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Opinión

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Los fugaces momentos de felicidad

Nadie es más odiado que aquel que habla con la verdad.

Platón

Nos atrevemos a cruzar la delgada línea divisoria entre vivir en una zona de confort, en las responsabilidades profesionales, o atrevernos a innovar y transparentar con resultados tangibles la oportunidad que nos brinda la vida primero y la confianza de quien toma decisiones después, no le tememos a la crítica, menos aún a las trampas por esa maldad que se resiste al cambio.

Vivimos tiempos de nuevos vientos, México habita en una democracia más plural, donde las mayorías se deben respetar, porque tenemos un régimen basado en las leyes, preceptos y sobre todo una alternancia que quizá llegó tarde, pero finalmente está en un ambiente cargado de mejores programas sociales entre otros logros.

La Constitución hoy nos ocupa, no debe preocuparnos la mayoría en ambas cámaras, a unos días de terminar con la enorme responsabilidad de gobernar nuestro país un presidente incisivo, perseverante, y la pregunta que flota en el ambiente es sin duda alguna, ¿Andrés Manuel López Obrador se irá del todo de la política?

Por la madrugada de este jueves tembló en territorio mexicano, en algunas alcaldías se sintió más que en otras, una sacudida quizá a las conciencias, porque los pendientes como sociedad con muchos aún, y por otra parte la nueva clase política morenista, en una renovación plausible deberá verse retratada en ello.

Es mayor el reto, pero además la visión de un país preocupado en su paz y seguridad, que tiene muy claro la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta electa de un país con potenciales extraordinarios en múltiples rubros, con una experiencia no sólo científica, sino en la administración pública, donde llevó a la Ciudad de México a mejores conceptos en la percepción y aceptación de los capitalinos y muchos más.

Las promesas en las campañas políticas son parte de un lastimoso pasado, neoliberal o no, puede no afectarnos, debemos tomar ejemplo de eso, para no volver a caer en las tentaciones de lo mediático, de que los triunfos le de la espalda a los electores, y quede en pausa la atención a lo primordial, los grupos más vulnerables.

El martes próximo tendremos un cambio no solo de estafeta, sino de una etapa denominada como el segundo piso de la Cuarta Transformación, con reformas constitucionales que se están realizando en concordancia entre quien se va a Chiapas y quien recibe un país un tanto en polarización, pero en la claridad de lo que sigue.

Estamos por el respeto a las diferencias, a la escucha a todos, pero nunca vamos a comulgar con la agresión, la imposición, el insulto y los destrozos, esos que realizan las manifestaciones de quejas, si bien validas, no le dan derecho a los inconformes a las afectaciones a instituciones y a terceros, como el que nos ocupa ahora en un aniversario más de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa.

Tolerancia puede ser la palabra clave, que debe ir acompañada de resultados, serán los primeros 100 días de la primera presidenta de México, una mujer destacada en las ciencias, preparada, con un recorrido que ha permitido tener confianza, esperanza, para ser mejores e impulsar a las juventudes a mirar a su país con otros ojos, esos de las oportunidades y privilegiar el combate a la corrupción, que también habita en muchas oficinas, con servidores públicos que se sienten dueños de la verdad, imponiendo criterios por encima de las normas, de los acuerdos secretariales, y la venganza es su estandarte, a esos hay que hacerlos a un lado.

No solo la omisión es un incorrecto acto de consecuencias fatales, estamos ante una realidad que nos golpea todos los días, y no hay felicidad sino aspiramos a ser honestos y mirar al futuro desde el presente cierto.

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