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Opinión

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Regla 3 del manual del dictador

Durante el siglo XX y lo que va del XXI, aprendimos cuáles son las cuatro reglas básicas que utilizan todos los demagogos para convertirse en dictadores: (i) deben inventar un enemigo “del pueblo” (pueden ser los judíos, los inmigrantes o los fifís) al que culpar de todos los problemas; (ii) deben inventar historias simples de imposible verificación y que impacten en las emociones, no en la razón; (iii) deben atacar a todas las instituciones democráticas que sean un contrapeso a su poder, ya sea el Congreso o el Poder Judicial; pero particularmente a la prensa, a la que deben acusar de estar coludida con “el enemigo” y, en consecuencia, ser parte del complot contra “el elegido”, y (iv) deben crear un culto a su personalidad y demostrar que están por encima de la ley, porque la ley es un instrumento “del enemigo” y de opresión para “el pueblo”. En este culto a la personalidad, “el elegido” debe premiar a los leales y someter a los independientes, así como otorgar poder a sus familiares y a aquellos que lo adulen hasta la ignominia. Con estas simples reglas, miles de millones de personas han perdido la libertad.

Hoy, voy a hablar de los ataques a la prensa y la libertad de expresión. La semana pasada, una “chayotera” (para usar el lenguaje “del elegido”), publicó un artículo en uno de los principales periódicos nacionales, en el que simplemente dice que los medios de comunicación están coludidos para dar un golpe de Estado a López Obrador. Como puede ver, se trata de un argumento de manual, pero no por eso menos peligroso. En otra de las perlas del Obradorato, la diputada Andrea Chávez, que usó un avión del gobierno para llevar a su mamá, su abuela y su tío de Puebla a Ciudad Juárez, consiguió que el Tribunal Electoral declarara que Denise Dresser había cometido violencia política de género, por haber sugerido que podría haber una relación sentimental entre la diputada y el ex secretario de Gobernación que le “prestó” el avión. Siguiendo la lógica del Obradorato, los ciudadanos no podemos hablar de las políticas y las burócratas. La lógica de la ley que prohíbe la violencia política de género es que los partidos no hagan a un lado a las mujeres para beneficiar con candidaturas y presupuesto a los hombres, lo que nada tiene que ver con la libertad de expresión y el derecho a la información de los ciudadanos.

La cabaretera y diputada de Morena, Marisol García Segura, alias Marisol Gase, presentó una iniciativa para castigar los mensajes que se comparten en redes sociales que contengan una supuesta nota de odio o discriminación. Esto a raíz de que Ricardo Salinas Pliego contestara los ataques de la senadora de Morena, Citlali Hernández, haciéndo referencia a su monumental humanidad. Siguiendo el manual, nadie puede criticar “al elegido” o a sus acolitos, acolitas o acoliques. No puedo dejar de manifestar mi sorpresa, pues recuerdo a Marisol Gase en el bar-cabaret El Vicio, en Coyoacán, pitorreándose de toda la clase política, junto a Jesusa Rodríguez y sus amigos. La política hace tanto daño, que quienes hicieron de la burla al poder un arte, hoy, que están en el poder, se ofenden.

En los países más democráticos del mundo, la crítica a los que detentan el poder puede llegar hasta el insulto, siempre y cuando no se incite a la violencia. Esto es lógico, porque la definición de insulto es tan subjetiva que se convierte en un mecanismo de censura. Lo mismo que la definición de discriminación o de violencia política.

Ya en el colmo de los desfiguros, no contentos con su afán de destruir al INAI y con él nuestros derechos a la transparencia y acceso a la información, la semana pasada la Cámara de Diputados (controlada por Morena) aprobó reformas para castigar con tres a diez años de prisión a quién use drones para “vigilar” a servidores públicos. Así es que si a usted le molesta que Bartlett tenga 18 casas y va con su dron para ver desde el aire que tan austeras y republicanas son, estos defensores “del pueblo” lo van a guardar junto a secuestradores y asesinos “porque ya no es como antes. No somos iguales”.

Twitter: @gsoriag

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