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El poder corrompe

La historia de una sociedad explica parte de sus instituciones y leyes. El ejemplo más socorrido en los temas que conozco es la diferencia entre la protección que da al discurso de odio la legislación alemana y el que le da la legislación estadounidense. En Alemania está prohibida la negación del Holocausto y la exaltación del régimen Nazi; en Estados Unidos, depende de los contextos y el riesgo de dañar a terceros. Claro, Alemania mira el Nazismo y el Holocausto con ojos más cautelosos, por razones evidentes. Digo esto porque el autoritarismo mexicano, representado por el PRI del siglo XX, condujo a la sociedad a construir entes autónomos, justo para limitar el poder del gobierno en turno y garantizar derechos. Indiscutiblemente el INE y el Inai juegan un papel preponderante entre tales órganos. Claro que hay países que no requieren de este tipo de instituciones autónomas, basta con un sistema judicial fuerte e imparcial que garantice elecciones limpias y transparencia. Pero viniendo de donde venimos, resulta difícil creer que los mexicanos ya no necesitamos de entes así conformados, que garanticen elecciones más o menos limpias e imparciales y acceso a la información y protección de datos.
A lo anterior sumemos que durante este sexenio, para evitar transparentar cómo se usan los recursos públicos, el ejecutivo ha querido hacer pasar por información de seguridad nacional los contratos para construir un tren de pasajeros, por decir algo. Por dónde se quiera ver es esa una artimaña para eludir la fiscalización. Si las dependencias que responden al Ejecutivo, en lugar de negarse una y otra vez a brindar la información que se les solicita, fueran expeditas en ponerla en las manos de los ciudadanos, quizá el presidente tendría razón y podríamos creer que en un país donde no se intenta evitar la transparencia, un órgano autónomo para garantizarla sale sobrando.
De las elecciones ni hablemos, los partidos se brincan las leyes, hacen campaña cuando no corresponde, usan dinero en exceso y de procedencia dudosa, utilizan los programas sociales para exaltar a sus clientelas a votar por los candidatos “adecuados”. Necesitamos un INE y un Tribunal Electoral fuertes, autónomos, intachables.
Dado el contexto mexicano me resulta imposible pensar que la propuesta de desaparecer los órganos autónomos que hace el presidente solo busca hacer eficiente y justo el gasto. Parece más bien motivada por hacerse de poder sin límites. Da lástima que un hombre que luchó toda su vida por democratizar el país se despida intentando eliminar los contrapesos. Lo recordaré como un ejemplo de cómo el poder corrompe.

