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Infraestructura digital: el nuevo cimiento del crecimiento económico

Irasema Andrés Dagnini | Sextante financiero
La economía global está entrando en una etapa donde la infraestructura digital es tan estratégica como lo fueron los ferrocarriles en el siglo XIX o la electrificación en el siglo XX. Los organismos multilaterales, el FMI, Banco Mundial, OCDE y BID, coinciden en que la competitividad de los países dependerá de su capacidad para desplegar redes de conectividad robustas, atraer centros de datos, procesar información en tiempo real y sostener la demanda energética que exige la inteligencia artificial.
En este contexto, México enfrenta una oportunidad histórica: convertirse en un nodo digital regional si logra acelere inversiones y cierre brechas estructurales que llevan años acumulándose.
El Fondo Monetario Internacional estima que la adopción de tecnologías digitales y de inteligencia artificial podría elevar la productividad global hasta 1.5% anual en economías avanzadas. Pero también lanza una advertencia: los beneficios no serán automáticos. La automatización desplazará tareas rutinarias y ampliará las brechas entre trabajadores calificados y no calificados. El desafío es claro: impulsar la innovación sin profundizar desigualdades.
El Banco Mundial, por su parte, insiste en que la infraestructura digital es el nuevo cimiento del desarrollo. Los países con conectividad sólida muestran mayor resiliencia ante choques externos, dinamismo emprendedor y mejores oportunidades de inclusión financiera. En contraste, las naciones con brechas digitales amplias corren el riesgo de quedar atrapadas en un rezago estructural.
La OCDE agrega otro matiz: las empresas que adoptan tecnologías avanzadas, desde análisis de datos hasta automatización inteligente, son más productivas, exportan más y pagan mejores salarios. Pero también advierte que la concentración tecnológica en pocas firmas puede reducir la competencia.
En América Latina, el BID ha sido contundente: la región no puede permitirse quedar atrás. La digitalización de servicios públicos, la expansión de la conectividad y la adopción tecnológica en sectores tradicionales son esenciales para impulsar el crecimiento. Según sus estimaciones, cerrar la brecha digital podría aumentar el PIB regional hasta 5.0% en el mediano plazo.
En este contexto global, la conversación que sostuve con Carlos Mendoza, director de Infraestructura de C3ntro Telecom, aterriza la discusión en la realidad mexicana. Mendoza identifica tres fuerzas que hoy están disparando la demanda de conectividad en el país: el nearshoring, la expansión acelerada de centros de datos, particularmente en el Bajío, donde gigantes como AWS están instalando infraestructura crítica, y el auge de la inteligencia artificial, que multiplica la necesidad de procesamiento y transporte de datos.
“Estamos viendo un cambio de escala”, dijo. “Las redes que se construyeron hace 15 o 20 años simplemente ya no alcanzan para lo que exige la nube moderna y la IA”. Su diagnóstico es directo y coincide con lo que advierten los organismos multilaterales: la infraestructura actual está llegando a su límite.
C3ntro Telecom ha dividido su estrategia en dos frentes. Por un lado, redes metropolitanas para conectar usuarios finales y empresas en ciudades clave. Por el otro, redes de larga distancia para interconectar regiones industriales, centros de datos y rutas internacionales hacia Estados Unidos. En este segundo frente destaca uno de los proyectos más ambiciosos del país: la Ruta del Pacífico, una red de fibra óptica subterránea de 2,500 kilómetros que conectará Querétaro con Phoenix, pasando por Sinaloa, Sonora y Nogales.
Mendoza explica que esta nueva ruta reducirá la latencia, aumentará la capacidad y conectará a México con los cables submarinos que llegan desde Asia. Phoenix, además, se ha consolidado como un hub de centros de datos y un punto estratégico para el tráfico digital global. La OCDE ha insistido en que la baja latencia es un determinante clave de la competitividad digital, especialmente para manufactura avanzada, logística y servicios financieros.
El proyecto implica una inversión de 150 millones de dólares, financiada por capital privado mexicano. En un sector dominado por multinacionales, este dato no es menor: muestra que hay empresas nacionales dispuestas a apostar por infraestructura estratégica. La construcción, además, atraviesa zonas rurales y serranas, generando entre 200 y 300 empleos directos en regiones que históricamente han recibido poca inversión en telecomunicaciones.
El BID ha documentado que la infraestructura digital en zonas rurales tiene un impacto multiplicador: mejora la productividad agrícola, impulsa la educación a distancia y abre oportunidades para pequeñas empresas.
Pero hay un cuello de botella que nadie puede ignorar: la energía. El crecimiento de los centros de datos, con demandas de entre 50 y 100 megawatts por proyecto, está presionando la infraestructura eléctrica. Mendoza reconoce que México tiene capacidad de generación, pero no suficiente infraestructura de transmisión. La Asociación Mexicana de Data Centers, junto con el sector privado y la CFE, trabaja en un plan para ampliar la red eléctrica en un plazo estimado de dos años. El FMI ha advertido que la transición hacia economías intensivas en datos requerirá inversiones masivas en energía, especialmente en transmisión y fuentes renovables.
La nueva red de fibra óptica de C3ntro Telecom estará lista para clientes en 2026, justo cuando se espera una aceleración del nearshoring, la expansión de la nube y la llegada de nuevas aplicaciones de IA generativa. México está en una posición única: puede convertirse en un hub digital del continente. Pero para lograrlo deberá sostener el ritmo de inversión en infraestructura, energía y regulación inteligente.

