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¿Pocos grandes ?o muchos pequeños?
El problema del sistema económico actual es la concentración. La mejor economía sería una de múltiples empresarios, no de pocas grandes empresas.
Hemos conocido recientemente datos preocupantes sobre la situación que guarda la economía nacional.
Aún no generamos la base productiva para crear 1 millón 700,000 empleos que demanda la población. Han salido del país 29,000 millones de dólares. Se redujo el pronóstico de crecimiento a 2.77% y el endeudamiento público se incrementó en 19,000 millones de dólares.
No existen muchas alternativas para acelerar el crecimiento económico para la creación de una base productiva sólida.
Pero, un pensamiento alternativo a la tradicional posición de sólo pegarle a las grandes empresas y buscar el financiamiento del gasto público a través de más impuestos, es propiciar el crecimiento de pequeñas y medianas empresas en una cuantía tal que impacte en la calidad de vida general, como sucede en muchos países europeos.
El impulso a las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) es una alternativa para la creación de empleos, fortalecimiento del consumo y apoyo a la economía familiar.
Según la OCDE vamos iniciando un buen camino. Sólo México, Tailandia, Bélgica y Hungría mostraron un incremento de créditos a esas empresas en el periodo 2011-2012, aunque la proporción de estos créditos frente a las demás empresas sigue siendo pequeño (12 por ciento).
La banca presta mucho para el consumo. Dar crédito a las pequeñas empresas es prestar para la inversión.
Las mipymes tienen un gran impacto en el empleo por unidad de inversión.
Según el Inegi entre abril del 2009 y mayo del 2012 se han creado seis nuevas mipymes por cada 100 ya existentes. Esto es, un crecimiento de 1.7% anual. Pero se crearon 23 empleos por cada 100 ya existentes.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Economía, en el 2012 de los 4 millones de empresas que había en el país 99% eran mipymes, que crearon 72% de los empleos existentes.
Las mipymes requieren de menor inversión para su creación y cuando alguna desaparece, las consecuencias no son tan negativas como las provocadas por una empresa grande.
México ya no puede esperar. El impulso a la creación y mejora de más mipymes debe ser sustento de la política económica y abono a la seguridad nacional.