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Opinión

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Asunto urgente

Bruno Donatello

La recesión en la que ha caído la economía por el coronavirus se podría suavizar mediante una política contracíclica de corte keynesiano, como en 1961.

Señor presidente Andrés Manuel López Obrador: En su discurso de toma de posesión, usted proclamó que en materia de estrategia económica su gobierno aspiraría a emular al Desarrollo Estabilizador (DE) (1954 -1970) que en su momento obtuvo estupendos resultados en cuanto a crecimiento autosostenido, creación de empleos y elevación continua de los salarios reales.

Es una lástima que esa proclamación no haya sido reiterada en tiempos recientes. Ello, porque permitiría recordar con mayor actualidad un episodio durante el DE en el cual se aplicó con éxito la receta keynesiana clásica de contrarrestar una fase recesiva transitoria, mediante una expansión de emergencia del gasto público, en particular para impulsar grandes obras de infraestructura.

El episodio puede consultarse en el libro que escribió Antonio Ortiz Mena sobre el DE y que publicó el Fondo de Cultura Económica en el año 2000. En 1961, después de que el gobierno del presidente López Mateos se negó, a instancias de Estados Unidos, a romper relaciones diplomáticas con el gobierno socialista de Cuba, la inversión privada se desplomó por razones de desconfianza. Ante ese hecho, la sabia decisión del gobierno lopezmateísta fue la de compensar esa caída de la inversión privada mediante un aumento importante, aunque transitorio, de la inversión pública en el ramo de la construcción.

La historia es maestra de la vida. La situación de recesión en la que ha caído la economía de México por la pandemia del coronavirus muy bien se podría suavizar o moderar mediante una política contracíclica semejante a aquella que recomendó y puso en ejecución el secretario de Hacienda Ortiz Mena en el año recesivo de 1961.

¿Por qué, presidente López Obrador, está usted tan renuente a ni siquiera sopesar esta posibilidad de intervención contracíclica en la coyuntura actual de México? Supongo que las razones son complejas, pero una de ellas puede ser que una política de ese corte se parece demasiado al rescate de los bancos a través del Fobaproa. La verdad es que no existe semejanza alguna entre ese caso y la posibilidad de moderar de una forma temporal la recesión que ha provocado la pandemia. Una elevación de emergencia de la inversión pública no tendría nada que ver con la idea de ofrecer apoyos fiscales a las empresas. De lo que se trataría es de reforzar, por razones de emergencia, la demanda agregada para proteger el empleo y el bienestar de todos los mexicanos.

bdonatello@eleconomista.com.mx

Columnista

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