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Política

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La reconstrucción del país debe hacerse en plural, no con un nacional-populismo: Graco Ramírez

Si se pierde la riqueza que representa la pluralidad, los marginados tendrán la
tentación de buscar otras formas de luchar por lo que creen, pero ahora en un
escenario nacional donde el crimen organizado tiene una peligrosa presencia, expone

Foto: Especial

Sentado en la sala de su departamento, atrás de sus lentes redondos, Graco Ramírez hurga en la memoria y comparte fragmentos de cómo vivió, desde el costado izquierdo del escenario político nacional, eso que hemos dado en llamar transición a la democracia o alternancia de partidos políticos en el gobierno y que ha decidido poner en papel en un libro de memorias.

Cuenta que, en ese tramo de la historia reciente del país, las izquierdas cayeron en el pecado original de pensar en un partido de Estado, en lugar de ver un partido comprometido con la perspectiva progresista en la democracia, además de forjar figuras caudillistas.

Entrevistado con motivo de la presentación de su libro “Contra la Regresión Autoritaria. Memorias desde la Izquierda”, editado por Debate, el exgobernador de Morelos subraya que en las últimas tres décadas, la principal aportación de la izquierda es que la tentación de la lucha armada o en la clandestinidad llegó a su fin. “Fuimos aportando a la legalidad” y hoy forman parte de la pluralidad política que hay que defender.

Y es que para el también exsenador existe el riesgo de una regresión autoritaria a la que identifica como nacional-populismo, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Advierte que si se pierde la riqueza que representa la pluralidad, los marginados tendrán la tentación de buscar otras formas de luchar por lo que creen, pero ahora en un escenario nacional donde el crimen organizado tiene una peligrosa presencia.

¿Cómo le fue al país en este periodo de transición a la democracia?

Desde que se logra la reforma electoral de 1977, con, Jesús Reyes Heroles, como secretario de Gobernación, y se establece en la Constitución que los partidos son entidades de interés público, se reconoce que es necesario un régimen de partidos y poner fin al partido hegemónico y en esa transición se fue construyendo.

En este esfuerzo está la creación del Instituto Federal Electoral (IFE) y el lograr la autonomía del árbitro electoral, 

Esta reforma nos permitió, en 1997, que se abriera paso a una alternancia en la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal, con el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas y que el PRI perdiera su mayoría calificada en el Congreso, ese mismo año.

Más adelante, en el 2000 se logra la alternancia en la presidencia de la República. Lo explico en el libro: hicimos un esfuerzo por establecer un primer gobierno de coalición, entre Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas, pero, lamentablemente, el método de elección no nos pudo permitir ese acuerdo, a pesar de que se tenían enormes coincidencias en las plataformas, tanto del PRD como del PAN, no ideológicas, sino políticas.

Entonces había la oportunidad de poder construir un primer gobierno de coalición. No se pudo.

Vicente Fox gana la presidencia con una gran esperanza de que se terminara el monopolio político en nuestro país y hubiera otro partido gobernando.

Nos queda a deber y comete un error fundamental: el intento de desafuero a López Obrador, en 2005 para la elección de 2006.

Finalmente, la falta de acuerdos y alianzas y la soberbia que ya se mostraba de Andrés Manuel López Obrador, nos lleva a que finalmente Calderón alcance la presidencia en 2006.

Es una elección que marcó ya una pauta en López Obrador, para ir de nueva cuenta al 2012 como candidato.

Luego de la elecci´ñon de 2018, el gobierno de Peña Nieto tuvo rasgos de importantes acuerdos en el Pacto por México, con reformas muy trascendentes, en educación, economía, en los órganos autónomos, pero también la frivolidad (del presidente) y la corrupción es manifiesto al final de su gobierno. 

¿Qué explica este desencanto que pareciera que hay en la gente, respecto de ese periodo de transición a la democracia? 

Es un desencanto en la democracia, porque, en primer lugar, hay que reconocer que, en casi 24 años, tenemos una ciudadanía cada vez más fuerte, que decide cada vez con mayor claridad el rumbo. 

Hoy existe la incertidumbre democrática, de verdad.

Cuando llega la alternancia, con López Obrador, en el 2018, con un bono democrático muy parecido al de Fox, con una votación muy grande, lo paradójico es que ahora trate de destruir lo que permitió construirse en 30 años y que le permitió a él ser candidato y ser presidente. 

¿En este periodo de alternancias políticas, cómo le fue a las izquierdas, particularmente a las que no son del ala del Nacionalismo Revolucionario?

En primer lugar, compartimos el pecado original del autoritarismo del partido de Estado. Los que veníamos de izquierda pensábamos en el partido único de la clase obrera. Ese era nuestro modelo y ver como enemigos de clase a los otros sectores.

Y los que vienen del Nacionalismo Revolucionario, parten también de la legitimidad de la Revolución Mexicana y la hegemonía de lo que fue el PRI.

Entonces, nunca resolvimos ser un partido comprometido con la perspectiva progresista en la democracia. 

Por eso derivó el rompimiento del López Obrador, que, ante el avance del sector de centro izquierda o socialdemócrata, decidió convocar un partido unipersonal, con la manera más caudillista y que es Morena.

Nos perdimos en la manera del deslinde político y forjamos figuras caudillistas o caudillos.  En 20 años el PRD solamente tuvo dos candidatos presidenciales. Estamos hablando de cuatro elecciones.

¿Cuáles serían las principales aportaciones de estos sectores de la izquierda a todo este proceso?

La aportación fundamental para el país y para la democracia, es que la tentación de la lucha armada o la tentación de la lucha en la clandestinidad llegó a su fin.

Somos reconocidos desde el registro del Partido Comunista, en el periodo de López Portillo y de Reyes Heroles, el reconocimiento a los trotskistas, al PRD, a nosotros, el PST, a Heberto Castillo del PMT, todos esos partidos reconocidos, todas esas fuerzas de izquierda, que nos fundimos en el PMS, el Partido Mexicano Socialista, el precedente del PRD, todos nosotros fuimos aportando a la legalidad del país.

Es decir, el país se empieza a civilizar y ya no somos vistos como enemigos políticos ni como subversivos, sino como el derecho a discrepar y a disentir, y la izquierda, puede ser parte de la lucha democrática y legal.

¿Qué reflexión deberíamos de hacer ahora, cuando pareciera que se le apuesta a cerrarle los espacios a las minorías?

Eso es lo que es la definición de la regresión autoritaria. Es la tentación de un nacional-populismo (encabezado por el presidente, Andrés Manuel López Obrador), que no es izquierda, sino un partido variopinto, con mucha presencia de priistas de muy mala reputación.

Cuando tú le cierras la puerta a las minorías, estás reduciendo los espacios democráticos. 

Esta combinación de la mayoría y minorías en los Congresos, en el Senado y en la Cámara de Diputados, en los ayuntamientos, en las alternancias locales o la nacional, es la riqueza de la pluralidad y  cuando esa riqueza se pierde, pierde la democracia y pierde la legalidad constitucional, el Estado de Derecho, porque entonces ya los que se sienten marginados empiezan a buscar otras cosas, ahora otras tentaciones, y ahora con un gran peligro, el dominio territorial del crimen organizado.

Esto es muy peligroso porque entraríamos a una crisis todavía mucho más peligrosa, que podemos evitar: la llegada a un narco Estado o a una situación de violencia muy peligrosa para México.

Ante eso, la posibilidad de reconstruir el país y el régimen político es mediante la democracia. No con la regresión, no con un partido único, sino con más pluralidad y aquí planteamos una figura que incluso aprobamos en la Constitución y ya está establecida, que son los gobiernos de coalición y acotar el presidencialismo. 

¿Cuál es el estado que guarda el presidencialismo?

Lo que ya entró en crisis en esta alternancia, en esta transición política, en México, es el presidencialismo. Tú no puedes tener un presidencialismo, igual al que tenía el PRI, como partido único.

Lo que pretende hoy López Obrador es volver a lo mismo, que ya se superó históricamente, que ya se rechaza.

Pero tienes que plantearte cómo lo sustituyes. Y son gobiernos de coalición, y también partidos democráticos en un sistema de partidos.

Porque hay partidos que se han convertido en esta transición, en verdaderas franquicias. Hay partidos que tienen dirigentes vitalicios.

Entonces tenemos que democratizar los partidos y obligarlos por ley a que todos los candidatos y dirigentes sean electos y sancionados por el INE, su vida interna, y es la base del sistema de partidos democráticos que necesitamos tener en nuestro país. 

El problema no es que haya partidos, el problema es que haya democracia y los ciudadanos sientan representados en cada uno de los partidos que deseen apoyar o respaldar. 

Por lo que ha visto hasta ahora en las campañas ¿alimenta esa percepción de incertidumbre por el resultado o alimenta un pesimismo de que esto ya se solucionó?

 No, yo soy de los que digo que no es cierto.

Quien diga de antemano que ya van arriba y esas encuestas que han utilizado, otras empresas que dan la ventaja arrolladora a la candidata Sheinbaum.

Es una manera de engañar a la gente para generar la desmovilización de los ciudadanos.

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Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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