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Opinión

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De capitalismo, crisis y “ganancias razonables”

El capitalismo es un sistema económico y social basado en la propiedad privada de los medios de producción; los recursos escasos se asignan eficientemente mediante el mercado y la inversión genera valor. Los ingredientes indispensables para que una economía de libre mercado funcione correctamente son: competencia efectiva, derechos de propiedad privada garantizados, libertad de emprender, cumplimento de contratos e intercambio libre de bienes y servicios.

El capitalismo ha logrado la generación de riqueza más importante en la historia de la humanidad, sacando de la pobreza a la mayor cantidad de personas del que se tiene registro; sin embargo, ha provocado al mismo tiempo una acumulación de riqueza en pocas manos, acompañada en algunos casos de una explotación no sustentable de los recursos naturales. No hay duda de que el capitalismo ha demostrado ser un sistema increíblemente efectivo para generar prosperidad y desarrollo, pero tampoco hay duda de que enfrenta retos enormes hacia adelante para ser sostenible.

Hay todo un debate sobre qué tanto debe intervenir el Gobierno con regulaciones y participación directa en la economía para obtener los mejores resultados. A través de la historia, queda claro que la regulación y participación en condiciones normales debe ser la mínima indispensable, enfocando su esfuerzo en garantizar libertades, igualdad de oportunidades, educación y salud de calidad, para la movilidad social; invirtiendo en infraestructura que aumente la productividad, brindando seguridad física y patrimonial a los ciudadanos.

Hoy México vive una de las peores crisis económicas de su historia porque se han trastocado algunos principios del libre mercado, mediante leyes y políticas públicas equivocadas; sumado a decretos gubernamentales por la pandemia, que restringieron y afectaron la operación normal de las empresas, sin ofrecer ayudas temporales para su supervivencia. Urge un plan de reactivación emergente.

En una economía de libre mercado, no es papel del Presidente “sugerir” a los empresarios “ganancias razonables”; su labor es generar confianza y certidumbre a la inversión, piso parejo y plena competencia, que es la única forma de asegurar buenos productos y servicios a precios competitivos.

Hace unos años el empresario John Mackey y el académico Raj Sisodia crearon el concepto de “capitalismo consciente”, en donde plantean que las empresas deben tener un propósito superior, más allá de solo generar utilidades, creando valor para todos los grupos de interés.

Los empresarios debemos competir con integridad por nuevos mercados, innovar, crear riqueza, diseñar nuevos productos y servicios que mejoren la calidad de vida de las personas, con responsabilidad social, creando empleos de calidad, cuidando el medio ambiente y contribuyendo al bien común; utilizando las últimas tecnologías e incorporando esquemas de la nueva economía compartida. 

La economía y consumo compartido (sharing economy), que proponen las primeras plataformas de este tipo, como Uber y Airbnb, por mencionar solo algunos ejemplos de esta nueva forma de consumo, con todas sus limitaciones y retos importantes por resolver, darán un impulso sin precedente al capitalismo en un futuro.

La nueva economía compartida mantiene el principio de propiedad privada de un bien o medio de producción, pero facilita su goce o uso por otras personas, maximizando su utilidad, generando un valor compartido; esta maximización de los recursos siempre escasos aumentará de forma importante la productividad y contribuirá a la sustentabilidad de los recursos naturales en el mundo.

Un ejemplo de esta revolución es la industria automotriz y de movilidad, que paulatinamente está migrando del uso de combustibles fósiles a los coches eléctricos y autónomos; actualmente, la mayoría de los automóviles son usados individualmente, permaneciendo estacionados la mayor parte del tiempo. En un futuro cercano, muy pocos vehículos permanecerán ociosos sin ser utilizados por alguien, maximizando su utilidad y eficientando recursos; disminuyendo contaminación, tráfico, caminos y espacios de estacionamiento necesarios.

Estos primeros ejemplos muestran el potencial del nuevo esquema para la generación de valor compartido; surgirán todos los días nuevas ideas e innovaciones tecnológicas, que aún no imaginamos, potenciando el nuevo capitalismo compartido y sostenible, que logrará una prosperidad como nunca antes.

Claro que también se vislumbran retos, peligros y temores hacia adelante con la digitalización, automatización, robotización e inteligencia artificial; sin embargo, hasta ahora la experiencia nos dice que todos los avances tecnológicos e innovaciones generan más empleos, nuevos puestos de trabajo y mayor prosperidad, por lo que el futuro luce apasionante y retador; México debe estar preparado.

*El autor es subsecretario General de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex).

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