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Opinión

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Globalización social? y marginalidad

El país líder, EU, comienza a parecerse a los países ?latinoamericanos, donde hay una masa marginal? de personas que no es absorbible por el empleo.

Las tendencias depresivas del mundo, salvo contadas excepciones, hacen pensar sobre lo poco esperanzador del panorama. Consideraríamos también que ello exige de los poderes públicos tanto mayor responsabilidad como que aprendan del pasado.

La inercia es mala consejera. Con todas las dificultades, el hombre político ha demostrado históricamente su capacidad de transformación. Habría que recordar lo que aconsejaba a un político el ilustre Benjamin Disraeli, Primer Ministro de la Reina Victoria en el siglo XIX. Él decía: Lo que interesa saber es si la política que usted defiende es necesaria y oportuna: si en la actualidad está preparado para servir al país de acuerdo con las necesidades actuales . Y Helmut Schmidt, el Canciller alemán, pedía a los políticos tener una mirada retrospectiva al futuro .

En esta aparente paradoja, quedaba muy bien expresada la idea de que no sólo tenemos que sobreponernos a la historia, sino que también estamos obligados a preparar el futuro.

Estas advertencias son valiosas, porque el reto que plantea el deterioro social que vivimos es múltiple. El país que es líder mundial, Estados Unidos, comienza a parecerse a los países subdesarrollados de América Latina, en la medida que generan una masa marginal de personas que no es absorbible por el sector hegemónico de la economía, el que ofrece más empleo.

Este reconocimiento deriva en gran medida del fenómeno global.

En los 50 se consideraba como pleno empleo tener una tasa de desocupación de 3%; en la década de los 60 subió a 4%; en la década de los 80 se reconocía este indicador entre 5 y 6%; en la actualidad se considera un piso de 7 por ciento.

Una mezcla de resignación e impotencia ha conducido ahora a aceptar niveles altos de desempleo. Aunque la Organización Internacional del Trabajo considera que el desempleo se puede eliminar, muchos expertos consideran que no es posible.

Uno de los efectos más severos es la tecnología, que ha avanzado a un nivel endémico e irreversible. Produce desempleo, como lo mostraron hace decenios las películas de Charles Chaplin, particularmente Tiempos modernos.

Ulrich Beck, el eminente sociólogo alemán, reconoce lo siguiente: En todos los países posindustriales, nos encaminamos a un capitalismo sin trabajo . Y agrega: La verdad es simple: sin seguridad material no hay libertad política .

La consecuencia del fenómeno de la deso-cupación creciente es una masa marginal que excede lo que absorbe la economía.

También significa el fin del trabajo asalariado estable y bien remunerado.

Es el adiós al pleno empleo. Su explicación adicional es una disminución del contenido laboral del crecimiento económico; una expansión de la población económicamente activa y el estancamiento económico, en gran medida por las políticas de ajuste al gasto público. También, al hecho de que se ha reducido la Inversión Extranjera Directa como una consecuencia de la contracción de la demanda global.

Ante estos escenarios, es fundamental que nuestros políticos formulen una visión más ambiciosa para el presente de nudos y un futuro de vacíos.

emota_41@hotmail.com

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