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Vacíos y necesidades
Proteger ciertos grupos a cambio de votos genera un círculo vicioso que termina por inhibir las inversiones.
Uno de los requerimientos básicos para crecer es que haya inversión productiva. Para poder generar esas inversiones, una condición es que haya proyectos atractivos en términos de su rendimiento, así como también que exista el marco jurídico que garantice que los rendimientos de esas inversiones vayan a quienes las realizaron. Conforme surgen obstáculos para que esto suceda, las inversiones simple y sencillamente no surgirán, y por lo tanto será muy difícil que una economía o una determinada región permanezcan estancadas. Uno de dichos obstáculos es el propio gobierno, cuando equivoca su papel como garante de la seguridad para las inversiones, o bien cuando decide intervenir y hacer las cosas que deberían hacer los empresarios, obstaculizando su funcionamiento, o bien abiertamente prohibiendo la participación de la Iniciativa Privada. Cobrar impuestos muy elevados es otra forma de inhibir las inversiones, así como lo es el dificultar el cumplimiento de las obligaciones, exagerando el número de trámites y formatos para dar cumplimiento a las obligaciones.
No es desconocido para nadie que en nuestro país todos y cada uno de los obstáculos a la inversión están presentes, aunque en los últimos años se ha agregado la inseguridad como un obstáculo más. Es evidente que existen diferencias regionales en el grado de desarrollo, destacando el centro y el norte del país como los lugares en donde se presentan las mejores condiciones para invertir y en donde es relativamente seguro hacerlo, debido a la presencia de un cuerpo de policía bien capacitado y a la existencia de instituciones fuertes que garantizan el buen funcionamiento de las áreas de seguridad y procuración de justicia. Esto desafortunadamente no se presenta en el sur de la República y basta una visita rápida, así como una breve charla con algunos personajes, para darse cuenta de que las cosas no funcionan como deberían.
En los estados ubicados en esta región, normalmente el gobierno es de tamaño exagerado, sobran burócratas y dependencias y muchas de ellas no funcionan como deberían, convirtiéndose en parte del problema. Los registros de la propiedad no están actualizados, no se han modernizado y no solamente los delincuentes extorsionan, sino que cualquier grupo se cree con el poder suficiente para extorsionar y sacar recursos de los inversionistas, sin que haya poder legal, ni gobierno que se lo impida. Muchas veces, si no es que en la mayor parte de los casos, dichos grupos son incondicionales al gobierno en turno, quien los protege y no los persigue, a cambio de los votos necesarios para mantenerse en el poder. De esta manera se genera un círculo vicioso que termina por inhibir las inversiones y a veces algunos de quienes ya han invertido y operan en esos lugares deciden cerrar e irse a otro lugar que brinde las condiciones para funcionar.
Muchos de estos estados tienen una elevada dependencia de los denominados programas de desarrollo social, lo que aparte de alimentar el círculo perverso de la dependencia de ciertos grupos del dinero público, genera un incentivo perverso que hace que la gente decida formar parte de los grupos que extorsionan y que viven del dinero público, en lugar de buscar capacitarse y prepararse para poder trabajar en alguna ocupación de mayor productividad, lo que le generaría un ingreso mayor. Quienes tienen tierras, la mayoría son ejidatarios con propiedades muy pequeñas que no generan un incentivo suficiente para invertir en desarrollar las mejores capacidades de la tierra, ahondando el problema.