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Romanticismo, un modelo de revuelta sin perder la cabeza
En la actualidad, hay alrededor de cinco filósofos vivos realmente necesarios. Uno de ellos es el alemán Rüdiger Safranski, amigo de otro de los integrantes de esa élite de filósofos, Peter Sloterdijk.

En la actualidad, hay alrededor de cinco filósofos vivos realmente necesarios. Uno de ellos es el alemán Rüdiger Safranski, amigo de otro de los integrantes de esa élite de filósofos, Peter Sloterdijk. Juntos han sostenido una de las amistades más prolíficas e interesantes en la historia de las ideas, y dirigen desde hace algunos años el singular programa de televisión El cuarteto filosófico, con lo que demuestran que la filosofía no está peleada con las transformaciones de la civilización y, más bien, necesita inmiscuirse hasta el fondo de ella como un extraño al que invitan a una fiesta.
La amistad, la subjetividad, el pensamiento creativo, el Romanticismo son temas de interés para este filósofo de quien se han publicado en los últimos años verdaderas joyas de historia filosófica: Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán, Schiller, y el más reciente, Schiller y Goethe. Historia de una amistad.
En Francia rodaron cabezas; en Alemania no
El sol cae a plomo en la terraza del restaurante en que conversamos con Rüdiger Safranski en la ciudad de Guadalajara. Quizá por el sol y porque la lengua alemana es enérgica, parece que el filósofo está molesto. Basta acercarnos un poco para descubrir que en realidad es atento, sonríe, mira con atención mientras habla sobre la época romántica, que vio nacer a escritores como Goethe, Novalis, Schiller, Fichte, Schlegel, padres del Romanticismo que juntos constituyen una primavera del pensamiento, alrededor de 1800, cuando Alemania no era una nación sino un conglomerado de provincias, una región atrasada.
Entonces -dice Safranski-, el atraso fue una ventaja porque uno no se tenía que ocupar de asuntos políticos. Y más bien se tenía tiempo para desarrollar mucha productividad en el pensamiento y, también, en concentrase en el interior. Así, con mucha conciencia y confianza en sí mismos, estos autores pudieron decir: Ahí están los franceses que ya hicieron su Revolución; ahora nosotros vamos a revolucionar todo el pensamiento europeo occidental. Y, como sabemos, con la Revolución Francesa se cortaron las cabezas, pero con la revolución intelectual de Alemania las cabezas permanecieron en su lugar , dice.
La decapitación se está convirtiendo en de la realidad mexicana. Por eso, aprovechando sus palabras, interrogamos a Safranski sobre qué podemos aprender de aquella primavera.
El contesta con una ironía: Mientras alguien lee un libro, al menos durante ese tiempo no puede asesinar a nadie . Luego recompone y añade más en serio: El problema del narcotráfico tiene causas sociales pero algo que puede ayudar desde luego son las fuerzas del buen espíritu. Y ésas hay que desarrollarlas.
Un problema de degradación y atraso social no solamente se logra cambiando las estructuras sociales sino mediante el trabajo con las personas y esto, desde luego, inicia con la formación desde muy temprana edad , dice Safranski aunque menciona que la Alemania de Hitler es el ejemplo de que no siempre la educación es una protección ante todo.
No se trata de transformar sino de comprender
En sí mismas, ni la filosofía ni el arte cambian sociedades como la mexicana. Según Safranski, la filosofía que tiene más impacto no es la que quiere cambiar algo sino la que quiere comprender algo. Carl Marx sí quería cambiar el mundo y no todo resultó tan bien. En mi opinión, en filosofía uno nunca puede tener como objetivo lograr un cambio; primero hay que comprender. Y cuando se trata de transformar, uno no tiene que pensar en transformar el mundo. Es más importante -y ahí la filosofía sí puede ayudar- transformarse a uno mismo , opina el filósofo alemán.
Le preguntamos a Safranski qué pierde un pueblo que pierde la filosofía. Pone un ejemplo: Actualmente, muchos científicos dicen que el ser humano no tiene libertades, sino que sus decisiones son siempre reacciones de las sinapsis que funcionan independientemente de él. Pero la libertad sí existe. El científico que publica estas tesis inteligentes lo hace con ayuda de su cerebro y, con ayuda de su libertad, convierte sus descubrimientos en ideas. Eso significa que la filosofía, frente al pensamiento economista, abre una ventana sobre el manejo creativo de la libertad humana. La filosofía nos ayuda a salir de contextos ideológicos estrechos , comenta.
Descubrimiento de nuevos continentes espirituales
Ahora bien -se pregunta Safranski-, ¿cuál es la herencia de esta era romántica idealista en Alemania? Dice: El espíritu romántico se fascinó -y es fascinante- por la riqueza creativa del individuo, por la fuerza de imaginación de nuestro espíritu y de nuestra mente.
Fue, por tanto, una época sumamente subjetiva, una invitación a mantenerse lo más libre posible y a abstenerse de las normas. Y en todas las áreas del arte y el pensamiento se contagió este impulso creativo. El Romanticismo fue una época de descubrimiento de nuevos continentes espirituales. Eso es lo que hay que preservar , afirmó el filósofo.
Safranski ubica al protagonista de Las cuitas del joven Werther, de Goethe, como un símbolo de esta libertad y recuerda que su creador al volver a leer su novela ya siendo viejo supo que ya no podía escribir una cosa tan bella. Y quizá por esa fuerza de la juventud, Safranski ve con optimismo a México.
México es un país con futuro. En México, ¡tanta gente joven! En Alemania, muchos pensionados .
aflores@eleconomista.com.mx