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La Cultura de la Paz, Día del Niño
Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan: Antoine de Saint-Exupéry
Después de la Primera Guerra Mundial comenzó a tomarse conciencia y preocupación respecto de la necesidad de propiciar una protección especial a la niñez que desembocó en la adopción de la Declaración de Ginebra sobre los Derechos de los Niños el 26 de septiembre de 1924. Durante los años cincuenta la ONU, la UNICEF y la OEA determinaron que cada país adoptara una fecha para festejar y celebrar a los niños.
En México la fecha que se adoptó para el Día del Niño es el 30 de abril, su propósito es recordar que los niños tienen derechos tendentes a crear una infancia feliz para un desarrollo pleno e integral como ser humano y a convivir en un tejido social en armonía que contribuya a la construcción de una cultura de la paz. Desde entonces se organizan en esa fecha actividades culturales y de entretenimiento, así como eventos de carácter artístico para promover el bienestar integral de los niños. Las escuelas de los niveles preescolar y primaria suelen ofrecer a sus alumnos un día lleno de actividades para festejarlos, tales como festivales o paseos a lugares de esparcimiento. Se trata de una celebración nacional, aunque no es día de asueto.
En México se cuenta con un amplio marco normativo en favor de los niños que va desde el artículo 4º Constitucional, los tratados internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes y la Ley General de Educación, entre otras disposiciones.
Los principales derechos que deben disfrutar todos los niños son el derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo; a vivir en familia y tener un núcleo que vele por ellos; a la identidad, a la intimidad y a no ser discriminados; a la educación; a la alimentación; a la salud; al agua; a la libertad; a la protección y a una vida en armonía en la familia, en la escuela y en la comunidad, que son las instituciones que tienen el compromiso de propiciar el desarrollo integral de los niños y la armonía de las relaciones de unos con otros para construir una cultura de la paz.
La riqueza de cada nación es su pueblo y su futuro depende de la inversión que su gobierno realice a favor de niños y jóvenes, se trata de un aspecto de importancia estratégica y de seguridad nacional en cada país. A pesar de ello, tristemente para el actual gobierno mexicano -que está por concluir-, la niñez no ha merecido una atención preferente con lo que ha comprometido y puesto en riesgo el destino de nuestra principal riqueza que son los niños. Así lo demuestran las drásticas reducciones y cancelaciones de programas y partidas presupuestales dirigidos a la protección, atención y bienestar de los niños tales como el seguro popular; las estancias infantiles; las escuelas de tiempo completo; los comedores comunitarios; un menor acceso a vacunas, medicamentos, alimentación y a servicios de salud, entre otras medidas destructivas.
A pesar de que el cáncer ocupa en México el segundo lugar entre las causas de muerte en niños de 5 a 14 años, sólo después de los accidentes; y es la primera de fallecimientos por enfermedad en este grupo de edad, el gobierno no sólo dejó de suministrar los medicamentos necesarios para los niños que padecen esta enfermedad, también optó el mandatario por descalificar e insultar a padres de niños con cáncer; a madres que piden guarderías para sus hijos, y a madres buscadoras, entre otros.
Hasta diciembre de 2022, según los registros del estudio “COVID-19 Orphanhood” realizado por el “Imperial College London”, se estima que 318,100 niños quedaron huérfanos en México debido a la pandemia.
En materia de educación el nuevo plan educativo, impulsado por el actual régimen, corrompe los objetivos que debe perseguir la educación y de manera perversa pretende imponer la desesperanza en la niñez y en la juventud al hacerles creer que la pobreza es una virtud. Esa es la idea que procuran sembrar en las mentes de los niños de seis y siete años, como si no merecieran esperar ni aspirar a la excelencia, al bienestar ni a la prosperidad y para programarlos para una vida miserable. Por cierto, la inminente salida de México de la prueba PISA que aplica la OCDE en materia educativa revela la voluntad presidencial de cubrir los malos resultados de su gobierno en materia educativa con el manto de la opacidad. Con la llamada “Nueva Escuela Mexicana” que, entre otras ocurrencias, pretende eliminar las evaluaciones y las calificaciones se establecería la mediocridad como parámetro de medida.
Todo lo anterior se traduce en que más de dos millones de niños menores de 6 años están en riesgo de no lograr un desarrollo pleno. Bajó en un 75.7% la cobertura de vacunación; al menos 3.8 millones de niños de tres a 14 años no asisten a la escuela; aproximadamente el 10% de los niños menores de 5 años viven en pobreza extrema y la mitad de la niñez en condición de pobreza, además la desaparición de menores aumentó en un 103%.
Ante esa crítica situación 500 organizaciones de todo el país propusieron el “Pacto por la Primera Infancia” que contempla 12 metas y 12 compromisos en favor de los más de 12 millones de niños entre cero y seis años qué habitan en México. Dicho pacto fue suscrito por los candidatos a la Presidencia de la República la semana pasada y supone el compromiso para garantizar los derechos de los 12.4 millones de niños en primera infancia.
A lo largo de la gestión política y de gobierno de esta administración es evidente que la idea de gobernar del presidente consiste en quebrar las relaciones en nuestro tejido social y propiciar que los mexicanos nos enfrentemos unos con otros, sin importar los daños que esta situación ha provocado a niños y jóvenes.
Tristemente, la apatía de la gran mayoría de los ciudadanos ha sido una característica de nuestro tejido social que se manifiesta en el ejercicio y defensa de sus derechos. Saber lo que es correcto y no hacerlo es la peor forma de cobardía.
Por la implacable realidad que nos aplasta, conviene preguntarnos: ¿Quiénes somos?, ¿En qué nos estamos transformando? y ¿Qué queremos para nuestros niños?
Muchas felicidades a los niños de México y del mundo. Nuestros mejores deseos para los niños que están siendo sometidos a la violencia en Ucrania, Gaza, los territorios que controla el crimen organizado y a los que han sido desplazados en México, y a los niños migrantes para que pronto recuperen la tranquilidad y el bienestar que merecen.
*El autor es abogado, negociador y mediador.