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¿Cómo aprender de las malas decisiones financieras? Parte 1 de 2
La semana pasada escribí y publiqué una serie de dos partes con un compendio de malas decisiones financieras: apenas una pequeña muestra de los casos que he conocido a lo largo de los años.
He visto casi siempre que las personas culpan de sus malas experiencias a las empresas, a las entidades financieras o al “asesor” que les vendió el producto. Pretextos como “es que el ejecutivo no me dijo” o “el banco me ofreció un nuevo crédito a pesar de que ya traía deudas” son muy comunes. Culpar a los demás es algo natural y además es de lo más sencillo. Pero no es lo mejor, porque atribuir la responsabilidad a otros nos impide saber en qué nos equivocamos y aprender de nuestros propios errores, para evitar cometerlos en el futuro.
Porque no olvidemos, la decisión siempre la tomamos nosotros. Es cierto: el asesor no me dijo, pero yo tampoco pregunté ni entendí en qué estaba invirtiendo mi dinero. El ejecutivo del banco tampoco me avisó que estaba aceptando un seguro, pero yo no leí lo que estaba firmando. La institución financiera me ofreció un nuevo crédito, pero nadie me obligó a tomarlo: yo lo acepté.
Es triste, pero muchísima gente tropieza dos o más veces con la misma piedra, precisamente por eso: evadir su propia responsabilidad en la toma de sus decisiones financieras. Lo he visto muchas veces en la familia (propia y de mi esposa).
Siempre me ha sorprendido, porque al final se trata de nuestro dinero y nos cuesta trabajo ganarlo. ¿Realmente queremos una vida con deudas o con el estrés constante de no saber si vamos a llegar a la siguiente quincena? No puedo imaginar vivir así y, sin embargo, es la vida que mucha gente elige.
¿Por qué le hacemos caso a lo que nos dicen los demás? ¿Por qué dejamos que los llamados “asesores” nos vendan “espejitos”? La industria financiera está llena de conflictos de interés y hay una enorme cantidad de personas tratando de vender productos malos y caros, porque de eso depende su ingreso. ¿Por qué hay gente que está feliz de pagar cientos de miles de pesos más en intereses, por tomar el crédito hipotecario que le ofreció el promotor inmobiliario?
En algunos casos es ignorancia, mezclado con flojera y desinterés. Pero estas decisiones son costosísimas. ¿No nos debemos a nosotros mismos tomarnos aunque sea unos minutos en comparar o en entender cómo funcionan los productos, qué impacto tiene la tasa de interés o la diferencia que puede hacer una “pequeña comisión por manejo” en nuestro patrimonio final?
La semana pasada una persona me comentó en una publicación en mis redes sociales, cuando analicé un producto financiero: “Las comisiones están claras para algunos… yo tengo licenciatura en ingeniería y aún no las he podido entender. También no he intentado lo suficiente. Perdería el tiempo. No puedo cambiar”.
Eso se me hizo tristísimo. Esta forma de pensar es un camino seguro al fracaso y a la mediocridad, no sólo en el aspecto financiero, sino en nuestra vida entera.
Porque, además, ni siquiera se necesita saber mucho. Los conceptos financieros son simples. Para analizar el impacto de las comisiones en un producto financiero, como era el caso, simplemente se necesita saber llenar una tabla de excel (o google sheets) y conocer la fórmula del interés compuesto, que también es simple.
En este caso es cuestión de mentalidad. De aspirar a un poquito más: tener ganas y querer hacerlo. La mentalidad adecuada hace toda la diferencia en nuestra vida y es una condición necesaria para lograr el éxito y la libertad financiera.
Por eso siempre le digo a la gente: nunca inviertas tu dinero en algo que no entiendas perfectamente. Antes de invertir tienes que tener claro cuál va a ser el rendimiento esperado de tu portafolio de inversión, después de comisiones, además del riesgo o la volatilidad asociada. También se trata de tomarte un momento para revisar si la información que te están proporcionando es cierta o no.
Cada vez que hablo con una persona sobre sus inversiones, le hago una sencilla pregunta: ¿Cuál es el rendimiento esperado de tu inversión, en términos reales? ¿Cuáles son los riesgos o qué volatilidad puedes esperar (en caso de portafolios de inversión)?
¿Sabes cuántas personas saben la respuesta? Muy pocos. ¿La sabes tú? ¿Cómo tomas tus decisiones de inversión?
Es importante aprender de todo esto, para tomar mejores decisiones financieras. Porque al final, no importa lo que te vendan, la decisión la tomas tú. En la segunda parte te daré más consejos.
Es triste, pero muchísima gente tropieza dos o más veces con la misma piedra, precisamente por eso: evadir su propia responsabilidad en la toma de sus decisiones financieras.