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Opinión

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La desigualdad,? una constante

Corresponde al Estado fijar los límites entre las esferas de la distribución. Su instrumento más poderoso es la concertación democrática para fijar las reglas del juego.

Los dos premios Nobel de Economía, Roberto Shiller y George Akerlof, reconocen que el tema de la desigualdad no ha figurado en el análisis económico.

Dicen: La teoría económica siempre lo ha arrinconado. Basta mirar los libros de texto. Aunque algunos mencionen la equidad, normalmente la relegan a figurar al final de algún capitulo e incluso del libro... Hablar de equidad con algunos economistas equivale a eructar en una cena de gala: sencillamente no se hace .

El fenómeno ha sido abordado por los científicos sociales junto a otras cuestiones, todas ellas limitaciones a una sociedad más justa. También aparece en el discurso ideológico, político o religioso, en donde se plantea la epopeya de sustituir el modelo económico por una sociedad imaginaria con los ladrillos de los deseos. Los diagnósticos son certeros, pero no las propuestas.

Existe una notable excepción: la socialdemocracia que surgió del acuerdo entre sindicatos, demócratas cristianos y socialdemócratas, para crear un Estado de Bienestar, compensando así los efectos depredadores del mercado. Fue una creación de las luchas políticas del siglo XIX y XX. Su ADN, la igualdad en contra del sistema de privilegios.

Sin embargo, los partidos socialdemócratas han perdido fuerza, situándose como la segunda posición después de los partidos de derecha. La explicación se encuentra en que abandonaron el espíritu de renovación.

Existe ahora el reconocimiento de los partidos de izquierda de que cuando gobernaron, salvo honrosas excepciones, desequilibraron las finanzas.

Eso deterioró su credibilidad.

Hoy, los partidos de izquierda están haciendo eco de algunas tesis de organizaciones mundiales, como el FMI, de que algo de igualdad se necesita para conseguir eficacia económica y también para la creación de empleos.

La lógica de esta posición es que se requiere la cohesión social para emprender los avances económicos. Y corresponde al Estado realizar la tarea de fijar los límites entre las esferas de la distribución. Su instrumento más poderoso es la concertación democrática para fijar las reglas del juego y el gasto público para la promoción económica.

La desigualdad, que no es otra cosa que la injusticia, la inequidad y la pobreza, ahora sirve para encender los focos rojos de alarma, en gran medida, porque ella se ha agudizado en todo el mundo.

En relación con América Latina, dice la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo: En América Latina, la desigualdad es más grande ahora que cuando ocurrió la crisis de la deuda en los 80 . Nada indica que esta desigualdad, que es la más alta del mundo, tenga perspectiva de corregirse.

En Mexico, la política gubernamental ha dado prioridad al crecimiento económico, por sus efectos en la derrama de ingresos. El problema es que por mucho tiempo hemos caído en el estancamiento económico, ampliando la desigualdad, que afecta a las clases bajas y medias. También, crece la pobreza que apenas se logra mitigar con los programas asistenciales, a veces exitosos, a veces tristes fracasos. Ello favorece a la violencia, que le cuesta cada año al país de 8 a 15% del Producto Interno Bruto.

emota_41@hotmail.com

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