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La economía de Milei entra en su fase más frágil

Opinión
El pasado miércoles 10 comenzó la segunda mitad del gobierno encabezado por Javier Milei en medio de relativa incertidumbre sobre la fragilidad económica argentina luego de los primeros dos años de la llamada “terapia de choque”. El proceso de estabilización iniciado en 2023, con matices y contra los pronósticos, ya dinamizó, por lo pronto, el producto interno bruto, principalmente explicado por la drástica desinflación, que pasó de 211 a un rango por arriba del 30%, aproximadamente, y por la consolidación fiscal “histórica”, con un superávit de 1.5% del PIB, entre otros factores reales con avance significativo.
Particularmente la desinflación ha sido explicada llanamente por la ortodoxia monetaria-fiscal y ha tenido efectos sociales y productivos heterogéneos: la reacción de la inversión fija bruta –clave para el crecimiento sostenido– y una redistribución gradual de los ingresos, aunque las disparidades de esos efectos saltan a la vista, por un lado ha habido una recuperación de los salarios reales del sector privado, aunque por otro la indexación y los ajustes rezagados en los precios relativos siguen siendo temas pendientes.
Como es sabido, en entornos de alta inflación como en el caso argentino influyen la credibilidad del programa económico, la coordinación de expectativas entre los diferentes agentes y factores estructurales, por mencionar algunos. Paradójicamente, si bien los agentes pueden “gozar” de una baja en la inflación, la indexación la mantiene el mismo gobierno y, en consecuencia, los privados, formando expectativas con base en la inflación pasada acerca de las pensiones y jubilaciones, la deuda pública, las tarifas de servicios públicos, las negociaciones sindicales, el precio de las viviendas, alejándose de las “promesas inconsistentes” gubernamentales.
Así, el programa de Milei no sólo depende ya de haber “resuelto” la restricción presupuestaria intertemporal (déficit fiscal/emisión monetaria), también exige poner el acento en los sectores financiero y externo, que de cara al bienio 2026-2027 lucen vulnerables. Aquí el régimen cambiario jugará un papel crucial. ¿Bastará con levantar las restricciones cambiarias y de flujos de capital? Por ahora, con el “nuevo cepo” gestionado bajo una flotación administrada entre bandas –y en el techo– implementado por el Banco Central de la República de Argentina, pareciera ser que no.
El ¿error? en el diagnóstico de Caputo-Bausili al creer que con la relativa estabilidad nominal de corto plazo bastaba para poder insertarse al mercado financiero internacional será el tema en los próximos meses. El atraso cambiario es uno de ellos. Si el tipo de cambio se ajusta lentamente a unos precios en aumento, la moneda local estaría perdiendo valor y el tipo de cambio real se apreciaría, generando un problema de competitividad en el interior y reduciría la entrada de divisas. Sin divisas, la moneda tendría que depreciarse dado que no se podría sostener el ancla nominal con pocas reservas netas –que de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional se recompondrán hasta 2027-2030.
Por ahora La Libertad Avanza (más los partidos aliados), con un tercio de representación en la Cámara de diputados, tiene la posibilidad de seguir con las reformas que faltan. Parece ser que la batalla macroeconómica ya no es contra la inflación –aunque la inercia por la persistencia de mecanismos de indexación en la práctica dista mucho de su retórica–, sino contra la formación de expectativas y la sostenibilidad del tipo de cambio. En los hechos, parece que el equipo económico de Milei, pecando de optimismo, ha olvidado que en la búsqueda de un ancla nominal creíble –como un mecanismo de compromiso– la coordinación de las expectativas es crucial. Hasta ahora el ancla fiscal puede estar funcionando, aunque la discrecionalidad técnica y política en la administración del tipo de cambio minará la estabilidad futura si no logra acabar con el sistema de bandas antes de erosionar la credibilidad ganada en estos primeros años. El éxito de la segunda mitad de su mandato, desde mi perspectiva, dependerá de eso.
*Profesor del Centro de Educación Continua y Vinculación, Facultad de Economía, UNAM.