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Arte e Ideas

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Murakami ?cuando tiembla

El Gran Terremoto de Hanshin (17 de enero de 1995) inspiró al escritor una serie de cuentos que ahora se publica en México.

Después de la sacudida viene el estremecimiento. Cuando la tierra tiembla -si lo sabremos nosotros, oriundos de estos suelos a los que les gustan moverse- al principio apelamos a la calma- no va a pasar nada , éste no está tan fuerte como el último , estas paredes lo aguantan todo . Después, si todo se sigue moviendo, el piso cruje, los vidrios se quiebran y todo amenaza con romperse en 1,000 pedazos, nuestras almas también se rompen. Miedo.

El 17 de enero de 1995 la tierra tembló en Kobe, Japón y dejó más de 6,400 muertos (ya sé que está pensando que 10 años antes tembló en la ciudad de México y hubo tanto muerto que parece que todavía no acaban de contarlos).

El temblor japonés, conocido en aquellos lares como Gran Terremoto de Hanshin, fue el segundo peor sismo que había azotado hasta entonces Japón, después del de Kanto de 1923. Esta tragedia -a la que, desgraciadamente, superaría el 11 de marzo del 2011, el terrible trío de terremoto, tsunami y la crisis nuclear de Fukushima- inspiró a Haruki Murakami para escribir y publicar varios años después, en el 2000, el libro Después del terremoto.

Acabado de llegar a México –calientito como pan, dicen todos- ya se vende en su librería favorita a partir de antier. No es una novela. Es una sorpresa. El segundo libro de relatos de Murakami que publica Tusquets (el primero fue Sauce ciego, mujer dormida y era una rareza algo incómoda, después de las obras bestialmente adictivas de Tokyo blues y After Dark). En esta ocasión no es así. En un universo con seis relatos de una conexión mayor entre la vida cotidiana de todos sus personajes, la escritura, el escenario y hasta un cierto aroma de literatura fantástica Después del terremoto ( Cuando pase el temblor hubiera dicho Soda Stereo) está compuesto de seis historias que transcurren poco después de la tragedia de Kobe: un chófer tailandés que se topa con la melancolía de una mujer cuyo único deseo es que su exmarido haya muerto en el terremoto, un gris empleado de banco al que una rana gigante le pide ayuda para salvar a Tokio de un inminente segundo temblor y un hombre que se empeña en prender fogatas junto al mar con madera mojada. Todos los relatos se desencadenan -como debe ser- por el primero que comienza así:

Estuvo cinco días enteros sentada frente al televisor. En silencio, con los ojos clavados en las imágenes de hospitales y bancos derruidos, calles comerciales calcinadas por el fuego, líneas férreas, autopistas cortadas. Hundida en el sofá, con los labios apretados con fuerza, ni siquiera respondía cuando Komura le hablaba. Ni tan sólo afirmaba o negaba con un leve movimiento de cabeza. Él ni siquiera tenía claro si ella llegaba a percibir su voz. Su esposa era de Yamagata y, que Komura supiese, no tenía ni familiares ni conocidos en los alrededores de Kobe. A pesar de ello, de la mañana a la noche, no se apartaba del televisor. No comía ni bebía, al menos en su presencia. Ni siquiera iba al lavabo. No hacía el menor movimiento, aparte del de cambiar de canal con el mando a distancia. Komura se tostaba él mismo el pan, se tomaba el café y se iba al trabajo. De regreso, se la encontraba sentada frente al televisor en la misma postura en que la había dejado por la mañana. (…) A él no le quedaba más remedio que improvisar una cena sencilla con lo que había en el refrigerador y tomársela solo. Cuando se iba a dormir, ella seguía con los ojos fijos en la pantalla del noticiario de la madrugada. Circundada por un muro de silencio. Al final, Komura desistió de dirigirle siquiera la palabra. El quinto día, un domingo, cuando Komura volvió del trabajo a la hora acostumbrada, su esposa había desaparecido .

El libro –nosotros que también hemos sido presas de terremotos y todo lo que viene después-puede que sólo tenga una sola moraleja. Todos los personajes después del terremoto se sienten vacíos, llenos de nada, como una masa de aire. Estremecidos. (Y por cierto, el primer cuento -todo fuera como eso, escribir como Murakami- se llama Un ovni aterriza en Kushiro ).

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