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Desavenencias entre el Poder Judicial Federal y el Poder Ejecutivo
Las palabras cuando vienen de arriba cimbran y mandan mensajes encriptados a todos. Especialmente las y los politólogos saben leer entrelíneas para comprender lo que dice quien está en lo alto, porque sus frases tienen cada una, mensajes que cuando se desvelan son claros. Materialmente aplica el dicho de “háblale a Juan para que entienda Pedro”.
La libertad de expresión para denunciar irregularidades, presiones, cotos de poder o intimidaciones no es igual para todas las personas. Hablar cuando se está abajo, tiene un costo muy alto, en cambio, hacerlo desde arriba, tiene un impacto diferente. Esto aplica, en cualquier ámbito, en el público o en el privado. Sin que sea motivo de discusión, en este momento, lo mucho que influye la opinión pública, en lo que digan y hagan quienes están en las posiciones de decisión.
Aun cuando tarde o temprano las aguas toman su curso y no hay secreto o conducta que se pueda guardar porque sale a la luz, como se ha visto con directores de cine, empresarios, políticos, fundadores de ciudades de las ideas, príncipes, reyes eméritos o con cualquier otra persona pública o notoriamente conocida. Lo cierto es que, eso lleva un proceso largo que se va gestando poco a poco y en el camino arrastra a muchas víctimas.
Las personas que levantan la voz en solitario y ejercen su derecho a la libertad de expresión, son quienes en el proceso la pagan caro. En el mejor de los casos son descalificadas, silenciadas o sometidas, por decir lo menos, porque pueden sufrir los estragos de perder el empleo, la construcción de pruebas en su contra o inclusive, que se haga todo lo posible por destruirlas o dañarlas en su honra y reputación.
Lo que queremos la generalidad de los seres humanos, es vivir en un mundo en donde esto no suceda. En el que el bien esté por encima de todo, el comportamiento ético, el respeto a los límites, la paz y la armonía prevalezcan. En el que predomine la bondad y, generosidad. Y, en el que no viéramos ni viviéramos el sufrimiento propio ni ajeno. La gran mayoría queremos ver cómo la buena fe en el comportamiento y la transparencia en el actuar prevalezcan. Me atrevería a decir que inclusive algunos quisiéramos que se sensibilizara a la sociedad en la importancia en el derecho a la reivindicación, al genuino perdón y a la aceptación de una disculpa, frente al más puro arrepentimiento. Sin embargo, esto no es así, o no siempre es así.
El poderoso o poderosa, toda costa quiere ganar, cambia versiones, no acepta perder y normalmente busca presionar, formar cotos de poder y tener personas a su alrededor que sean sus incondicionales. El problema con esto es que quien cae una vez, ya no puede salir porque son tentáculos que atrapan y no sueltan. Por eso, nunca se debe sucumbir frente a quien detenta el poder y lo ejerce indebidamente formando redes de complicidad. Es mejor la soledad con dignidad y poder ver a los ojos con los aciertos y errores humanos, que perder el alma.
Si esto en el ámbito individual es complejo, elevado al ámbito institucional lo convierte en mucho más complicado. Además, no rendirse frente al poderoso es especialmente importante tratándose de juzgadores de todos los niveles, especialmente quienes están en el Más Alto Tribunal del País.
El Poder Judicial de la Federación, ha tenido varias reformas sustanciales en su composición. Pocas veces se han señalado las razones por las que se han dado y, menos por parte de un presidente de la Corte.
Algunas de ellas, como la reforma de 1994 que cambió la composición de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no únicamente se llevó a cabo para consolidarla como Tribunal Constitucional, sino porque ya era insostenible la falta de independencia frente al Poder Ejecutivo. Se cambió su integración de 21 ministros numerarios y 5 supernumerarios que se tenían en la Octava Época (de 1988 a 1994), a 11 ministros en las Novena Época (de 1995-2011), Décima (de 2011-2021) y Undécima Épocas (de 2021 a la fecha).
Sin embargo, a mediados y especialmente finales de la Décima Época ya se veía la paulatina descomposición similar a la que se vivió en 1988 que dio lugar al cambio sustancial en la composición de la Suprema Corte. La justicia selectiva tanto en la Corte como en algunos Tribunales Colegiados de Circuito podía llegar a estar presente. En algunos casos, los más importantes, dependiendo de quienes eran las partes, podía ser la forma en la que se resolvía. De todas maneras, en una sentencia los argumentos lo mismo se podían dar para un lado que para el otro, finalmente la ley es interpretable.
El ministro presidente de la Corte, en conferencia de prensa de 6 de abril de 2021, hizo unas declaraciones nunca escuchadas en un ministro presidente. Dijo “no cederemos, como no lo hemos hecho, ante los intereses internos y externos, a los grupos de poder que tenían atrapado al Poder Judicial y que ahora pretenden regresar a esas prácticas. No lo vamos a permitir. No importa cuál sea el costo que tengamos que asumir … queremos una justicia que sirva al pueblo de México y no a los grupos de poder” Desde luego, hablo posteriormente de la importancia de los empresarios y demás acotaciones y precisiones que hizo. El mensaje es muy claro, los grupos internos y externos que tenían coptado al Poder Judicial de la Federación, que, si en el pasado eran bienvenidos, en la actualidad no lo serán. Este es uno de sus mensajes y, fue dirigido a todos los juzgadores del país, incluyendo a sus pares, al menos, esa es la lectura que le doy. Al margen de lo que reiteradamente ha señalado y que va dirigido a los órganos jurisdiccionales inferiores para erradicar la corrupción, nepotismo y acoso sexual, que es otro de los temas. En esa conferencia de prensa, convocó a los medios de comunicación, pero en realidad, le hablaba a los juzgadores federales de todos los niveles, incluyendo a los magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y a quienes externamente lo controlaban y quieren seguir haciéndolo. Es un discurso que es necesario escuchar e interpretar.
Las personas juzgadoras deben resolver con las garantías de independencia, autonomía, imparcialidad, objetividad, completitud y expeditez. La crisis del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se dio precisamente porque cada vez con mayor facilidad se podía advertir cómo era cuestionable que acataran estos principios. La justicia nunca debe ser selectiva. No se puede resolver un asunto en función de la empatía o no con el presidente y con el partido políticos al que pertenece o, por el contrario, atendiendo al partido político con el que empatizan o porque así lo reclama un sector de la sociedad civil. Las personas juzgadoras deben resolver con convicciones y congruencia.
En un país tan dividido como México, las y los juzgadores deben actuar en forma institucional. Ellas y ellos deben tener como único objetivo hacer respetar el texto Constitucional y, resarcir en caso de transgresión, el orden jurídico constitucional quebrantado. No deben ser la defensa de uno de los sectores de la sociedad, el que está en contra del presidente o de sus políticas públicas, que es lo que estamos viendo en este momento. Pero sí deben de actuar sin miedo y con libertad, con el pleno conocimiento y garantía de que no habrán sanciones administrativas ni de otra índole por su autonomía e independencia de criterio.
La crisis del Tribunal Electoral no es la única, parece que ellos ya entendieron el mensaje. Sin embargo, se está desgastando cada vez más la relación institucional y de respeto entre el Ejecutivo y el Judicial. La desavenencia y animadversión está generando un probable rompimiento institucional y dificultad en la comunicación institucional entre estos dos poderes Públicos que se debe urgentemente de parar y solucionar. Esta vez no se está viendo el rompimiento con la Corte sino con los órganos de inferior jerarquía. Tampoco es con todos, es sectorizado, pero el rompimiento está. El quebrantamiento institucional se está dando particularmente con aquellas personas juzgadoras que tienen bajo su responsabilidad, la revisión constitucional de las políticas públicas del Ejecutivo Federal (materia administrativa) o la resolución de asuntos en materia penal (algunos asuntos de materia penal).
Fue especialmente importante la columna que escribió el ministro presidente en el periódico el día de ayer y el mensaje que mandó en su cuenta de Twitter respecto a las lecciones que deja la crisis del Tribunal Electoral. Señaló que ésta se resolvió internamente. No obstante, hay otro mensaje entre líneas que manda a todos los jueces/as y magistrados/as y es, que deben actuar institucionalmente; así como que cualquier conflicto entre poderes públicos, por un mal entendimiento entre ellos -al margen de las sentencias y del trabajo propio de las y los juzgadores-, se puede resolver a través del dialogo. Ya previamente al inicio de este sexenio se había logrado la avenencia en el rubro de la no disminución de los salarios de las personas juzgadoras, tema con muchas particularidades que será materia, en algún momento, de otro artículo.
Por ahora queda reflexionar lo que está pasando entre el Poder Judicial y el Ejecutivo y evitar que crezcan las desavenencias porque el país está de por medio. El mundo se está convirtiendo en un lugar muy complicado con desequilibrios que preocupan. Lo acaecido en Afganistán, más allá de la situación de la mujer que por sí mismo es motivo de alarma, la paz mundial es más inestable que antes de la salida de las tropas norteamericanas de dicho país.
México tiene que solucionar a la brevedad sus diferencias internas, tanto entre la sociedad como entre las instituciones, el margen de estar divididos internamente se ha reducido, frente a la tensión mundial y esta vez, no es únicamente por la cuestión del calentamiento global, sino por la paz.