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Opinión

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La informalidad ?y la eficiencia

La libertad que tiene la economía informal ha hecho que crezca hasta la magnitud que ahora tiene.

Una de las actividades económicas que más ha crecido en la última década es la preparación y venta de alimentos y bebidas en establecimientos informales. Éstos pueden verse en los mercados sobre ruedas, con varias décadas ya de existencia y que aparte de vender todo tipo de productos, tienen una sección dedicada a alimentos y bebidas, hasta los ahora muy comunes puestos de esquina, que venden principalmente tamales, con su debido acompañamiento de pan y atole. Los hay también de tipo semifijo, que se apoderan de un espacio, previo el pago por abajo del agua a algún funcionario menor, que luego reparte hacia arriba, y con la debida protección policiaca, que cobra mediante el desayuno y almuerzo gratis en el puesto de su elección. De creación más reciente son los garajes o casas adaptadas como expendios de café, alimentos y otros productos y ahora se anuncia que viene la bonanza de los famosos camiones expendedores de comida, o foodtrucks, como les dicen los paisanos, muy comunes en Estados Unidos y otras partes del mundo, a competir contra el sector informal.

Sin deseos de arruinar ningún negocio, sería muy conveniente que la autoridad empezara a pensar cómo rayos van a hacer para regular estas actividades, empezando por la nueva y haciendo que las demás se alineen por la derecha. Quizá el aspecto más urgente, aparte de la parte sanitaria, es el de la formalización de los negocios, aunque no se puede negar que precisamente esta libertad que tiene la economía informal es lo que ha hecho que crezca y se desarrolle hasta la magnitud que ahora tiene. No se trata sólo de impuestos, sino de los salarios y las cuotas a todo el sistema de prevención y seguridad social, así como la disposición gratuita de servicios como el agua y la electricidad, las cuales simplemente roban. Estos establecimientos dejan normalmente hechos un basurero los espacios que utilizan, en donde se desarrolla todo tipo de fauna nociva para los seres humanos, pero que de nueva cuenta nadie observa, o, simple y sencillamente, quien debe observar prefiere mantener su negocio, que le reparte diario una comisión por cerrar los ojos. De la autoridad fiscal mejor ni hablamos, luego de sus espectaculares anuncios de los resultados de su fiscalización y la invitación a los negocios a formalizarse. Son poco creíbles, pero allá ellos.

Algo muy conveniente sería que la autoridad del IMSS, aparte de ocuparse sólo en ahorrar dinero en las adquisiciones de medicamentos, en lo que por cierto van a tener que gastar más por la idea de los verdes de sus vales, se ocupara en definir un esquema de incorporación que no resultara tan gravoso para los establecimientos de los que hablamos; lo importante es empezar a recibir cuotas por la adhesión de más trabajadores. Es obvio que si se logra definir un esquema como el aquí planteado, la autoridad hacendaria tendrá que aplicarse a definir un esquema para los informales, porque no pensamos que ninguno tenga la disposición, ni la capacidad para incorporarse al registro de causantes y cumplir con sus pagos como hacen el resto de las empresas. Un esquema simplificado, con una tasa flat, podría resultar muy conveniente. Un simple formato con algunos datos para llenar, las ventas totales en el periodo que se declara y se aplica una tasa de, digamos, 10% a las ventas, sin tener que hacer la lista de deducibles, facturas y recibos fiscales y demás inventos que son muy costosos. Lo mismo podría ser aplicable para el caso del IVA. Recuerden, se trata de elevar los ingresos.

mrodarte@eleconomista.com.mx

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