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Opinión

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“¡Ésta es tu lucha!”

El entusiasmo de quienes el domingo protestaron contra la reforma judicial en la capital transmitía esperanza. Marchaban con la convicción de que ése era su lugar, su responsabilidad ciudadana. En contingentes apretados, miles de personas, muchas mujeres, sobre todo jóvenes, estudiantes e integrantes del Poder Judicial de la Federación (PJF), personas maduras, adultas mayores corearon consignas en defensa de la Justicia. Antecedida por el paro judicial y manifestaciones estudiantiles, esta marcha, con significativa participación de la sociedad civil, retomó la reivindicación de los derechos laborales de quienes integran el PJF como factor necesario en la defensa de los derechos humanos. Advirtió, sobre todo, acerca de los peligros de la reforma arbitraria que el Ejecutivo y sus súbditos legislativos pretenden imponer al vapor.

Contra la muletilla autoritaria que descalifica a la juventud crítica como presa de “obscuras conjuras”, estudiantes de derecho de la UNAM, en una manta, rechazaban “el desmantelamiento del Poder Judicial”, “la eliminación de órganos autónomos” y “la sobrerrepresentación legislativa”, medidas con que se busca cimentar la total indefensión de la ciudadanía ante un régimen autocrático. El denostado personal del PJF, lejos de defender “privilegios”, expuso las aberraciones de la iniciativa presidencial: “Exámenes, sí. Tómbola, no”, “Jueces preparados, no improvisados”. Enarbolando una pancarta casera, un ciudadano marchaba: “Por un México con más ministros Alcántara, Farjat, Laynez”, expresando así la necesidad de una SCJN imparcial. Otro más se manifestaba para que “ningún político, ministra improvisada o presidente manipule al pueblo”. Contra el engaño recurrente y la cerrazón de la mayoría oficialista, muchos reclamaban: “¿En dónde están los senadores que nos iban a escuchar?”

 Ante el Senado, las y los “Defensores de la Constitución”, así caracterizados en otra pancarta, escucharon –con alguna dificultad- a una estudiante universitaria para quien la justicia en México “no es pronta ni expedita” pero tampoco,  afirmó, mejorará con esta reforma. Aplaudieron también a un estudiante que invitó a la unidad contra la imposición: “Uno somos todos, Todos somos uno”, llamado a que cada quien asuma su responsabilidad cívica. Enseguida, Patricia Aguayo, vocera de los trabajadores del PJF, y la multitud apelaron a los 43 senadores de oposición, para que se mantengan unidos pues de su resistencia depende esta semana la aprobación de la iniciativa presidencial. Algunos de éstos se encaminaron hacia el Senado entre vallas de ciudadanas/os que les aseguraban: “¡No están solos!”, expresión que les habrá hecho sentir la solidaridad y la esperanza de los presentes pero también el peso de su enorme responsabilidad histórica.

Para quienes hemos participado en marchas por los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, y exigir justicia,  es paradójico, cuando menos, que este número sea ahora coreado para referirse a un grupo de senadores y senadoras, entre los cuales hay personajes impresentables. Extrañas coincidencias aparte, el domingo prevaleció la esperanza sobre el escepticismo hacia una clase política traicionera y acomodaticia, en la que, por contradictorio que sea, habría que confiar… por ahora. 

Quizá consciente de que no hay muchas alternativas ante la cerrazón del régimen y maestro en la argumentación jurídica, con sentido político el ex Ministro Cossío (“¡Éste sí es Ministro!”) desmontó los usos demagógicos que este gobierno ha dado al concepto de “Pueblo”, masa en que se borra a las personas individuales, en nombre de la cual se ha buscado justificar la imposición de un “nuevo régimen”, la destrucción del PJF y la concentración del poder en el Ejecutivo y su comparsa legislativa. Cossío invitó a las y los 128 senadores a pensar por su cuenta, a atreverse a “ser héroes de sí mismos”, a ser libres. Palabras inspiradoras que, como ciudadanía, podríamos también asumir.

Aunque diatribas, amenazas y triquiñuelas oficiales continúen hasta grados antes inimaginables, también son inspiradores el compromiso con la Justicia de estudiantes críticos y personal del PJF, y la fortaleza de éste, dispuesto a dar la lucha ante instancias internacionales y “hasta donde tope”. Apoyémoslos. Su lucha es la nuestra.

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Es profesora de literatura y género y crítica cultural. Doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Chicago (1996), con maestría en historia por la misma Universidad (1988) y licenciatura en ciencias sociales (ITAM, 1986).

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