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Las actuales dificultades de los países emergentes
Durante la relativa bonanza, los países emergentes se durmieron en sus laureles y eso derivó en que les faltaron transformaciones relevantes.
Es una realidad que los países emergentes experimentan una disminución en su crecimiento económico, así como en sus activos. Es el efecto del bajo crecimiento de EU, de la crisis europea y de la desaceleración económica de China, hasta hace poco el bastión ejemplar del alto crecimiento económico.
La economía mundial marchaba en dos velocidades: una lenta, la de los países desarrollados, y otra rápida, la de los emergentes.
El periodo afortunado de crecimiento económico de los países emergentes a partir del 2008 se acabó. Europa seguirá marcada por el triunfo de Angela Merkel, que ha establecido la pauta de una austera política de la gestión de la crisis por medio de un menor déficit fiscal y reducción de deuda, con sus consecuencias sociales contraccionistas. Esta política previsiblemente continuará. En Estados Unidos, la política monetaria establece las bases de una leve recuperación económica.
Se avecinan dificultades para Brasil, India, Sudáfrica e Indonesia, que tienen significativos déficit en cuenta corriente. Argentina y Venezuela dependen de los precios favorables de las materias primas y de condiciones financieras relajadas en el mercado internacional, mismas que se endurecerán.
México tiene atributos favorables que son apreciados por los organismos financieros internacionales: sólidas reservas internacionales, cuidadosa política monetaria y niveles manejables de deuda en moneda extranjera. Ello no la exime de dificultades determinadas por la interdependencia económica internacional e internamente por las movilizaciones contestatarias en contra del gobierno y de los desastres naturales que se han presentado en las últimas semanas.
También los inversionistas se están retirando de los mercados emergentes que suponían una clase media importante capaz de crear un mercado interno en expansión y también una estabilidad política que ofrecía confianza. Pero al reducirse el crecimiento y las tasas de interés, los valores pierden atractivo. Si bien la reducción de las tasas de interés hace que baje el costo del endeudamiento, ello no puede durar mucho porque provoca que los inversionistas se vayan hacia otros mercados.
La pregunta que surge al observar este panorama es sobre lo que podrían hacer los gobiernos de los países emergentes y los organismos internacionales, concretamente el Fondo Monetario Internacional (FMI), si se repite en los países endeudados la experiencia de los 80 en América Latina, sobre todo porque el FMI se ha quedado corto en sus recomendaciones a Europa en su crisis de endeudamiento.
También lo que se hará para compensar el bajo crecimiento económico por el menor efecto goteo a la población con bajos niveles de ingreso o en situaciones de pobreza que puede alterar la estabilidad política. Lograr crecimiento económico sin que cueste dinero no es posible. Es sólo retórica.
La cuestión es delicada porque si bien a los países desarrollados les ha afectado la contracción económica, tienen colchones de resistencia, si bien cada vez más reducidos, a través de los ingresos altos, la seguridad social todavía eficiente y el seguro al desempleo. En los países emergentes existe la precariedad.
Durante la relativa bonanza, los países emergentes se durmieron en sus laureles y faltaron transformaciones relevantes. Ahora entramos a los tiempos de escasos recursos y opciones limitadas.