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Opinión

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Geografía y producción

Las entidades federativas de México difieren en su eficiencia manufacturera. Para que converjan, es necesario superar varios obstáculos.

En mayo se difundió una investigación de las eficiencias técnica y estructural de la industria manufacturera de México, elaborado por economistas del Banco de México (Juan Carlos Chávez y Felipe J. Fonseca, Technical and structural efficiency in mexican manufacturing: a regional approach ). Se trata de un análisis de la evolución de dichas eficiencias como fuente de crecimiento económico regional de 1988 al 2008.

La geografía es importante. En las conclusiones se afirma: Debido a las diferencias regionales de marco institucional, políticas locales, clima, cultura, economías de aglomeración, infraestructura y acceso a mercados relevantes, las fronteras de producción pueden estar determinadas por la región .

Los tres principales hallazgos son: 1) El crecimiento de la eficiencia técnica (producto observado/producto potencial obtenido de los insumos) redujo la brecha de productividad laboral entre las entidades. 2) Es posible aumentar la producción (30% en promedio) utilizando el mismo nivel de insumos. 3) Las diferencias de eficiencia estructural (desarrollo tecnológico) explican parcialmente la brecha de productividad.

El sector manufacturero representa 22% de la actividad económica total en el norte (Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas) y 8.1% en el sur (Campeche, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán).

En el informe, la región centro-norte está formada por Aguascalientes, Baja California Sur, Colima, Durango, Jalisco, Michoacán, Nayarit, San Luis Potosí, Sinaloa y Zacatecas; y la región central, por el Distrito Federal y los estados de Guanajuato, Hidalgo, México, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala.

Las regiones centro-norte y sur tuvieron tasas de crecimiento anual de la eficiencia técnica de 1.4% y 1.5% entre 1988 y el 2008; las de la región central y la norte fueron 1.7% y 1.9%, respectivamente (su actividad está más asociada a la economía de Estados Unidos que el resto del país).

Las diferencias regionales en la eficiencia técnica no son muy grandes (en el 2008: sur, 0.764; centro-norte, 0.758; centro, 0.730; norte, 0.720), pero sí en la estructural. Por ejemplo, el sur produjo 73.5% de lo que podría haber logrado si tuviera la misma eficiencia estructural que la región central.

Si los cálculos anteriores se hubieran hecho por entidades, probablemente las diferencias serían más grandes que las existentes entre regiones.

Según otro estudio, no exclusivo de la manufactura (Juan G. Brida, Juan S. Pereyra, Martín Puchet Anyul y Wiston A. Risso, Regímenes de desempeño económico y dualismo estructural en la dinámica de las entidades federativas de México, 1970-2006 , julio del 2011), hay dos conglomerados de entidades: uno de alto y otro de bajo desempeño, además de grupos transitorios. El primero se expande y sus entidades se parecen cada vez más. La distancia entre esos grupos aumenta.

Otro trabajo reciente, referido a la localización de la industria manufacturera de Estados Unidos (Susan Helper, Timothy Krueger y Howard Wial, Locating American manufacturing: trends in the geography of production , Brookings, abril del 2012) examina las tendencias en la geografía de la producción y argumenta que las políticas (de los distintos niveles de gobierno) deberían tener en cuenta seriamente la geografía, por ejemplo, las características de la industria manufacturera de las áreas metropolitanas: grado de especialización por ramas, agrupamientos (clúster) industriales, cadenas de suministro, tamaños de planta, niveles tecnológicos, etcétera.

fnunez@eleconomista.com.mx

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