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Proaire, un programa que nace de la crisis ambiental

Cuando el Valle de México se ahogaba en emisiones contaminantes, surgió esta medida, que se ha convertido en un instrumento eficaz de la política ambiental

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Proaire es el programa de calidad del aire de la zona metropolitana del Valle de México. En total, impacta a 21 millones de habitantes, ya que incluye la Ciudad de México y 59 municipios conurbados del estado de México. En números, también encierra a 5.3 millones de vehículos, 2,410 comercios y servicios regulados, 1,935 industrias y 5.8 millones de viviendas.

Este proyecto se gestó a finales de la década de los 80, cuando la contaminación llegó a niveles insospechados. “Era un entorno de emergencia, en el que confluyeron muchas instituciones públicas y privadas; nacionales y extranjeras para gestar este proyecto pionero”, dijo Antonio Mediavilla Sahagún, responsable del programa.

Fue creado para revertir las tendencias del deterioro de la calidad de aire en el Valle de México (que abarca a la ciudad de México y los municipios conurbados), mediante acciones concretas que abaten y controlan la emisión de contaminantes atmosféricos. Antes de su aparición, prácticamente todos los días había una extremadamente mala calidad del aire, 25 años después, sólo en 29% de los días que tiene el año se presenta mala calidad por ozono.

Cuando hablamos de gestión de calidad del aire, de lo que se trata es que la contaminación disminuya y la salud de la población se proteja, pero, ¿cómo contribuye Proaire a este objetivo?

Ver infografía.

En entrevista, el también director general de Gestión de Calidad del Aire de la Secretaría del Medio Ambiente (Sedema), de la Ciudad de México, explicó que Proaire es una pieza fundamental, pero que no camina sola, toda vez que se requiere de un diagnóstico, estrategias y acuerdos.

Comentó que primero se tiene que monitorear el tema meteorológico y la calidad del aire, “que se hace a través de una serie de estaciones y un inventario de emisiones”. Esos tres elementos se ponen en un modelo de dispersión de contaminantes, mediante un software que convierte las emisiones (lo que directamente sale de los escapes de automóviles, chimeneas y otras fuentes contaminación) a concentraciones (los contaminantes que los seres humanos reciben directamente).

Después, estos resultados se comparan con el monitoreo y si las ambas coinciden, el sistema está funcionando.

Con Proaire, dijo, se pueden implementar políticas a nivel teórico. “De aquí surgen hipótesis, por ejemplo, sobre las restricciones a vehículos o el programa ‘Hoy no circula’, podemos modelar qué pasaría con las concentraciones si se implementa tal política y una vez implementada. Se analiza si el resultado de concentraciones cumple con la norma o no, y aquí es donde entra este programa”.

La meta de las autoridades es que 100% de los días del año están limpios de contaminantes, y para ello, además del programa Hoy No Circula, desde hace 25 años se han implementado otras acciones como el mejoramiento de la calidad de los combustibles, modernización y control de las emisiones en el sector industrial; la reforestación de áreas boscosas aledañas a la ciudad y, a partir de 1991, el uso de convertidores catalíticos de dos vías en los vehículos automotores. Otra acción relevante en 1992 fue el cierre definitivo de la Refinería 18 de marzo, en la delegación Azcapotzalco.

Otras medidas más recientes han sido la ampliación del Sistema de Transporte Coletivo Metro, programas de movilidad urbana como Ecobici; impulso al transporte escolar; la introducción en 2005 del sistema Metrobús y su ampliación al Estado de México; el Tren Suburbano en esa entidad y la renovación de flotas de taxis y autobuses de trasporte público.

¿Cómo funciona?

Ésta es la cuarta versión de Proaire, cada periodo dura 10 años y ha trascendido sexenios. El proyecto comenzó en 1990 con el nombre de Programa Integral Contra la Contaminación Atmosférica (PICCA), y en 1995 cambió a su nombre actual. Este último periodo abarca de 2011 al 2020.

Esta herramienta de gestión incluye 116 acciones, 81 medidas y ocho estrategias, que son compartidas entre el gobierno federal y los gobiernos locales, los cuales se encargan de implementar la mayor parte de éstas.

“Básicamente se ataca a los sectores que emiten contaminación y aquí se incluye a la industria, el transporte, vigilancia y verificación, movilidad, reforestación, mantenimiento, cambio climático y salud”, explicó Mediavilla.

En este proyecto, varias son las instituciones involucradas, siendo la Sedema la que tiene mayor peso, seguida por la Secretaría de Movilidad (Semovi), Secretaría de Salud (Sedesa), Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi), Metrobús, Secretaría de Obras y Servicios (Sobse), Secretaría de Seguridad Pública (Ssp), Centros de Transferencia Modal (Cetram), entre otros.

En cuanto a la implementación de las 105 medidas que corresponden al gobierno de la Ciudad de México, Mediavilla explicó que 72% de éstas lleva un avance de más de 50%, 10% ya está concluida, 12% ha avanzado menos del 50%, mientras que 6% aún está en análisis. En suma, el avance global de Proaire es de 41% hasta septiembre de 2016, y restan cuatro años para su conclusión, lo que lo hace “una evaluación positiva”.

El futuro

El también especialista en calidad del aire, aseguró que el reto cada vez se hace más difícil. México, expuso, ha hecho grandes mejoras que han reducido la contaminación considerablemente en casi tres décadas, a pesar de que la población y el registro vehicular van en ascenso.

Estos resultados son proporcionales a los planes implementados, por ejemplo, la introducción de gasolina sin plomo en 1991 permitió que se pudieran instalar convertidores catalíticos en los automóviles. “Esa medida representó la política ambiental más importante de los 90´s en reducción de emisiones” junto con la regulación, también de emisiones, al sector industrial.

“Hoy en día, a pesar de que mediáticamente se ha dicho que es la peor calidad del aire en muchos años, claramente esto ha mejorado”.

Agregó que las fases de precontingencia, que hoy ya no existen, y la contingencia ambiental, se han vuelto más estrictas y los niveles de concentración de contaminantes en los que se detonan las fases de alerta son menores. Así, “lo que generó en abril de este año una fase uno de contingencia, hace 15 años no hubiera sido ni precontingencia”.

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Sin embargo, Mediavilla Sahagún consideró que es fundamental ser más restrictivos para llegar a la meta de 100% de días limpios.

Concluyó que el reto también es en la continuidad transexenal de estos programas, incluso ya no es sólo con la Ciudad de México y la zona conurbada, sino con la Megalópolis que abarca seis estados. “Tenemos que ampliar el espectro y hacerlo en una región mucho más grande, porque la atmosfera no tiene fronteras”.

nelly.toche@eleconomista.mx

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