telefónica, que en en 2020 inició un proceso para devolver las frecuencias que hasta ese momento tenía concesionadas, fundamentalmente por el elevado costo en el que incurría por el pago de las cuotas de derehos por la explotación del espectro radioeléctrico, para basar su operación en el arrendamiento de espectro.

La cuestión es que de los tres concesionarios con infraestructura propia y espectro concesionado, América Móvil es el único que se mantiene fortalecido, sin que exista un asomo de duda sobre su interés de seguir explotando las frecuencias que hoy tiene concesionadas, así como tampoco sobre su interés de participar en otros procesos de licitación para obtener los derechos de explotación de frecuencias adicionales.

Es decir, que quizá involuntariamente, la actuación de distintas autoridades en unos aspectos, como la omisión de esas mismas u otras autoridades en otros, ha dado pie a que lejos de mejorar la prospectiva de competencia para el sector telecomunicaciones en su segmento móvil, hoy se perciba menos optimista. Así, desde el Poder Ejecutivo, vía la SHCP, y desde el Legislativo, vía la aprobación de las cuotas que esa dependencia propone cada año en el Paquete Económico, sumado a la falta de determinación del órgano regulador para hacer sentir no solo su presencia, sino la importancia de ser una autoridad que establece medidas efectivas que permitan que el mercado de servicios móviles funcione “como si” hubiera condiciones de competencia, han resultado en una mezcla poco favorable para el impulso de la competencia efectiva en el mercado móvil.

Porque se podrán argumentar muchas cosas, pero el hecho de que la participación de mercado de América Móvil en el segmento móvil, medida como proporción de los ingresos, se haya reducido prácticamente en solo 3 puntos porcentuales, nos indica que en México, la competencia ha avanzado muy poco si lo comparamos con lo que ha ocurrido en mercados más maduros o más desarrollados.

Bien valdría la pena que la SHCP, se asome al mercado móvil mexicano para que constate que su enfoque de precios por el uso del espectro, lejos de ser un factor de aliento a la competencia y crecimiento del segmento móvil, se está convirtiendo en un freno u obstáculo. El IFT bien podría hacer algo similar para el caso de las medidas regulatorias que son atribución exclusiva de ese órgano constitucional autónomo. Por lo pronto, parece que estamos insertos en una especie de administración de la rutina.

*El autor es economista.

@GerardoFloresR

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