Buscar
Opinión

Lectura 4:00 min

Globalización, democracia, soberanía

La globalización es microeconómica y macroeconómica. Las empresas trasnacionales distribuyen sus procesos productivos según el costo de la mano de obra existente en los países, de tal manera que los componentes tienen un origen global. Paralelamente, en todo el mundo se da un control en la macroeconomía de los países a través de las instituciones internacionales dentro de un sistema sobrecargado (ONU, FMI, Banco Mundial, Unión Europea, OCDE, ONU,OMC, OTAN, entre otros).

El balance sobre la globalización es que frente al convencimiento que había de que iba a ser sinónimo de prosperidad, ahora se asocia a la inseguridad y el desempleo. Ello porque existen sistemas de ajustes que han limitado las democracias internas de los países. Consecuentemente, la arquitectura institucional de Occidente es cada vez menos creíble y mas ilegítima. El poder está en pocas manos.

Un país no puede tener simultáneamente democracia, globalización y soberanía nacional. De los tres, hay que escoger dos. Reino Unido ha decidido por el binomio de soberanía nacional y democracia, conservando su moneda. Grecia quiso todo. Pero al depender de la Comisión Europea, del Banco Central Europeo y del Parlamento Europeo, su soberanía y democracia interna se condicionaban a la normatividad de esas instituciones, ajustando sus prioridades. Tsipras, el primer ministro griego, para convertirse en jefe de Estado ofreció lo que no podía cumplir. El resultado fue conducir a su pueblo a un precipicio para escapar del callejón en el que se metió.

Lo que también resulta evidente es que la rigidez de las instituciones europeas está limitando la salida a la recuperación económica. Falta solidaridad y pragmatismo, características que existieron en el pasado, que convirtieron a Europa en paradigma del crecimiento económico y del bienestar social.

Ahora, el modelo europeo diseñado por las instituciones supranacionales europeas se caracteriza por una normativa que pretende que la economía mejore sobre la base de que la política se limite. No se permite desviarse de las reglas. Por eso da relativamente lo mismo quién gobierna. El engranaje condicionante determina.

El problema aparece cuando la economía empeora y la política sigue maniatada. En las tesituras ideológicas, este modelo elimina gradualmente al Estado de Bienestar, el anclaje europeo de éxitos pasados, que tenía una orientación redistributiva, misma que sucumbe a través del sacrificio social por los recortes presupuestales en el gasto social. Y la política monetaria, por ejemplo, no lucha contra el desempleo.

Ahora, la política económica de un país es también competencia de los demás países; por tanto, también la política nacional. Grecia es un ejemplo.

Lo que queda claro es que se necesitan decisiones políticas constructivas, alejadas del juego del gato y el ratón, como ha sido hasta ahora la relación de la Unión Europea y uno de sus miembros.

También se requiere que las autoridades europeas actúen con eficacia, virtud escasa. Es necesario atender los problemas geopolíticos asociados a Grecia, evitando que se convierta en un Estado fallido por su convergencia con la crisis de Ucrania y la amenaza de Putin, que quiere dividir a Europa. También por el ascenso de varias flores del mal: autoritarismo, populismo, los piratas somalíes y muchos más que no pudieron montarse al tren. La cercanía de Grecia con Turquía, el Medio Oriente y el Estado Islámico, exigen tener los ojos abiertos.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí
tracking reference image

Últimas noticias

Noticias Recomendadas

Suscríbete